EL MUNDO › LA CANCILLER GANó LAS INTERNAS DEL OFICIALISTA PARTIDO KADIMA
Según sondeos a pie de urna, la ministra de Exteriores logró entre 47 y 49 por ciento de los votos, contra el 37 por ciento del “halcón” Mofaz. Livni tiene un plazo de 42 días para formar gobierno.
› Por Juan Miguel Muñoz *
Desde Jerusalén
La ministra de Relaciones Exteriores israelí, Tzipi Livni, dio ayer el primer paso para dirigir el gobierno al imponerse en las primarias del partido centrista Kadima, puesto en el que sustituye al primer ministro Ehud Olmert. Livni reivindicó la victoria al declarar a sus partidarios que “ganaron los mejores”. Según varios sondeos a pie de urna, Livni logró entre 47 y 49 por ciento de los votos, contra el 37 por ciento logrado por su rival, el ministro de Transporte y “halcón” Shaul Mofaz. Al superar el 40 por ciento de los votos, Livni evitó ir a una segunda vuelta. Hoy se anunciarán los resultados oficiales.
“Hicieron un trabajo extraordinario, ganaron los mejores”, dijo Livni a los militantes de Kadima. “Haré lo que sea para no decepcionarlos, pelearon como leones”, agregó. La popularidad de Livni en las consultas a nivel nacional era manifiestamente superior a la de Mofaz. Los afiliados del Kadima, el partido israelí fundado por Ariel Sharon, votaron ayer para elegir al sucesor de Ehud Olmert al frente del partido, y probablemente del gobierno. Más del 50 por ciento de los 74.000 afiliados de Kadima acudieron a votar.
Pero los avatares en el interior de los partidos son a menudo indescifrables. Para nadie en Israel supondría una sorpresa mayúscula que el ex jefe del Estado Mayor y ex ministro de Defensa se hubieran llevado el triunfo. Entre otros motivos, porque Mofaz –a diferencia de Livni, que por razón de su cargo ha descuidado la atención a los afiliados del partido– es capaz de movilizar en mayor medida a los alcaldes, dirigentes sindicales y dirigentes locales de Kadima. Además, esta formación contaba hace sólo pocos meses con 30.000 afiliados. Desde entonces, 40.000 más se han sumado y muchos son también miembros o simpatizantes del Likud, el partido derechista que desea el triunfo de Mofaz.
Los otros dos candidatos en juego –Meir Shitrit y Avi Dichter, también ministros– apenas tenían opciones. Sólo si entre los dos sumaban más del 20 por ciento de los votos se celebraría una segunda vuelta la próxima semana, porque para ser elegido en primera ronda es necesario obtener el 40 por ciento de los votos.
La pasión por estos comicios es limitada. La sociedad israelí está hastiada de la corrupción de sus líderes –Olmert se ha visto abocado a la renuncia tras ser investigado y acusado de varias corruptelas– y observa que las diferencias entre los candidatos son escasas. Los une que los principales aspirantes están libres de sospechas.
Una vez conocido el nuevo presidente del partido, se abre un período plagado de incógnitas. Livni tendrá dificultades para formar gobierno. Uno de los pilares de la coalición, el partido ultraortodoxo Shas, es la clave para eludir la convocatoria de elecciones anticipadas. La ministra de Exteriores no parece dispuesta a acceder a las renovadas exigencias financieras que este partido, tildado de chantajista por los políticos laicos, exige para la población ultraortodoxa.
En todo caso, los plazos pueden prolongarse muchos meses. Livni hará esfuerzos para formar una coalición de gobierno que podría evitar una elección anticipada, que las encuestas señalan que la ganaría Benjamin Netanyahu, del ala derecha de Likud. Ese período puede durar hasta un máximo de 42 días. Si fracasa el intento, se llevará a cabo una elección 90 días después. Olmert podría mantenerse en funciones durante gran parte o todo ese período.
Olmert fue uno de los primeros en felicitar a Livni, a la que en su momento llegó a acusar de “traidora” y “mentirosa”. “Le deseó éxito y los dos acordaron reunirse. El primer ministro dijo que Livni gozará de su plena cooperación y Livni dio las gracias al primer ministro”, afirmaba un comunicado de la oficina de Olmert. Olmert prometió dimitir en cuanto tuviera sucesor en la dirección de Kadima, aunque permanecerá a la cabeza del gobierno de transición hasta que se forme un nuevo gabinete.
Tras trabajar para el Mossad, el servicio secreto israelí, la carrera de Livni, una madre de dos niños nacida el 8 de julio de 1958, fue meteórica.
Sus primeros pasos políticos los dio en las filas de la derecha nacionalista y en 1999 entró en la Kneset (Parlamento). Con el paso del tiempo fue dejando de lado esos ideales para escalar puestos hasta la cima de Kadima, donde ingresó al poco de ser fundado por el primer ministro Ariel Sharon, a finales de 2005. La canciller cuida su imagen de mujer íntegra –nunca ha sido investigada por la Justicia– y dice tener la intención de restaurar “la confianza” de los israelíes.
* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.
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