Vie 27.09.2002

EL MUNDO  › WASHINGTON Y LONDRES EN POS DE UN CONSENSO QUE SE DILUYE

Cinco votos para resolver muy poco

EE.UU. y Gran Bretaña acordaron un proyecto de resolución contra Irak que rebajó la primera posición de EE.UU. Ahora, para aprobarse, la resolución deberá tener en cuenta a Francia, Rusia y China, cuyas objeciones reducirán las demandas a Saddam Hussein.

Por Nicholas Watt, Nick Paton y Oliver Burkeman *
Desde Londres, Moscú y Nueva York

Gran Bretaña y Estados Unidos finalmente lograron un acuerdo ayer sobre una dura resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que amenaza a Saddam Hussein con severas consecuencias si no le da libre acceso a los inspectores de armas en Irak. Pero las esperanzas de que la resolución se apruebe antes de que los funcionarios iraquíes se reúnan con el inspector de armas en jefe la semana que viene se vieron frustradas cuando Rusia, China y Francia expresaron sus reservas sobre el texto anglo-norteamericano.
Mientras los diplomáticos británicos y norteamericanos en la ONU en Nueva York distribuían su propuesta de resolución entre los diplomáticos de los “tres escépticos”, todos ellos dueños de poder de veto en el Consejo de Seguridad, el presidente ruso Vladimir Putin reiteró que no veía razón para una nueva resolución. En una ráfaga de actividad diplomática entre los tres, Putin luego discutió las resolución anglonorteamericana con Jacques Chirac, su contraparte francés. Chirac también mantuvo conversaciones con Zhu Rongji, que se cree que le dio apoyo chino a la propuesta francesa de adoptar un enfoque más suave hacia Irak, al poner sobre el tapete dos resoluciones. La primera pediría un régimen de inspecciones más duras, dejando la perspectiva de la acción militar a una segunda resolución que sólo se acordaría si Irak ignorara a la ONU.
La iniciativa francesa ha sido rechazada por los norteamericanos, poniendo de relieve la brecha que separa a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Francia, Rusia y China están preocupados por el hecho de que los norteamericanos y los británicos hayan redactado su resolución en términos tan fuertes que George W. Bush podría usar el mínimo traspié por parte de los iraquíes como pretexto para lanzar un ataque militar. Gran Bretaña tratará de calmar estos temores señalando que logró persuadir a los norteamericanos que bajaran el tono del lenguaje en la amenaza de acción militar. Se cree que las negociaciones anglonorteamericanas llevaron más tiempo del previsto después que Gran Bretaña insistió en que la resolución no podía ser vista como “una trampa para golpear a Saddam”, según dijo un funcionario. “Queríamos que quedara claro que era un proceso correcto –dijo el funcionario–. Saddam Hussein debe saber que no tiene elección, o acata o se enfrenta a las consecuencias. Pero la posibilidad de acatamiento debe quedar claramente establecida en la resolución.”
Mientras Gran Bretaña espera que esto pueda tranquilizar a los “tres escépticos”, los funcionarios admiten que deben enfrentarse a una agotadora ronda de negociaciones para acordar el texto final. No se espera que la resolución se vote hasta bien entrada la semana que viene. La demora de la fecha indica que es improbable que el Consejo de Seguridad logre un acuerdo antes que el jefe de inspectores de armas, Hans Blix, se reúna con los funcionarios iraquíes en Bagdad la semana que viene. Gran Bretaña y Estados Unidos habían esperado poder acelerar la presión sobre Irak al acordar una resolución más dura para cuando Blix estableciera los términos para el regreso de sus inspectores. Hay temores en Londres y Washington de que Saddam intente imponer nuevas restricciones a los inspectores bloqueando el acceso a los llamados “palacios presidenciales”. Washington se embarcó en una nueva ronda de negociaciones para tratar de ganarse a los escépticos apenas acordado el nuevo texto. Colin Powell, el secretario de Estado, telefoneó a sus contrapartes franceses, rusos y chinos. También se espera que Marc Grossman, el número tres del Departamento de Estado, viaje a Moscú. Pero el Kremlin parecía estar en un rumbo de colisión con Washington después que Putin rompió su largo silencio sobre Irak para descartar la necesidad de una nueva resolución de la ONU mientras instaba al mundo a buscar una solución política rápida y diplomática en base a las resoluciones ya existentes. En un movimiento para clarificar la posición rusa, que ha oscilado entre el apoyo y la oposición a una nueva resolución, Putin pidió que la crisis se resolviera usando “métodos diplomáticos políticos basados en las resoluciones existentes del Consejo de Seguridad de la ONU y en estricto acatamiento a las reglas y reglamentos de la ley internacional”.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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