EL MUNDO › LA DEA LO ACUSA DE VENDERLES MISILES A LAS FARC Y ESPAñA ACEPTó EL PEDIDO Y LO MANDó
El tribunal de la Audiencia tardó siete meses en aceptar el pedido de extradición. Al Kassar había negado tener contacto con la guerrilla colombiana, tal como sostiene la agencia antinarcóticos norteamericana. En cambio dijo que los misiles rumanos se los había vendido a Nicaragua.
El amigo de Carlos Menem y traficante de armas Monzer Al Kassar perdió su pulseada en España y será extraditado a Estados Unidos. El gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero dio luz verde al pedido de la Justicia norteamericana más de siete meses después de que la Audiencia Nacional española, el tribunal que se ocupa de los delitos como el terrorismo y los crímenes de lesa humanidad, aprobara la extradición. La DEA, la agencia antinarcóticos de Washington, lo acusa de acordar con las FARC la venta de ametralladoras, sistemas de misiles tierra-aire y millones de municiones entre 2006 y mayo del 2007, apenas un mes antes de ser detenido en España.
Durante el juicio en España, Al Kassar alegó que no había cometido delito alguno y que su intermediación se refería sólo a la venta de armas de Rumania a Nicaragua. Sostuvo que tenía un certificado que demostraba que el destinatario final de las armas era Nicaragua y no las FARC, por lo que la operación era perfectamente legal. Según explicó su abogado, el sirio habría sido víctima de un complot dirigido por agentes de la DEA, quienes lo engañaron y se hicieron pasar por funcionarios nicaragüenses. Con esta defensa, Al Kassar pidió que, de considerar el tribunal que había cometido un delito, se lo juzgara en España y no en Estados Unidos.
Pero su argumento no prosperó y finalmente, después de más de un año, será extraditado. En Estados Unidos, un Tribunal federal del distrito sur de Nueva York lo acusará de los delitos de conspiración para el homicidio, conspiración para atentar contra autoridades, agentes o funcionarios públicos y conspiración para el blanqueo de dinero, tráfico de armas y tráfico de explosivos.
Según la investigación de la DEA, sus agentes se habrían hecho pasar por miembros de las FARC, que le entregaron un listado con armas. Las negociaciones se habrían realizado en el mismo territorio español, en Rumania, Yugoslavia y Centroamérica, y los pagos habrían ido a cuentas del traficante sirio en España y el Líbano. La operación tuvo un valor de cerca de ocho millones de dólares. Además de prometer misiles, explosivos, detonadores y ametralladoras, Al Kassar habría ofrecido, siempre según la DEA, mil mercenarios para “pelear contra el imperio estadounidense”.
Según la orden de detención que dictó la Justicia neoyorquina el año pasado, Al Kassar vende armas desde inicios de los años setenta y habría abastecido a guerrillas, ejércitos, milicias y grupos aliados al narcotráfico en Nicaragua, Brasil, Chipre, Bosnia, Somalía, Irán e Irak.
A este largo prontuario se suma la causa por la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador, en la que el ex presidente Carlos Menem está procesado. El supuesto traficante siempre negó su participación en el contrabando y, según se sospecha, las pruebas para probarlo se quemaron en la misteriosa explosión de la fábrica militar de Río Tercero en 1995.
Pero su amistad con Menem le consiguió algo más que jugosos contratos de armas. Hace dos años, la Corte Suprema ordenó reabrir la causa que investiga cómo Al Ka-ssar y su familia obtuvieron en apenas 24 horas la ciudadanía argentina, DNI y cédulas de la Policía Federal. El caso terminó con una condena en ausencia de seis años de prisión por falsificación de documentos públicos.
Pero por ese entonces, el sirio-argentino vivía tranquilamente en su mansión marbellí. Sus contactos en España lo habían convertido en un personaje duro de cazar para la Justicia española. El juez Baltasar Garzón estuvo a punto una vez. Le embargó las cuentas y lo mantuvo tras las rejas durante 14 meses, pero al final no lo pudo condenar.
Por eso, cuando la policía española lo detuvo en junio pasado en el aeropuerto Al Kassar no puso resistencia. Se dejó llevar esposado, con la certeza de que tarde o temprano quedaría otra vez libre. Ayer sus últimas esperanzas de que eso suceda se evaporaron. Ahora tendrá que negociar con la DEA y las autoridades estadounidenses.
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