EL MUNDO › LOS CANDIDATOS NO HABLAN DE LOS GRAVES PROBLEMAS ECONOMICOS
Desde Madrid *
Veintisiete gobiernos en 30 años; una dependencia absoluta del petróleo; un gasto público que alcanza el 40 por ciento del PIB; una deuda pública del 105 por ciento; la mafia controlando el 25 por ciento de la economía; graves fracturas entre el norte próspero y el sur atrasado; apenas un 58 por ciento de ciudadanos empleados (frente al 64 por ciento de la UE), una tasa de ocupación femenina del 45 por ciento; los impuestos más altos de Europa –con Alemania– y los salarios sólo por encima de los de Portugal; la tasa de familias en dificultades subió un 60 por ciento en los últimos 15 meses (del 12 por ciento al 19 por ciento).
Estos son algunos datos que ilustran la crisis económica italiana. Proceden de Confindustria y de la Universidad de Turín: meten miedo a los expertos, a la patronal y a los ciudadanos. Pero, curiosamente, aunque siempre se dice que Italia vota con el bolsillo, no parecen mover demasiado a los principales candidatos. Se diría que se habla de cualquier cosa antes que de la crisis. A la izquierda, Veltroni promete rigor en las cuentas, ayudas a las familias más pobres, alzar el salario mínimo hasta mil euros, apostar por las energías renovables. Al otro lado, Berlusconi presume de gestor, justifica la evasión fiscal (aunque luego se corrigió), anuncia sacrificios.
El martes pasado cambió de tema y dijo que, sin duda, “las mujeres de derechas son molto più belle que las de izquierda, y además superlicenciadas”. Pero nadie se extiende sobre una situación que parece a todas luces muy grave. Como si hubiese un pacto de silencio o esperaran un milagro. “Hay que decir la verdad a los italianos por mucho que sea amarga y desagradable”, advirtió la patronal. “La población es perfectamente capaz de entender, porque toca cada día los problemas y las dificultades. Venimos de demasiados años de no tomar decisiones. Y hacen falta grandes decisiones. Aunque sean impopulares”, agregó.
El panorama, dicen los expertos, no es que sea negro. Es negrísimo. “Nos ha pasado España, pronto nos adelantará Grecia, en 2020 lo hará Rumania. Esa es la verdad”, dijo Luca Ricolfi, sociólogo, profesor de Análisis de Datos en la Universidad de Turín, autor del libro Rehenes del Estado. Según Ricolfi, “nunca desde la Segunda Guerra Mundial hemos tenido una fluctuación de la pobreza como la del último año: un 60 por ciento más”. ¿Culpa exclusiva del gobierno de Romano Prodi? Ricolfi considera que los Ejecutivos de los últimos 15 años han sido “lentos, incapaces de resolver ningún problema histórico por miedo a perder el poder”. Y define el período Prodi como “dañino”. El problema empezó con el euro, luego se unieron los tipos de las hipotecas, la inflación de los alimentos y la energía, finalmente llegó la subida de impuestos.
“Hacienda afirma que ha ingresado 95 mil millones de euros más que en 2005, pero menos de un 10 por ciento de esa cifra viene de la lucha antievasión”, dijo Ricolfi. Italia es, por raro que suene, “el farolillo rojo de Europa –señaló Ricolfi–, el más burocrático, uno de las que peor gestiona un sistema de bienestar incompleto y precario. Podríamos ahorrar 90 mil millones anuales en Sanidad, Justicia, Educación y pensiones falsas de invalidez”. ¿Incompetencia? “No –dijo Ricolfi–, criminalidad, enchufismo, intercambio de favores.”
Resumen: “Hemos perdido influencia, imagen y peso. Pero no por los cuernos de Berlusconi o las basuras, sino porque no crecemos”. Pero ahí siguen, en el G-8... ‘La política internacional tarda diez años en reaccionar”, respondió Ricolfi. “Nos cazarán en cinco años y deberían habernos pillado hace cinco”, agregó.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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