EL MUNDO › EL DEMOCRATA DESPLEGO SU ENCANTO EN UN FEUDO OPOSITOR, EL ESTADO DE INDIANAPOLIS
El candidato afroamericano se muestra como el líder capaz de enfrentar la crisis en EE.UU. Vuelve, y con más vigor que nunca, la famosa máxima de la campaña de Bill Clinton de 1992: “Es la economía, estúpido”.
› Por Mónica C. Belaza *
Desde Indianápolis
Barack Obama sabe que puede estar rozando la Casa Blanca. Tiene el aire tranquilo del casi triunfador. La noche del segundo debate era un momento peligroso. Se esperaba que un John McCain en momentos bajos desplegara toda su artillería. Pero ahora que las encuestas erigieron a Obama como vencedor del cara a cara, el demócrata respira tranquilo. Habló en una lluviosa Indianápolis ante miles de incondicionales. Y su discurso sólo tiene ya un eje: cómo minimizar el impacto de la catástrofe financiera en la vida de los ciudadanos. Vuelve, y con más vigor que nunca, la famosa máxima de la campaña de Bill Clinton de 1992: “It’s the economy, stupid”. La economía, una vez más, es lo único que importa.
Déficit público, pérdida de empleo, la peor crisis desde la Gran Depresión, las hipotecas, el precio de la nafta... Obama habla directamente al bolsillo de los votantes. Y, mientras acusa a George W. Bush de todos los males, apela al orgullo estadounidense, a las grandes palabras: “Son tiempos difíciles, que necesitan un liderazgo fuerte”, dijo en Indianápolis. “Y tenemos que salir como norteamericanos, lograr que este siglo también sea para los norteamericanos. Con compromiso. Con coraje.” La multitud, que no se dejaba arredrar por el agua, ni por el lodazal que pisaba, lo escuchaba enfervorizada. El optimismo era absoluto. “No puede perder”, decía Pat Baker, de 58 años. “Se ve que es alguien del pueblo, no como McCain. Y no vamos a ser tan tontos como para querer ocho años de lo mismo que hemos tenido con Bush.”
El mitin se celebró al aire libre, donde tiene lugar cada año la Feria del Estado, en un espacio destinado a carreras de caballos. Uno de los establos cercanos se llamaba, curiosamente, Palin. Pero no era en honor de la gobernadora de Alaska y candidata a la vicepresidencia. Era por Sep Palin, una gloria local de las carreras de coches de caballos de principios del siglo XX.
No fue casual que Obama apareciera en Indianápolis –Indy, para los locales– después del debate. Aparte de celebrar la famosa Carrera de las 500 millas, esta ciudad es la capital de Indiana, un estado complicado pero en el que tiene posibilidades de ganar. Si lo logra, será la primera vez en más de 40 años que este territorio agrícola e industrial del Medio Oeste vota demócrata. No lo hace desde 1964, cuando Lyndon B. Johnson se llevó los votos de 44 de los 50 estados en unas elecciones excepcionales, con unos ciudadanos que todavía lloraban al asesinado John Kennedy.
Desde entonces, Indiana ha sido un bastión republicano. Ahora, las encuestas más recientes colocan por delante a John McCain, pero por un margen muy estrecho, de unos dos puntos y medio. Los dos candidatos están prácticamente igualados a pesar de que George Bush arrasó tanto en las elecciones de 2000 como en las de 2004. En las últimas, ganó al demócrata John Kerry por 20 puntos.
La crisis económica está ayudando a los demócratas a ganar terreno. La tasa de desempleo es del 6,4 por ciento, la más alta desde 1987. Hay más de 200 mil hoosiers (como se llama a los residentes de Indiana, sin que haya una explicación clara del porqué) sin trabajo. La nafta está por las nubes y tienen serios problemas con las hipotecas y las quiebras empresariales. En el diario local Indianapolis Star, el columnista Dan Carpenter escribía el miércoles sobre Obama usando una canción de Nina Simone de 1969: “Young, gifted and black, we must begin to tell our young, there’s a world waiting for you” (“Joven, talentoso y negro, tenemos que empezar a decir a nuestros jóvenes que hay un mundo esperando para ti”). “La belleza y el peligro de Obama es que no es nuestro igual”, escribía Carpenter. “Es superior. Pero necesitamos a alguien más talentoso que nosotros. Y no tiene que importarnos que sea joven y negro.”
Habrá que esperar para ver si los hoosiers le dan sus once votos electorales el 4 de noviembre. El, por si acaso, prefirió usar la frase “si soy presidente” que “cuando sea presidente”. Dicen que es supersticioso.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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