EL MUNDO › MAS DE CIEN MIL PERSONAS ESCUCHARON A OBAMA A LA VERA DEL MISSISSIPPI
En un estado que venía votando republicano como Missouri, los seguidores del senador de Illinois hicieron una demostración de fuerza cuando faltan tres semanas para las elecciones y el candidato demócrata se despega de su rival.
Barack Obama no pudo disimular ayer su emoción cuando subió al pequeño escenario montado a la vera del río Mississippi y vio una marea interminable de seguidores. “Qué espléndida vista. ¡Todo lo que puedo decir es wow!”, exclamó el joven senador con una sonrisa gigante. Y no es para menos. Más de cien mil personas habían viajado desde todo Missouri, un estado republicano durante la última década, para acompañarlo en el tramo final de la campaña. Mientras tanto, en Carolina del Norte su rival John McCain hacía apariciones menores para evitar perder otro bastión conservador a manos de los demócratas.
Hasta hace unos meses, Missouri era uno de los estados que los analistas políticos se apuraban a pintar de rojo. Sin embargo, ayer los demócratas consiguieron su mayor demostración de fuerza desde el inicio de la campaña. Como si fuera un día de campo, más de cien mil personas llegaron bien temprano al Gateway Arch de St. Louis, un arco de 192 metros de alto construido en el medio de un parque que bordea el río. Estudiantes universitarios y voluntarios de la campaña grababan con sus celulares o sus cámaras de fotos digitales el inusual acontecimiento.
“Estoy impresionada de ver tanta gente de todos los colores”, contó feliz Nicole Brown una joven negra que vive cerca del parque. “La verdad es que estoy ansiosa, ¿es esto real?”, dijo y miraba a su alrededor. Cuando Obama finalmente llegó y tomó el micrófono, ya no entraba ni un alfiler en el parque. Según la policía local, unas diez mil personas se quedaron afuera esperando, escuchando el discurso.
Obama irradió confianza. Estaba seguro, hacía largos silencios, ponía caras e imprimía dramatismo a su discurso. Su mensaje fue muy claro. “Mientras mi rival cree que esta campaña es sobre mí; yo creo que es sobre ustedes.” Desde principio a fin, el joven senador se dedicó a desmentir al veterano héroe de Vietnam.
La nueva estrategia de McCain es asociar el nombre del candidato demócrata a la idea de un enorme aparato de bienestar social, como el de los días de Lyndon Johnson. “¿Cómo se pueden disminuir los impuestos al 95 por ciento de los estadounidenses si más del 40 por ciento no paga actualmente impuestos?”, señaló el senador de 72 años en un mensaje radial difundido ayer.
Según su razonamiento, a todos los que actualmente no pagan los impuestos, Obama les va a terminar pagando él. “Va a escribir cheques a todos ellos que se llamarán rebajas fiscales. El Tesoro cubrirá esos cheques al aumentar los impuestos a otras personas, incluidas a las que son como Joe”, explicó, recurriendo al ya famoso “plomero Joe”. Según el diario The New York Times, Joe no tiene licencia de plomero y le debe miles de dólares al Estado por impuestos atrasados.
Pero poco importa en estos días; el personaje está instalado y funciona. “Joe, con su manera directa de decir las cosas, dijo que esto le sonaba mucho a socialismo y muchos estadounidenses piensan igual”, atacó con dureza el veterano senador de Arizona. Con una diferencia de más de diez puntos porcentuales en las encuestas, el candidato republicano quiere utilizar sus últimas semanas para crear dudas sobre la personalidad de su rival y sus ideas políticas. “En el mejor de los casos, distribuir la riqueza es una idea que le suena familiar a la izquierda estadounidense, y este tipo de bienestar social ciertamente no suena a una nueva política”. Ayer Obama contestó a cada una de las acusaciones. “Para variar, John McCain miente”, sentenció Obama en St. Louis y sus cien mil seguidores estallaron en gritos y aplausos. “La única asistencia social en esta campaña es el plan de McCain de conceder otros 200 mil millones de dólares en recortes impositivos a las corporaciones más ricas de Estados Unidos”, contraatacó.
En este momento del acto, Obama se tomó un segundo y comenzó un diálogo directo con su audiencia. Les preguntó cuántos ganaban menos de 250 mil dólares por año, cuántos tenían problemas para llegar a fin de mes o tenían miedo por las cuotas de la universidad de sus hijos. Pregunta tras pregunta, la gente le respondía con gritos o levantando la mano. Con la camisa blanca arremangada, Obama lanzó la frase que marcó los últimos tres debates presidenciales: “George Bush es John McCain, y los dos están totalmente fuera de contacto con sus realidades y sus necesidades”.
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