Desde Caracas

Con un apretón de manos, o un abrazo transmitido en vivo, a veces no alcanza. Por más gestos que se hayan dedicado Alvaro Uribe y Hugo Chávez en la reciente cumbre del Grupo Río, la pacificación profunda está muy lejos de concretarse. Debe ser algo más que una foto. La frontera entre Colombia y Venezuela sigue siendo un terreno de operaciones militares, pero también de acción psicológica. Lo que se vive allí es algo parecido a una guerra fría de baja intensidad. Los medios colombianos y venezolanos fueron testigos –también artífices, en algunos casos– de una muestra cabal de ese panorama.

Todo comenzó cuando se supo que el lunes a la noche habían ingresado un hombre herido de bala y un acompañante a una clínica en la localidad de Rubio, estado de Táchira, cerca de la frontera con Colombia. Sus cédulas de identidad eran falsas. Y luego se supo que habían dado nombres falsos. El herido tenía un balazo en la mandíbula. La Guardia Nacional venezolana ocupó el centro de salud y comenzó a controlar sus accesos. Enseguida empezaron a circular las versiones. Desde los sitios de Internet se dejó trascender que el herido en la mandíbula era colombiano y que pertenecía a las FARC. La versión indicaba que se trataba del sucesor de Raúl Reyes: Joaquín Gómez, nacido como Milton de Jesús Toncel Redondo. Cuando la versión ya circulaba por todos lados, un general venezolano desmintió que se tratara de Gómez. La desmentida se realizó a través del canal estatal VTV: un equipo de exteriores entró a la clínica e hizo imágenes del hombre hospitalizado.

Hasta que no había llegado la desmentida, la aparición del herido de bala había motivado febriles contactos entre Venezuela y el gobierno de Uribe. El canciller venezolano, Nicolás Maduro, habló con su par de Colombia, Fernando Araujo, y le contó las medidas que se habían ordenado desde Caracas. Un grupo de peritos del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) del Ministerio del Interior le había tomado las huellas dactilares al herido. Se comprobó que era colombiano. Los peritos lo encontraron en la clínica La Colina de la localidad de Rubio. Según el diario El Tiempo de Bogotá, los vecinos del lugar recordaban que el propio Reyes había sido atendido en esa misma clínica en 2002.

Tras tomar las huellas digitales, las autoridades venezolanas enviaron las impresiones a Bogotá en un formulario que contenía otros datos de identificación. “Así el gobierno de Venezuela demuestra su voluntad de ayudar al gobierno de Colombia, al pueblo de Colombia, a conseguir la paz. Nosotros estamos colaborando”, aseguró el ministro de Información venezolano, Andrés Izarra. Mientras se enviaban las impresiones dactilares al otro lado de la frontera, en la localidad de Rubio seguían tratando de identificar al herido. Unas horas más tarde llegó la primera desmentida. El general Juan Hidalgo, jefe del 2º Teatro de Operaciones del Ejército venezolano, negó en público que el hospitalizado fuera Joaquín Gómez, jefe del bloque central de las FARC.

Antes de que el militar hablara ante las cámaras, el canal VTV entró a la sala donde se había internado el herido de bala. Desde el lecho de enfermo, mostró el rostro moreno del hospitalizado. Luego lo compararon con una fotografía de Gómez para probar que no se trataba de la misma persona. “Esta es la evidencia de que la persona que se encuentra acá no corresponde a quien están señalando los medios. Están haciendo prácticamente un escándalo cuando aquí lo que se está haciendo es dar asistencia a un ciudadano”, protestó el general Hidalgo. Hasta ese momento varios medios colombianos y venezolanos habían insistido con la versión extraoficial de que el herido era Gómez, sucesor de Reyes como número 2 de las FARC y miembro del secretariado.