EL MUNDO › CONVOCó A MANDELSON, UN EX MINISTRO DE BLAIR
› Por Walter Oppenheimer *
Desde Londres
Gordon Brown hizo estallar el viernes una bomba política que tomó a todos por sorpresa: el retorno al gobierno de Peter Mandelson, que tuvo que dimitir dos veces en tiempos de Tony Blair. Hasta ahora comisario europeo de Comercio en Bruselas, Mandelson es uno de los fundadores del Nuevo Laborismo y, en 1994, al apoyar a Blair para liderar el partido, se convirtió en enemigo de Brown. La remodelación anunciada ayer por el primer ministro fue más significativa de lo esperado y con un triple objetivo: reforzar el mensaje de unidad en un momento en que los laboristas parecían a punto de enfrascarse en una nueva guerra civil entre el sector afín a Gordon Brown y los partidarios del ex primer ministro Tony Blair; apelar a la experiencia frente a la amenaza del “novato” líder de la oposición, David Cameron; y renegar de cualquier giro a la izquierda pese a la tentación de responder así a la crisis financiera.
Peter Mandelson demostró en Bruselas, como comisario de Comercio, su compromiso con la economía global y fue considerado un excelente ministro de Comercio e Industria cuando estuvo al frente de esta cartera en tiempos de Tony Blair. Ahora será ministro de Negocios. Al ponerlo en esa cartera, Brown parece lanzar el mensaje de que los laboristas siguen siendo un partido orientado al mercado y que no va a haber giro a la izquierda. Por encima de todo, el cambio deja constancia de que Gordon Brown se siente seguro.
El retorno de Peter Mandelson puede interpretarse también como la decisión de un hombre desesperado, pero no fue consecuencia de presiones exteriores, sino una maniobra que provocó sorpresa –algo nada común hasta ahora en el mandato de Brown– y que denota una valentía que nadie le atribuía. Valentía no sólo por llamar a uno de sus enemigos políticos, sino porque con Peter Mandelson, llamado “el príncipe de las tinieblas” por los sindicatos, siempre viaja la controversia.
Esta es la tercera vez que vuelve al gobierno, tras verse obligado a dimitir antes dos veces: la primera por haber aceptado un préstamo hipotecario incompatible con sus funciones de ministro y la segunda por interceder ante el Home Office en beneficio de dos empresarios indios que habían financiado un proyecto público gestionado por él.
Pero Mandelson no sólo es polémico. También es uno los cerebros más afilados de la política británica y fue siempre un gestor de primera, pese a ser incapaz de poner orden en su economía doméstica. No sólo fue un excelente ministro de Comercio, sino que ejerció un papel clave en la aplicación de los Acuerdos de Viernes Santo cuando fue ministro para Irlanda del Norte. Y Gordon Brown justificó ayer su retorno en el trabajo que realizó en sus cuatro años de comisario europeo de Comercio y Desarrollo y afirmó que era “del interés nacional” tener en el gobierno a una persona de su capacidad.
* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.
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