Desde Londres

Las vacaciones de un primer ministro están llenas de sobresaltos. Con las encuestas de popularidad por el suelo y el partido en estado de sublevación interna por la catastrófica derrota la semana pasada en Glasgow este, Gordon Brown apenas ha tenido tiempo de acomodarse en las playas de Suffolk, en la costa oeste de Gran Bretaña, para tomarse su primer descanso desde que sustituyó a Tony Blair el año pasado. “Un primer ministro tiene que poder comunicar, persuadir y activar. Si no lo hace, su mensaje se pierde. Necesitamos una nueva elección de líder partidario”, dijo el diputado de la izquierda laborista Gordon Prentice pidiéndole un patriótico paso al costado.

Prentice es el segundo diputado laborista que se pronuncia por un reemplazo del primer ministro, quien no parece recuperarse de la derrota a manos de los nacionalistas escoceses el pasado jueves en Glasgow Este, histórico bastión laborista. Sus declaraciones se suman a los rumores y especulaciones de la prensa británica que no parecen demasiado optimistas respecto a sus posibilidades de que el laborismo sobreviva a la actual tormenta política y debacle económica.

A nivel oficial las principales figuras partidarias salieron nuevamente a respaldar a Brown. La viceprimera ministra Harriet Harman, a cargo del gobierno en su ausencia, descartó un reemplazo del primer ministro. “Creo que Gordon Brown, más que nadie, ha mejorado la situación de los británicos en los últimos diez años”, dijo Harman. En el mismo sentido se pronunciaron la ministra del Interior Jaqui Smith, el jefe del Partido Laborista Tony Lloyd y el ex viceprimer ministro John Prescott.

Los analistas consideran que Brown tiene hasta fin de año para demostrar que puede revertir la actual situación de cara a las elecciones de 2010. Es posible que el primer ministro, en su actual situación de debilidad, haga un giro a la izquierda, como podría indicar su reciente anuncio de que habrá un aumento del salario mínimo, medida resistida por los empresarios británicos. Por el momento, su mejor refugio es el receso veraniego de la política británica.