A tres días del referéndum en el que se votará la nueva Constitución de Ecuador que impulsa el presidente Rafael Correa, la campaña electoral bajó el telón. Simpatizantes y opositores a la nueva Carta Magna cerraron la contienda electoral en Guayaquil, bastión de la oposición, donde el alcalde, Jaime Nabot, advirtió que las cosas se pondrán duras si triunfa el Sí. Con los números de la última encuesta ampliamente a su favor, Correa respondió a las críticas opositoras sobre el supuesto escaso margen autonómico del proyecto. “Lo que les molesta (a la oligarquía) es que un modelo de política de izquierda impulse por fin esa anhelada autonomía”, aseguró en el acto de clausura.

El cierre de campaña se produjo un día después de la decisión de Correa de embargar los bienes e impedir la salida de Ecuador a algunos de los ejecutivos de Odebrecht, una de las mayores constructoras brasileñas. Ayer, desde Brasilia volvieron a manifestar su “preocupación” por la medida, pero lo atribuyeron al clima previo a los comicios, como lo había hecho el martes presidente, Luiz Inácio Lula da Silva. “Es importante recordar que tenemos muchas elecciones. En Ecuador, habrá elecciones el domingo. Dejemos un poco pasar la pelota para solucionar este problema”, dijo el martes desde Nueva York.

Más temprano, Correa había firmado un decreto en el que instaba a la compañía a pagar al Estado las compensaciones previstas en las garantías, por la falta de funcionamiento de la central hidroeléctrica de San Francisco. La medida también implicó la militarización de la planta para garantizar que los trabajos no se paralicen. Tras el decreto, desde las oficinas de Odebrecht reconocieron la existencia de “problemas puntuales” y prometieron que la central volverá a funcionar en octubre. Pese a que gremios patronales de Brasil exigieron a su gobierno que tome una “acción enérgica”, en el comunicado de Odebrecht señalaron que la situación no afectará las relaciones entre los dos países.

Pese al incidente, el gobierno de Correa cerró ayer la campaña electoral con clima de fiesta, en un recital en el que cantaron Piero e Inti Illimani, un grupo chileno. El escenario elegido fue Guayaquil, donde el lunes el presidente se había instalado con todo su gabinete. Durante el día, en un recorrido por el centro, Correa había llamado a los habitantes de la ciudad a no dejarse engañar por la elites locales. “Están desesperadas”, dijo, y denunció que simpatizantes del Sí habían sido agredidos. La decisión de cerrar la campaña en el fortín de la oposición responde a que se trata de la mayor ciudad del país, en donde 2,3 millones de habitantes están obligados a votar.

Según un sondeo difundido ayer por la encuestadora SP, la intención de voto por el Sí a la Constitución es del 57 por ciento, muy superior al 24 por ciento que la rechazaría. La única provincia en la que los números son adversos al proyecto oficialista es la de Napo, en la que el No se alzaría con 49 por ciento de los votos, frente al 47 del Sí. En el resto, ganaría el Sí con porcentajes diversos, muy cercanos al 50 por ciento y no mayores al 60 por ciento.

La iniciativa de 444 artículos introduce reformas que regulan el libre mercado y le permiten al mandatario buscar la reelección. La derecha, la cúpula eclesiástica y los empresarios se oponen a la propuesta por considerar que concentra el poder en el jefe de Estado y abre las puertas a la legalización del aborto y el matrimonio entre homosexuales, aun cuando el texto no menciona explícitamente esas prácticas.

Por su parte, en su acto de cierre Nabot se quejó de las descalificaciones que dijo haber sufrido por parte del presidente. “Lamentablemente la contraparte ha descalificado a los que pensamos diferente”, sostuvo. Más temprano se aferraba a un triunfo en su bastión. “Si el Sí pierde en Guayaquil, la cuestión estará más peleada.”