Dom 31.08.2008

EL MUNDO  › PARA TAPAR CRIMENES DE LA DICTADURA EN BRASIL

Vuelven los militares

Un grupo de oficiales brasileños llamó “terrorista” al gobierno y el ejército respaldó la ley de amnistía. De a poco va resurgiendo el viejo partido militar.

› Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

Derrocar al gobierno constitucional de Luiz Inácio Lula da Silva no pasa por la cabeza del más afiebrado militar brasileño: tres expertos consultados por este diario en los últimos meses coincidieron en ese punto. Sin embargo la oposición a cualquier investigación, mucho más a cualquier punición, de los crímenes cometidos durante la dictadura (1964-1985) expresada recientemente por militares, dejó en evidencia que en los cuarteles aún impera el espíritu de cuerpo a la hora de boicotear la revisión del pasado.

Como si fueran un partido político en campaña, generales y coroneles, en su mayoría jubilados, reunidos en el Club Militar de Río de Janeiro, desafiaron al poder civil reivindicando la ley de amnistía de 1979 y calificaron de “terroristas” a ministros del actual gobierno por haber participado en la resistencia al gobierno de facto. La naftalina ideológica no terminó allí: uno de los más exaltados insinuó que el Palacio del Planalto (presidencia) es connivente con los guerrilleros de las FARC colombianas.

“Antidemocráticos” y “nostálgicos de la Guerra Fría” los definió el secretario de Derechos Humanos del gobierno federal, Paulo Vannuchi.

Lejos de ser expresión de un grupo de desvariados, las piezas discursivas del Club Militar expusieron, oficiosamente, el parecer de la jerarquía castrense. En Brasilia, horas después del acto carioca, la Comandancia del Ejército divulgaba una nota, seca y sin adjetivos, dando por cerrado el debate sobre la ley de amnistía y, con ello, el juzgamiento de los sospechosos de torturas y desapariciones, delitos de lesa humanidad que según el Ministerio de Justicia no pueden ser amnistiados.

Aunque carezca de existencia formal, el partido militar ha demostrado eficacia política al incrustar una cuña entre el ministro de Defensa, Nelson Jobim, adverso a “reabrir las heridas” del pasado, y Tarso Genro, ministro de Justicia, que defendió la apertura de procesos contra los sospechosos de crímenes que tuvieron como víctimas a militantes brasileños y extranjeros. Genro viajó meses atrás a España donde se reunió con el juez Baltasar Garzón. El magistrado español, según trascendió, dejó abierta la posibilidad de que la Justicia de su país inicie una causa por la muerte del catalán Miguel Sabat Nuet, ocurrida en noviembre de 1973 en un centro de detención de la policía política del régimen.

“Brasil es uno de los países más atrasados en la investigación de lo que aconteció en el régimen militar. Aquí impera una oscuridad sobre el pasado... y contra esa oscuridad puede ayudar la apertura de una causa en una corte de otro país”, resumió la fiscal Eugenia Gozaga Fávero, que solicitó la exhumación del cuerpo de Sabat Nuet.

Ciertamente, después de que el presidente paraguayo Fernando Lugo recibiera la semana pasada un informe con más de 19.000 casos de violaciones de derechos humanos durante el stronissmo, Brasil ha quedado en la retaguardia del esclarecimiento de la barbarie.

Como cualquier partido que se precie de tal, el militar, además de una ideología, la de Seguridad Nacional, también tiene objetivos de poder.

Estos se desprenden de su equipamiento y presupuesto necesarios para dar respuesta a las hipótesis de conflicto que están en fase de revisión.

El próximo 7 de septiembre, Día de la Independencia, ministros y comandantes de las fuerzas armadas presentarán el Plan Estratégico de Defensa Nacional, donde, se descuenta, la Amazonia y los “megacampos” petroleros descubiertos en los últimos meses en el litoral atlántico serán las áreas prioritarias.

“Históricamente la Amazonia fue considerada por los militares como un coto de caza. En la dictadura quisieron poblarla con un proyecto de desarrollo y autoritario, y ahora vuelven a mostrar que ellos quieren ser los dueños de la soberanía”, resumió el profesor Argemiro Procopio.

El titular de relaciones internacionales de la Universidad de Brasilia planteó durante una entrevista con PáginaI12 que “después de muchos años de ostracismo los militares están volviendo a escena, y la cara visible es el general Augusto Heleno Ribeiro, que no por casualidad es jefe del Comando Militar de la Amazonia”.

Procopio sostiene que la “cuestión nacional” hoy pasa por la Amazonia”. “La Amazonia está haciéndose brasileña, bajando a la opinión pública del sureste, que es la que decide”, entiende Procopio.

Heleno Ribeiro protagonizó una suerte de insubordinación contra el Poder Ejecutivo cuando censuró la política de defensa en las fronteras amazónicas que se encuentran “amenazadas” por la “codicia” de potencias extranjeras.

La provocación del general fue sancionada con una orden de “silencio” emanada del Palacio del Planalto, pero aprobada por una veintena de diputados y senadores, en parte vinculados con los productores agropecuarios de la Amazonia, la pata legislativa que precisaba el partido militar

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