EL MUNDO › EL EJéRCITO IRAQUí NO QUIERE HACERSE CARGO DE LA GUERRA
Washington se cansó y le advirtió a Bagdad que el tiempo para negociar la retirada de las tropas estadounidenses se acabó. “No creo que estemos dando un portazo, pero la puerta está casi cerrada”, dijo el secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, echando mano de toda su diplomacia. Antes que él, el jefe del Estado Mayor Conjunto, el almirante Mike Mullen, también había apurado al gobierno iraquí. “Se nos está acabando el tiempo y los iraquíes no están listos para garantizar su propia seguridad”, aseguró el oficial. En Bagdad, los empujones no cayeron bien. “No es correcto forzar a los iraquíes y es inapropiado hablar a los iraquíes de esta manera”, se quejó el vocero del gobierno Alí Al Dabbagh.
El fin de semana pasado funcionarios del Departamento de Defensa no pudieron contener su alegría y, bajo promesa de anonimato, les dejaron saber a los medios estadounidenses que habían acordado una fecha de retirada con el gobierno iraquí. Los negociadores de Bagdad habían aceptado empezar con la salida gradual de tropas extranjeras en las ciudades y a partir de junio próximo. De ahí en más, a medida que juzgaran que la situación mejoraba, irían delegando el control del resto del país. Para el año 2011, decía el texto, todos los soldados norteamericanos habrían vuelto a sus hogares. Eso sí, podían quedarse o volver para entrenar a sus pares iraquíes.
Según Washington, esto es lo que aceptaron los negociadores iraquíes. Sin embargo, el texto no superó ni siquiera la primera evaluación, la del Consejo Político de Seguridad Nacional iraquí, una comisión compuesta por los principales grupos políticos y étnicos del país. “El primer ministro –Nuri Kamal al Maliki– nos dijo que lo que nos dieron con la mano derecha nos lo sacan con la izquierda”, aseguró ayer Humam Hamoudi, líder de uno de los partidos chiítas que acompañan a Maliki. “Por ejemplo, el acuerdo dice que las fuerzas estadounidenses serán retiradas de las ciudades si la seguridad lo amerita, pero ¿quién decide eso?”
No sólo los moderados –chiítas y sunnitas– rechazan el acuerdo. El fin de semana el líder radical chiíta Muqtada al Sadr movilizó a decenas de miles de seguidores a las calles para protestar contra “los intentos estadounidenses de colonizar el país”. El único grupo que apoya el plan norteamericano son los kurdos, la etnia mayoritaria en el norte.
El intrincado mapa político iraquí amenaza con frustrar los esfuerzos de George Bush para ser él y no el próximo presidente quien fije la fecha de vencimiento de la guerra en Irak. “Barack Obama prometió traer de vuelta a las tropas en 16 meses. Pero si se aprueba el acuerdo, quedaría obligado a cumplirlo y quedarse en el país tres de los cuatro años de su mandato”, explicó el analista del conservador Cato Institute, David Isenburg.
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