EL MUNDO › ESCENARIO
› Por Santiago O’Donnell
Al parecer, en las horas previas a la operación rescate de Ingrid Betancourt varios miembros del ejército y del aparato de inteligencia colombianos se pusieron muy nerviosos. “Fue una operación perfecta”, había dicho Betancourt apenas se bajó del helicópero que la trajo de la selva junto a otros catorce ex rehenes el pasado 2 de julio.
Esa noche, en conferencia de prensa junto al presidente colombiano Alvaro Uribe, la ex rehén más famosa contó algunos detalles del operativo. Lo primero que le preguntó el presidente fue si había visto algún emblema en los helicópteros usados en el rescate. “Por supuesto que miré señor presidente. En los años que llevamos como rehenes nos hemos convertido en expertos en identificar a quienes nos vienen a ver. Eso es lo extraño. Vi un helicóptero blanco y me dije, ¿qué es esto? ¿Francia? No. ¿Cruz Roja? No. No había símbolos, no había emblemas”, contestó Betancourt.
El video del operativo de cuatro minutos y medio editado por el ejército colombiano no mostraba el aspecto exterior del helicóptero, pero algunos periodistas colombianos alcanzaron a observar que uno de los rescatistas portaba un brazalete que parecía de la Cruz Roja. Dos semanas después la CNN confirmó la noticia con un informe que ampliaba el video del ejército y mostraba claramente el brazalete.
Al día siguiente, en otra conferencia de prensa, Uribe admitió el uso del emblema y pidió disculpas a la Cruz Roja. “Este oficial, al confesarles ese error a los altos mandos, ha dicho que cuando el helicóptero se aprestaba a aterrizar vio tal cantidad de guerrilleros que se puso en una situación de mucho nerviosismo, que temió por su vida y que sacó el pedazo de tela con los símbolos del Comité Internacional de la Cruz Roja que llevaba en su bolsillo y lo puso sobre su chaleco”, relató el presidente con tono amable. Está bien, es entendible. Hasta los más avezados soldados pueden ponerse nerviosos ante un operativo de semejante envergadura.
Pero la historia no termina ahí. En el mismo informe, el corresponsal de la CNN informa que una fuente militar le mostró y le quiso vender video y fotografías que habrían sido tomados en un descampado militar en los momentos previos a la Operación Jaque, en los cuales se ve a los costados del avión una franja roja sobre la pintura blanca del helicóptero, similar a la que usan los vehículos de la Cruz Roja. También se ve un logo de un pájaro naranja sobre tres círculos celestes, con la leyenda “Misión Humanitaria Internacional”. Se trata de una organización humanitaria trucha, creada para el rescate. Pero el nombre, la forma y los colores de su logo se parecen mucho a los de una organización verdadera, Global Humanitaria, una ONG con sede en Barcelona que actúa en Colombia desde hace muchos años.
Para darle credibilidad a la ONG trucha, pocos días antes del rescate, agentes del gobierno colombiano subieron a Internet la página oficial de Misión Humanitaria Internacional. Según reveló la revista colombiana Semana, en su página web la ONG trucha se apropió de los datos de registro de Global Humanitaria, la del logo parecido. Le copió su número de asociación, el 22.695, y la fecha de inscripción, 2 de noviembre de 1999, del Departamento de Justicia del gobierno regional de Cataluña, más datos del Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior y del Registro de Organizaciones No Gubernamentales del Desarrollo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid). También copió la razón social y los objetivos de Global Humanitaria, además de los países donde trabaja y las cosas que hace, casi palabra por palabra.
Global Humanitaria es una fundación laica dedicada desde hace algo más de diez años a mejorar las vidas de niños pobres en el Tercer Mundo. Lo hace a través de un monitoreo de casos de abuso y pedofilia, y sobre todo a través de programas de cooperación de desarrollo comunitario, convencida de que la mejor manera de ayudar a los niños es ayudando a toda la comunidad. Está activa en diez países de Asia, Africa y América latina. En Sudamérica desarrolla programas en el interior de Perú, Bolivia y Colombia. En Colombia colabora desde 1998 con proyectos de salud, educación, seguridad alimentaria, formación, desarrollo comunitario, derechos humanos y emergencias en cuatro municipios del Pacífico, donde beneficia directamente a más de 15.000 personas.
La página de la ONG trucha desapareció de la web al día siguiente del informe de la CNN, pero los periodistas que la visitaron aseguran que estaba llena de faltas de ortografía y que el teléfono de contacto que daba es “000-0000”, entre otros desatinos, como si fuera un trabajo hecho a las apuradas por gente no muy experta. O por gente que se puso nerviosa.
Así como un soldado se puso nervioso y decidió colocarse el brazalete de la Cruz Roja, otro soldado se habrá puesto nervioso y decidió apropiarse de la historia de una ONG que cuida niños cerca de la zona del conflicto. Otro soldado seguramente se puso nervioso y pintó el lomo del helicóptero con el rojo y blanco de la Cruz Roja y el celeste y naranja de Global Humanitaria. Uribe también, seguramente nervioso aunque no lo demostraba, armó una conferencia de prensa para negar lo sucedido. Ingrid Betancourt, consciente o inconscientemente, nerviosa o en estado de shock después de seis años de cautiverio, avaló la versión del presidente colombiano.
Por suerte para Ingrid y sus compañeros, en medio de ese estado de nerviosismo se armó una operación “perfecta”, un impecable simulacro de misión humanitaria bajo la protección de la Cruz Roja, seguido por una cuidada puesta en escena para negar el ardid.
¿Y qué tiene de malo mentirle a los guerrilleros que engrillan a civiles inocentes? Nada, al contrario. Pero no se puede hacer cualquier cosa.
“El Derecho Internacional Humanitario (DIH), tanto el contenido en los Convenios de Ginebra y sus Protocolos Adicionales, como el considerado consuetudinario, permite las estratagemas siempre y cuando no violen el DIH. Es decir, entiende que las estratagemas, entendidas como actos destinados a confundir al enemigo mediante el engaño, la utilización de informaciones falsas, y un largo etcétera, son algo casi consustancial a la acción militar en las guerras. Ahora bien, pone ciertos límites cuando se hace un uso indebido de los emblemas de protección contenidos en los Convenios de Ginebra o de otros símbolos o emblemas identificativos como la bandera blanca de parlamento, los uniformes de las Naciones Unidas, y otros”, escribió la semana pasada Francisco Rey Marcos, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria.
El crimen se conoce como perfidia y está tipificado en los protocolos de Ginebra. Consiste en la utilización de símbolos de países y organizaciones neutrales durante un conflicto armado. Existe por razones obvias.
“Hay ONG y el propio CICR (Comité Internacional de la Cruz Roja) que intentan suministrar ayuda humanitaria a las víctimas en zonas bajo el control de las FARC o mediar en el conflicto y que pueden, sin duda, ver afectada su labor, construida tras años de esfuerzos y de mantenimiento de una estricta neutralidad”, explica Rey Marcos.
La semana pasada Global Humanitaria emitió un comunicado en el que niega cualquier tipo de vinculación con Misión Humanitaria Internacional, exige respeto a su neutralidad y pide una entrevista con Uribe para aclarar los tantos. “Estamos sorprendidos porque nuestra posición y nuestro trabajo es muy neutral. No tenemos nada que ver con esta ONG ficticia. No hemos hecho nunca gestiones humanitarias delante de las FARC”, declaró Lina María Correa, directora de Global Humanitaria Colombia. Al teléfono desde Barcelona, Cinta Pluma, vocera de la ONG, dice que no habrá más declaraciones de la organización hasta después de reunirse con Uribe, ya que las gestiones están bien encaminadas y no quiere entorpecerlas. Pero el daño ya está hecho.
No es que uno quiera buscarle la quinta pata al gato de una operación que casi todo el mundo dice que salió muy bien. No es que uno quiera opacar una liberación tan buscada y esperada.
Pero hay que decirlo: ni Bin Laden usó el emblema de la Cruz Roja para cometer atentados. Tampoco las FARC para engañar al ejército colombiano. Ni Videla ni Pinochet ni el peor dictador, que se sepa, han violado la neutralidad de organizaciones humanitarias para combatir la guerrilla, aunque sea por falta de imaginación. Con un simple brazalete, Uribe hizo que el mundo sea más peligroso.
En Colombia hoy se acepta cualquier violación al derecho internacional con tal de acabar con el flagelo de los secuestros: el rapto del guerrillero Rodrigo Granda en territorio venezolano, el ataque contra el campamento de Reyes en territorio ecuatoriano, la violación del símbolo de la Cruz Roja, la falsificación de datos de registro del gobierno español. Pero no hay Estado sin estado de derecho. Ya sabemos, el fin no justifica los medios.
Dos mil rehenes colombianos permanecen en la selva. No cuesta mucho imaginarse sus caras de pánico la próxima vez que se arrime la Cruz Roja o alguna ONG con remedios y comida. O el miedo de los voluntarios cuando emprendan su próxima misión. O la desconfianza de los guerrilleros. Ya lo anunciaron los Redonditos de Ricota: “Fusilados por la Cruz Roja, encanados por un Robocop sin ley”.
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