EL MUNDO › POR PRIMERA VEZ UN DIPLOMATICO ESTADOUNIDENSE HABLA DE REEMPLAZAR MANTA
› Por María Laura Carpineta
Estados Unidos no está dispuesto a perder su única base militar en América del Sur. Obligado a dejar la base militar que mantiene en la costa ecuatoriana hace casi diez años, Washington ya está negociando mudarse no muy lejos de allí. Su primera opción, por supuesto, es su buen amigo, Colombia. “Hemos dialogado con el gobierno colombiano sobre el tema, sobre las posibilidades de ubicarla en algún punto del Pacífico colombiano”, informó esta semana el embajador norteamericano en Bogotá, William Brownfield. Hacía meses que se rumoreaba que los dos gobiernos estaban en tratativas, pero nunca lo habían oficializado. “Es algo reciente”, reconoció anoche a este diario el vocero del Palacio de Nariño, César Velázquez.
Sin los rodeos a los que acostumbran los diplomáticos, Brownfield dejó en claro que no se irán del subcontinente. “Mi gobierno sabe que esa base es una necesidad y si no es Ecuador, pues seguramente tendrá que estar en otro país de la región”, señaló el embajador. Tan importante es esa base que en los últimos diez años el Pentágono invirtió en ella 182 millones de dólares, según el Informe del Año Fiscal 2007 del Balance de la Estructura Básica del Departamento de Defensa estadounidense.
Manta fue cedida al gobierno norteamericano en 1998 por el gobierno del entonces presidente Jamil Mahuad para “facilitar la vigilancia y el combate del narcotráfico” en la región o, en otras palabras, para apoyar el Plan Colombia, que en aquella época recién empezaba a funcionar en el país vecino. Esa colaboración continuaría hasta el día de hoy. Según denunciaron fuentes militares ecuatorianas, la inteligencia estadounidense que habría permitido encontrar el campamento del número dos de las FARC, Raúl Reyes, habría venido de Manta.
A pesar de los millones invertidos y la promesa de invertir otro tanto, el actual gobierno de Rafael Correa se negó a extender el contrato de la base, que expira el próximo año. Inmediatamente, la Casa Blanca salió a tantear a sus amigos. Comenzaron los rumores en Perú, en Paraguay y, por supuesto, en Colombia. “Tampoco es que los norteamericanos tienen que hacer demasiados esfuerzos. Este presidente que tenemos seguramente está pidiendo a gritos que pongan la base en nuestro país”, bromeó el líder de la oposición colombiana y presidente del Polo Democrático, Carlos Gaviria. Según dirigentes de la oposición y de organizaciones de derechos humanos, la instalación de una base estadounidense permitiría blanquear la presencia de soldados norteamericanos en el país. “Oficialmente no hay ni un militar gringo en Colombia”, señaló Gaviria. Sin embargo, en el informe de la estructura del Departamento de Defensa del año pasado aparece registrada una instalación en Colombia, además de seis en Perú. Dónde están o para qué no se sabe.
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