Dom 27.07.2008

EL MUNDO  › FESTEJO POR EL 55º ANIVERSARIO DEL ASALTO AL CUARTEL DE LA MONCADA

Raúl no descuida la defensa de Cuba

En medio de un clima de fiesta, el presidente cubano habló ante 10.000 personas y criticó la política de biocombustibles de las grandes potencias. Alertó sobre los riesgos que depara la política de EE.UU. en Irak y Afganistán y pidió paciencia con las reformas.

Con el sol anaranjado del atardecer de fondo y más de 10 mil cubanos coreando el nombre de Fidel, Raúl Castro tomó el micrófono ayer para recordar un nuevo aniversario de la toma del cuartel de la Moncada en 1953. Habló de los cambios que está implementando su gobierno, pero resaltó las continuidades. “Junto a la producción, la defensa no se descuidará, independientemente de los resultados en las elecciones presidenciales en Estados Unidos”, aseguró el veterano dirigente de 77 años, ganándose una lluvia de aplausos. Hace exactamente un año, el hermano menor de Fidel había aprovechado el mismo discurso para ofrecer un ramo de olivo a Washington.

Vestido con el uniforme verde oliva de general de ejército, Raúl llegó puntual, acompañado de sus vicepresidentes, y saludó a algunos de los invitados más ilustres, que esperaban sentados en las primeras filas de asientos que ocupaban el antiguo polígono del cuartel. Primero tomaron el micrófono un grupo de poetas. Les siguieron ex combatientes que recordaron los difíciles años previos al triunfo de la Revolución.

Cuando le tocó el turno a Raúl Castro, comenzó haciendo un repaso de la situación militar de la isla, uno de los temas que más conoce. Durante los 48 minutos que duró su discurso explicó por qué la isla está lista para defenderse de cualquier ataque externo y, acto seguido, comenzó a cuestionar las políticas de Washington hacia la isla y el mundo. Además de mencionar la guerra en Irak y Afganistán, dijo que el gobierno de George Bush está agravando la crisis alimentaria con su política de biocombustibles, una denuncia que Fidel viene realizando desde sus editoriales hace más de un año.

Exactamente a la cero hora la música cesó y el cielo se encendió. Los fuegos artificiales iluminaron a los miles de personas que desfilaban y bailaban por las calles de Santiago de Cuba. Durante unos minutos, la vorágine de colores, reggaeton y salsa que había comenzado al caer el sol el viernes se congeló y todos, mirando el cielo, cantaron el himno nacional. Hacía exactamente 55 años, Fidel Castro y sus hombres intentaban tomar el cuartel de la Moncada. Fracasaron, pero fue el primer paso hacia la Revolución Cubana.

“Aquí se viene a bailar y a beber hasta que salga el sol”, contó sin dejar de contonearse Rafael Rodríguez, un camionero de 50 años. El carnaval de Santiago, una tradición que precede la revolución, es el preludio popular a las celebraciones oficiales. Seis congas compiten entre sí durante toda la noche. Como las comparsas de Río, pero menos aparatosas, los coloridos atuendos, las caderas incansables y los tambores de los salseros inundan la segunda ciudad de la isla y cuna de la revolución.

Cuando amanece, la fiesta empieza a cambiar de color. Pasadas las cinco de la mañana, un grupo de 150 chicos de primaria y secundaria, vestidos como guerrilleros, inundaron el centro de la Moncada, hoy un distrito puramente escolar. Armados sólo con sus lápices, asaltaron el antiguo cuartel militar, como lo hicieran sus abuelos. En la fachada del edificio, que aún conserva los huecos de las balas disparadas en 1953, dos gigantescas banderas, la cubana y la rojinegra del Movimiento 26 de Julio, flanqueaban una foto de Fidel con el puño en alto y un lema que reza “Victoria de las ideas”.

La última vez que el histórico líder cubano apareció en público fue un 26 de julio, hace dos años. Allí, en ese mismo lugar, dio su último discurso. Cinco días después cedía provisoriamente el mando del país a su hermano menor, Raúl. El año siguiente el aniversario de la toma del cuartel de la Moncada marcó otro momento histórico para los cubanos. Su nuevo presidente reconocía un“exceso” de limitaciones y prometía cambios profundos. Desde entonces, el gobierno cubano liberalizó la compra de electrodomésticos, computadoras y celulares, abrió los hoteles de lujo para los cubanos, se comprometió a aumentar los salarios y comenzó una política de redistribución de las tierras ociosas.

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