Vie 01.08.2008

EL MUNDO  › EL DIRECTOR NACIONAL DE INTELIGENCIA RESTARA COMPETENCIAS A LA CIA

Bush reorganiza los servicios secretos

El mandatario pone en manos de un zar de inteligencia –Mike McConnell– la organización y el funcionamiento de las dieciséis agencias. Y le retira a la CIA la potestad de centralizar los canales de información entre el gobierno de EE.UU. y los otros países.

› Por David Alandete *

Desde Washington

A cinco meses de abandonar la Casa Blanca, el presidente Bush ha culminado esta semana una de las mayores reestructuraciones a las que se ha sometido a las dieciséis agencias de inteligencia de EE.UU. En una orden ejecutiva emitida ayer, Bush pone en manos de la figura del director nacional de Inteligencia la organización y el funcionamiento de las diversas agencias de espionaje. El mismo presidente creó este puesto en 2005 para ejercer un mayor control sobre las tareas de espionaje y acabar con las históricas divisiones y rencillas que existían entre departamentos como la CIA y el FBI.

Para conferirle al director de Inteligencia, Mike McConnell, poderes casi plenipotenciarios sobre todas las agencias, Bush aprobó ayer diversos cambios en la orden ejecutiva sobre las agencias de inteligencia, emitida por el presidente Ronald Reagan en 1981. “La nueva versión de esta orden decreta que las diversas agencias deben aportar información certera e intuitiva, en un calendario adecuado, sobre las amenazas que suponen el terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva”, dijo ayer la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino. A partir de ahora, este director, al que se conoce coloquialmente como el “zar de la inteligencia” y que depende directamente del presidente, deberá aprobar cada detalle relativo a las diversas agencias, desde los presupuestos hasta sus prioridades.

Desde la creación de esta figura hace tres años, había existido un acalorado debate entre los diversos departamentos de espionaje sobre cuáles deberían ser sus funciones y sus límites. Ayer, Bush despejó cualquier duda, otorgándole a McConnell incluso el poder de organizar los cuadros de mando de las dieciséis agencias. Sobre él recae a partir de ahora la responsabilidad de nombrar a todos los directivos, tanto a aquellos que ocupen los puestos más altos de responsabilidad como a sus subordinados directos. Además, Bush le retira a la CIA la potestad de centralizar los canales de información y espionaje entre el gobierno de EE.UU. y los de otros países. Hasta el momento, era la CIA la agencia que se encargaba de analizar y procesar los datos procedentes de sus homónimos en el extranjero. Con la nueva orden, esta responsabilidad recaerá sobre el director nacional de Inteligencia.

Desde su llegaba al gobierno, Bush le ha recortado a la CIA su papel de departamento que centralizaba las acciones del resto de agencias. Hasta 2005 era el director de la CIA, puesto ocupado ahora por Michael Hayden, quien asesoraba al presidente en materia de espionaje y quien presidía sobre las otras quince agencias. En aquel año, Bush subordinó esta figura a la del director nacional de Inteligencia, elegido por él mismo y con un canal de acceso directo al Despacho Oval.

El informe del Congreso sobre los atentados del 11S culpaba a la CIA, entre otras agencias, de la cadena de errores que permitieron la muerte de más de 3000 personas. Se acusó a esta agencia de no haber perseguido a tiempo al líder de Al Qaida, Osama Bin Laden, en Afganistán, y de no haber informado al FBI de que los terroristas suicidas Khalid Almihdhar y Nawaf Alhazmi habían obtenido sendos visados y que se encontraban en suelo estadounidense en el verano de 2001. Ambos estrellaron el avión de la línea 77 de American Airlines contra el Pentágono, un atentado en el que fallecieron 184 personas. El propio director nacional de Inteligencia, Mike McConnell, ha trabajado en la reestructuración durante más de un año. Ayer, mientras informaba de sus nuevas responsabilidades a la Cámara de Representantes, los miembros del Partido Republicano abandonaron la sala en protesta. Muchos de ellos consideran que Bush debía haber consultado con el Congreso antes de aprobar estos cambios.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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