Sáb 24.05.2008

EL MUNDO  › EL JEFE OPOSITOR DA POR MUERTO AL LABORISMO

Nuevo revés para el líder inglés

› Por Walter Oppenheimer *

Desde Londres

Gordon Brown sufrió en la madrugada del viernes un nuevo revés electoral al perder el Partido Laborista las elecciones para cubrir la vacante de diputado en la circunscripción de Crewe y Nantwich, al norte de Inglaterra. Los conservadores arrollaron de tal forma que su líder, David Cameron, se atrevió a proclamar “la muerte del Nuevo Laborismo”, el movimiento de renovación de Tony Blair que dejó a los tories en la oposición desde 1997.

El resultado confirma a los conservadores como favoritos ante las elecciones generales –previstas para la primavera de 2010–, una posición que ocupan con firmeza tras arrollar en las locales de Inglaterra y Gales y tras obtener la alcaldía de Londres el pasado 1º de mayo. En Crewe y Nantwich consiguieron el 49,5% de los votos, frente al 30,6% de los laboristas. Lo más espectacular es que se trata de un feudo tradicional del laborismo, que ha representado siempre a esta circunscripción desde la Segunda Guerra Mundial y que en las últimas elecciones aún obtuvo el 48,8% de los votos. Los comicios fueron convocados para cubrir el escaño vacío tras la muerte de la diputada Gwyneth Dunwoody. Su hija, Tamsin, fue ampliamente derrotada por el tory Edward Timpson.

El resultado cobra aún más relevancia porque se trata de la primera victoria de los conservadores en unas elecciones parciales en 26 años y la primera vez en 30 años que ganan un escaño hasta entonces laborista. Los resultados, proclamados la madrugada del viernes, recuerdan los triunfos laboristas en las elecciones parciales de los años ’90 que precedieron a su aplastante mayoría en las generales de 1997. Es una clara señal de que el viento político ha cambiado y que la marea conservadora recién comienza.

En eso parecía pensar el viernes Cameron cuando se apresuró a enterrar al Nuevo Laborismo. El gobierno siempre tiende a ser castigado en las parciales, pero la gran diferencia entre ésta y las que padeció Tony Blair en sus últimos años de mandato es que en aquéllas los laboristas desencantados votaban a los liberales-demócratas y en ésta han apoyado a los conservadores. La otra gran diferencia es el tamaño del castigo: una oscilación del voto de casi 18 puntos.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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