EL MUNDO › LA EX PRIMERA DAMA HABLó DE INTEGRAR UNA FóRMULA CON OBAMA, SU RIVAL EN LA INTERNA
Después de sus sorpresivos triunfos en Texas y Ohio, que prácticamente la ponen a la par de Obama, la senadora de Nueva York sugirió la posibilidad de unir esfuerzos con su contrincante Obama para enfrentar a McCain, el candidato republicano.
› Por Javier del Pino *
desde San Antonio
Carolyn James lo tenía todo preparado para la celebración del martes. Afroamericana, entrada en años, James había logrado un local en la Tercera Avenida de San Antonio donado por un empresario local paradójicamente republicano y había conseguido reunir a un grupo nutrido de voluntarios dedicados a difundir el evangelio de Obama. “Voluntarios de todo el país han venido a trabajar aquí. Son más energéticos que los voluntarios que trabajan para Hillary Clinton”, dijo. James y sus voluntarios subestimaron el poder del apellido Clinton y su capacidad de recuperación. Hillary logró una victoria de 51 por ciento contra 44 por ciento en Texas. con sus tres logros del martes, en Rhode Island, Ohio y Texas, obtiene un total de 1463 delegados aunque no llega a los 1564 de Obama. Clinton no descartó la posibilidad de compartir la fórmula presidencial con su rival Barack Obama. Aunque agregó: “Evidentemente deberíamos decidir cuál de los dos la encabezará. Creo que la gente de Ohio dijo claramente que debería ser yo”.
La senadora resistió el impulso Obama y logró la victoria en una batalla que un periódico local había calificado como el Alamo-Martes, en referencia a la fortificación española convertida en santuario de la independencia texana en el centro de San Antonio. Si llega a ser candidata a presidenta, Clinton siempre recordará El Alamo. Su victoria en Texas es apretada, pero excepcionalmente meritoria porque rompe múltiples tendencias. En primer lugar, la enormidad de este estado y los niveles históricos de participación han permitido a la senadora reducir a sólo dos puntos la diferencia en el recuento del voto popular en todo el país. Clinton ha invertido también la tendencia a la baja que tenía entre los votantes hispanos, que suponían un tercio del total.
En las últimas semanas, Obama había robado a Clinton parte de ese colectivo, pero el cinturón latino de Texas, los distritos más cercanos a la frontera, devolvieron a la senadora su ventaja. “Los latinos jóvenes están con Obama”, dice Suzie Zaragoza camino del mitin de Obama. Nacida en Texas de padres mexicanos, tropieza con el español y vuelve en cuanto puede a la comodidad del inglés. “Los latinos jóvenes saben que él tiene más posibilidades de ponerlo en práctica por su capacidad de diálogo. El mundo entero prefiere a Obama”, dice con seguridad. Su predicción fue correcta: Obama ganó entre los hispanos de 18 a 29 años, pero por un margen sumamente ajustado. En cambio, Obama perdió entre los hispanos de Texas por su poca habilidad para atraer a los indecisos e independientes, que se también se inclinaron hacia Clinton por un 56 contra un 41 por ciento.
Los latinos todavía agradecen a los Clinton su amistad con el ídolo local, el ex alcalde Henry Cisneros. Por último, los resultados sugieren que persiste la desconfianza de los latinos hacia un candidato afroamericano, un subtexto con tintes de racismo del que nadie aquí quiere hablar en público.
Al final del escrutinio, fueron los hombres blancos los que dejaron a Obama sin Texas, ese grupo inmenso de trabajadores de clase media que en su día fueron definidos como “los demócratas de Reagan”. Bill Clinton supo recuperarlos para su partido, pero Al Gore y John Kerry perdieron las elecciones por su incapacidad para mantenerlos.
Barack Obama no logra entrar en ese reducto electoral en el que Hillary Clinton volvió a demostrar su fortaleza en Texas; según las encuestas a pie de urna, las cuestiones que más preocupan a esa clase trabajadora son la economía y el sistema sanitario, y para solucionarlas prefieren a Clinton en la Casa Blanca por un margen de más de 15 puntos. Su equipo de campaña insiste en que ese votante de Texas es quien mejor representa al país y, por tanto, la victoria de Clinton demuestra que es ella quien está mejor situada para la victoria en noviembre.
Frente a las ruinas de El Alamo, un museo para turistas ofrece en la calle una atracción de dudosa moralidad y extraña diversión: una silla eléctrica. Por un dólar, el turista morboso puede sentarse en la silla. Se le ata, se le pone el casco con los cables y se le da una descarga de pacotilla. Al lado, en la puerta de un restaurante, se recuerda a los clientes que para entrar al salón hay que quitarse el sombrero. Esto es Texas, y aquí ganó Clinton.
- De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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