Mié 11.09.2002

EL MUNDO  › EL PREMIER BRITANICO FAVORECE LA INTERVENCION DE LA ONU

Irak según el mejor amigo de Bush

Tony Blair no convenció ayer a su auditorio de sindicalistas, pero logró instalar el tema de Irak en el centro de la agenda política británica. Mañana Bush hablará a la ONU sobre Saddam.

Por Walter Oppenheimer
Desde Londres

Los sindicatos británicos recibieron ayer con un gélido y significativo silencio los argumentos de Tony Blair a favor de la guerra contra Irak. Blair no convenció a los sindicatos, pero logró uno de sus objetivos: que la gente reflexione sobre las propuestas que va a hacer al país en las próximas semanas. “La diplomacia es vital, pero detrás de la diplomacia siempre está la posibilidad de usar la fuerza”, advirtió el primer ministro británico.
Blair aprovechó el congreso anual de los sindicatos británicos para dirigirse a éstos, pero también a todo el Reino Unido y a Saddam Hussein. En un discurso sin carisma, de ademanes serios, casi trágicos, concentrado en retratar a Saddam Hussein como un asesino peligroso para Occidente, Tony Blair no cedió un ápice en las cuestiones fundamentales aunque abrió las puertas al papel de la ONU y al debate político interno. Se comprometió a escuchar al Parlamento antes de ir a la guerra, pero no dijo que su decisión vaya a ser sometida a la votación de los diputados. Reiteró que el camino a seguir es el de Naciones Unidas, pero dejó claro una vez más que la ONU “debe ser la vía para resolver la amenaza de Saddam, no para ignorarla”.
Tony Blair, cuyas deterioradas relaciones con los sindicatos afrontan diferencias no ya sobre la crisis con Irak, sino sobre la reforma de los servicios públicos, las privatizaciones, el sistema de pensiones e incluso, cada vez más, el euro, preparó el discurso de Blackpool como el primer paso de la larga campaña que ha de afrontar para convencer a la opinión pública de la necesidad de enfrentarse a Saddam Hussein codo con codo con Estados Unidos. En los últimos días, tanto Blair como George Bush han constatado las reticencias que en todo el mundo, incluso en sus países, suscita el proyecto de guerra.
“La cuestión es: ¿qué tenemos que hacer?”, se preguntó tras trazar un tétrico retrato de Saddam Hussein. “Comprendo perfectamente la preocupación de la gente por una acción militar precipitada. La intervención militar debería ser el último recurso –dijo–. Me parece correcto afrontar a Saddam a través de Naciones Unidas. A fin de cuentas es él, y no yo o George Bush, quien ha quebrantado las resoluciones de Naciones Unidas. Pero si hacemos eso, en ese caso el reto para todos en Naciones Unidas es éste: las Naciones Unidas tienen que ser la vía para resolver la amenaza de Saddam, no para ignorarla.”
“Quiero dejar claro que si se ignora la voluntad de Naciones Unidas, a continuación vendrá la acción –advirtió, sin aclarar si se refería al quebranto de futuras o de pasadas resoluciones del Consejo de Seguridad–. La diplomacia es vital. Pero cuando se trata de enfrentarse a dictadores -y ninguno en el mundo es peor que Saddam– la diplomacia tiene que estar apoyada por la certeza de que el dictador sabe que detrás de la diplomacia siempre está la posibilidad de usar la fuerza”, amenazó.
El presidente George W. Bush planea hablar sobre Irak mañana en su presentación ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Blair es hasta ahora el único líder internacional que le ha dado un apoyo prácticamente irrestricto a la política de Bush en relación con Irak.

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