Sáb 12.10.2002

EL MUNDO

Conozcan la versión por W. del general Mc Arthur

Mientras se acercan las elecciones del 5 de noviembre, EE.UU. filtra más rumores de guerra sobre Irak. El último dice que estaría listo a convertirlo en una colonia.

La Casa Blanca ya no sabe qué hacer para que la gente se olvide de la economía y piense en Irak. Ayer, después de que el Senado aprobara una resolución con una autorización condicionada para atacar a Bagdad, fuentes de la administración filtraron a la prensa que la Casa Blanca planea instalar, de forma temporal, a un general estadounidense al frente de Irak si Saddam Hussein y su régimen son derribados. Un gran if, desde luego. Detrás de todo esto está, por cierto, un general, pero se trata de un general civil: Karl Rove, asesor de imagen de George W. Bush y el jefe de su campaña para las elecciones legislativas del 5 de noviembre, el mismo que sugirió usar el estigma de “antipatrióticos” a los parlamentarios demócratas que pusieran en duda la imperiosidad de atacar al tirano de Bagdad y que encabezó un memorándum de instrucciones de campaña con la frase: “Concéntrense en la guerra”.
George W. Bush, que dispone ya de una autorización general del Congreso para una acción bélica (pero que requiere notificaciones permanentes, y la conformidad con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU), habría empezado a considerar las alternativas políticas para gestionar la posguerra iraquí y se inclinaría, de momento, por el sistema utilizado en Japón tras la capitulación de 1945. En Tokio fue el general Douglas Mac Arthur quien asumió plenos poderes. En Bagdad podría ser el general Tommy Franks, jefe de las fuerzas de EE.UU. en Oriente Medio, o alguno de sus subordinados. ¿Por qué no? El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, dijo ayer que la opción del gobierno militar había sido “considerada”, pero subrayó que aún no se había tomado una decisión final. Añadió que, como en Japón, un elemento esencial del Irak ocupado por EE.UU. serían los consejos de guerra contra altos mandos civiles y militares del régimen de Saddam que hubieran cometido “crímenes contra la humanidad”. Todo esto es curioso para una administración que nació proclamando su disgusto contra el nation-building, la instalación de protectorados como los de Kosovo o Bosnia, a partir de los cuales construir una nación. También es curioso considerando el costo militar y económico, que se estima en 75.000 soldados desplegados en Irak en forma permanente y 16.000 millones de dólares. Y teniendo en cuenta que desde que empezaron los tambores de guerra en abril ni una sola división ha sido agregada al plantel de sólo 30.000 soldados que Estados Unidos tiene desplegados en una vasta región desde el Mediterráneo hasta Pakistán, los trascendidos de Karl Rove sólo parecerían merecer un explícito vocablo norteamericano: Bullshit.
De acuerdo con lo que se filtró, el proyecto de dirigir directamente el protectorado iraquí, sin constituir, al menos en una primera fase, un gobierno local, supondría un reconocimiento implícito de las dificultades que implicaría mantener unido el país tras una guerra. El “modelo” de Afganistán, donde ni el presidente instalado por Washington, Hamid Karzai, ni el Ejército estadounidense son capaces de garantizar la paz más allá de la capital, Kabul, sería considerado inservible para un país mucho mayor, más rico y más culto, como Irak, que corre además el riesgo de desintegrarse por las tensiones étnicas y religiosas entre los kurdos del norte, los shiítas del sur y la minoría sunnita que actualmente domina el sistema político. De modo que Estados Unidos estaría dispuesto a instalar un sistema colonial, presuntamente financiado por las enormes reservas petroleras iraquíes. Teniendo en cuenta que Arabia Saudita tiene aún más reservas, que la conexión de los sauditas con los terroristas de Al-Qaida están mucho más probadas que en el caso de Irak, y que las Fuerzas Armadas sauditas son mucho más débiles que las iraquíes, el protectorado bien podría instalarse, con muchas más razones, en Ryad, donde el gobernador general Tommy Franks podría beneficiarse, además, de los jugosos dividendos anuales del peregrinaje árabe anual rumbo a La Meca. Pero no es lo mismo: Arabia Saudita está bajo el mando de un oscuro monarca parapléjico y gobernada por un príncipe regente aún más oscuro de unaconstelación de 6000 príncipes ignorados por la humanidad; nadie va a comparar a un enemigo tan vago como ése con el villano mediático rápidamente identificable que proporciona Saddam Hussein, con sus reconocidos mostachos y su rifle automático en mano.
Fuera de esta comedia de trascendidos, la dificultad de Estados Unidos para instalar la farsa en el teatro de la ONU aumentó ayer, con el presidente ruso Vladimir Putin negándose a dar por verdaderas las afirmaciones del visitante primer ministro británico Tony Blair de que Irak posee armas de destrucción masiva. Para sus dudas, citó una fuente inobjetable: la CIA, que en un informe trascendido el miércoles, que dio la pauta del genuino caos dentro de la administración, afirmó no tener pruebas de dichas armas. Pero el experto armamentista Karl Rove es quien tiene la palabra.

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