EL MUNDO › POR CERRADOS Y POR FOMENTAR PROTECCIONISMO
› Por Fernando Gualdoni *
Desde Toyako, Japón
Las potencias emergentes arremetieron contra las trabas comerciales de los países ricos y lograron garantizar su participación en la próxima cumbre del G-8 en 2009. El club de ricos también criticó el proteccionismo, pero no avanzó en mayores medidas para enfrentar la crisis alimentaria. China e India desinflaron el plan del G-8 para recortar a la mitad las emisiones de gases contaminantes. George W. Bush se despidió por última vez del grupo con una sonrisa.
El presidente chino, Hu Jintao, fue directo al grano. En su discurso de ayer ante el G-8 no habló de cambio climático, ni del tipo de cambio del yuan que tanto preocupa a Occidente, sino de trabas comerciales y de falta de solidaridad por parte de los ricos. “Todos los países, y en especial los más industrializados, deben demostrar un verdadero compromiso en las negociaciones de la Ronda de Doha (de la Organización Mundial de Comercio, OMC). Deben eliminar las barreras comerciales, ser flexibles en la rebaja de los subsidios agrícolas, ser más considerados con los países en desarrollo y dar acceso libre a sus mercados a los Estados más pobres”, enfatizó en la última jornada de la cumbre de Toyako.
Las palabras de Hu Jintao son las de las cinco grandes potencias emergentes –China, India, Brasil, México y Sudáfrica– que ayer se reunieron con el G-8 durante una hora. Allí, ambos bloques decidieron que deben volverse a ver el año próximo en Cerdeña, Italia. “Varios presidentes ya están defendiendo la idea de que es preciso tener un bloque para discutir las cosas de manera conjunta”, dijo el presidente brasileño Lula a la prensa.
El quinteto respaldó con reservas el plan presentado el martes por los ricos para reducir a la mitad las emisiones de gases contaminantes para 2050. Coincidieron en que hay que hacer “profundos recortes”, pero no acordaron ningún calendario específico. El grupo de los cinco reconoce que la lucha contra la contaminación es crucial, pero insiste en que lo urgente es abordar una crisis de la energía y los alimentos que puede condenar a la hambruna a más de 800 millones de personas y desatar conflictos en casi medio centenar de países.
El G-8 ya optó por desembolsar más de 6 mil millones de euros para que la ONU reparta comida entre más de 70 millones de personas. Pero aparte de esta medida paliativa, el club de los ricos fue incapaz de proponer medidas concretas para impulsar la producción agrícola mundial. En su declaración, el G-8 arremetió contra toda forma de proteccionismo. Sin embargo, no se sabrá si lo que el club escribe con la mano lo borra con el puño hasta la reunión del 21 de julio de la OMC en Ginebra, donde deben acabar siete años de negociaciones para liberalizar del comercio internacional.
La clave para que prospere el acuerdo es que las potencias emergentes acepten abrir más sus mercados a los productos manufacturados e inversiones europeas y estadounidenses a cambio de que éstos eliminen los sistemas de ayuda agrícolas. El premier inglés Gordon Brown aseguró que Brasil y Francia entendieron la importancia de un acuerdo en Ginebra y Bush dijo que espera un resultado positivo.
* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.
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