Dom 16.11.2008

EL MUNDO  › ESCENARIO

Cáñamo Now

› Por Santiago O’Donnell

Empujado por la crisis económica, el debate sobre la despenalización de la marihuana llegó al tope de la agenda cultural de los Estados Unidos. En las elecciones del 4 de noviembre, nueve de diez iniciativas para despenalizar su tenencia o su uso terapéutico fueron aprobadas en distintos estados de ese país.

Pero a diferencia de lo que sucede acá, en Estados Unidos la discusión no se limita a los aspectos médicos y criminalísticos que giran alrededor de la planta de marihuana, también llamada cáñamo.

Allá, en los últimos meses, el debate ha sido impulsado por aspectos económicos de candente actualidad, como la crisis de la industria automotriz, la caída en el precio de los commodities, los problemas de las economías regionales, la producción de energía alternativa y las relaciones comerciales con los países vecinos.

Todos esos temas atraviesan un juicio iniciado en junio del año pasado por dos granjeros en el estado de Dakota del Norte, que se ha convertido en un caso testigo para los defensores de la planta en Estados Unidos.

Los demandantes Wayne Hauge y Dave Monson no son dos hippies, sino más bien lo contrario. Monson, además de granjero, es un representante estadual por el Partido Republicano y vicepresidente de la legislatura de Dakota del Norte.

Los granjeros cuentan con el apoyo del gobernador republicano John Hoeven. También de la legislatura de Dakota del Norte, que en 1999 aprobó una ley que autoriza la plantación de cáñamo. Cuentan además con el aval del Departamento de Agricultura del estado, que en el 2006 completó su proceso para otorgar licencias, y a principios del año pasado extendió las primeras dos a los granjeros en cuestión.

También los apoya, o más bien los patrocina, Vote Cáñamo (Vote Hemp), un grupo de lobby en Washington D.C., que lleva gastados más de cien mil dólares en este caso.

El juicio es contra la DEA, la agencia federal antinarcóticos, que no reconoce las licencias y prohíbe terminantemente la plantación de cáñamo en todo el territorio norteamericano.

La semana pasada, tres días después de la noticia del pasaje de las distintas iniciativas pro marihuana, los granjeros ofrecieron una conferencia de prensa en el estudio de sus abogados en Bismark, la capital de Dakota del Norte. Como buenos republicanos, lo hicieron de riguroso traje y con una biblioteca jurídica como telón de fondo (foto). “Yo nunca fumé marihuana ni pienso hacerlo –dijo el granjero Hauge–. Yo quiero sembrarla por razones estrictamente económicas.”

A su turno, Monson dijo que el cáñamo es la cosecha ideal para rotar con el trigo y la avena que cosecha en su granja. Señaló que granjeros canadienses localizados a sólo 30 kilómetros de su propiedad están haciendo un gran negocio con la venta de fibras de cáñamo a las automotrices de Detroit, que las usan en los paneles de las puertas y como aislamiento en los asientos.

Y explicó que la variedad de cáñamo aprobada por el Departamento de Agricultura de Dakota del Norte no sirve para drogarse porque no contiene suficiente concentración de THC, la sustancia que produce el efecto narcótico. “El cáñamo (industrial) no tiene valor como droga”, apuntó el granjero.

El cáñamo sirve para fabricar una gran variedad de productos que se comercializan en Estados Unidos, desde sogas y telas hasta jabones y perfumes. La importación de semillas, aceites y fibras de cáñamo es legal, pero no así la producción de la planta.

Para la DEA, cualquier cultivo de cáñamo en suelo estadounidense es problemático. “El nivel de THC no importa. Si tiene THC, es ilegal”, dijo Garrison Courtney, vocero de la agencia, refiriéndose a la planta.

Sin embargo, los abogados de los granjeros aseguran que con el mismo criterio habría que prohibir las semillas de amapola que se utilizan en Estados Unidos para decorar pan, ya que contienen dosis ínfimas e imperceptibles para el organismo de opio, otra droga prohibida por la DEA. Los abogados también dijeron que el Departamento de Agricultura está en condiciones de monitorear las plantas de cáñamo para asegurarse de que no alcancen un límite de THC que sirva para la producción de droga.

Miles de negocios en Estados Unidos ya dependen de la importación de cáñamo y los expertos predicen un crecimiento mucho mayor si se legaliza la producción. “Yo creo que el mercado tiene un potencial explosivo”, dijo David Bronner, presidente de la firma Jabones Mágicos Bronner (Bronner’s Magic Soaps), de Escondido California. Citado en el periódico USA Today, el empresario dijo que gasta más de cien mil dólares por año en cáñamo canadiense para sus jabones, lociones y bálsamos.

Pero para usar cáñamo estadounidense, Bronner tendrá que esperar. En noviembre del año pasado una corte de Dakota del Norte falló en primera instancia en favor de la DEA. Los granjeros apelaron. La conferencia de prensa de la semana pasada fue para anunciar que habían presentado sus argumentos ante la Corte de Apelaciones.

“El juez no tendría que haber tomado una decisión sin escuchar testimonios sobre la diferencia entre el cáñamo industrial y la marihuana común –dijo Tim Pruden, el abogado de los granjeros–. Esperamos un fallo que diga que el cáñamo industrial no está sujeto a regulación de la DEA y que los granjeros pueden plantarlo sin ser acusados de un crimen.”

Claro que detrás del argumento jurídico aparece un razonamiento económico y por detrás, un planteo político. Por eso el abogado Purdon apeló al chauvinismo latente que siempre se manifiesta en tiempos de recesión.

“Es muy frustrante para nuestros granjeros mirar del otro lado de la frontera y ver cómo los granjeros canadienses producen cáñamo y viven de él”, se lamentó.

En las últimas semanas la caída en el precio del trigo ha castigado con particular dureza a los granjeros de Dakota del Norte, que por razones climáticas no tienen muchas opciones de cultivos.

La crisis también ha golpeado a las automotrices, que han sufrido pérdidas multimillonarias este año y que reducirían sus costos si pudieran abastecerse de cáñamo producido localmente. Pero hay más.

El paquete de reactivación que impulsa el presidente electo Barack Obama se basa en subsidios para el desarrollo de biocombustibles. El cáñamo es una fuente potencial de biocombustible. Al ser una especie muy adaptable puede plantarse en todo el país, aun en tierras agotadas o no aptas para otros cultivos. A diferencia del biocombustible en base a maíz que hoy se produce en Estados Unidos, el de cáñamo no afectaría la producción de alimentos.

Pero la versatilidad de la planta termina siendo el mayor obstáculo para su introducción masiva en el mercado norteamericano. En la industria médica, la droga THC no tiene sustituto como inductor de apetito para pacientes de cáncer. Las pastillas de THC que se venden en las farmacias se obtienen de plantaciones manejadas por el Departamento de Salud. El THC tiene otros usos medicinales, como bronquiodilatador e inhibidor de presión ocular, pero no ha sido aprobado para esos usos porque hay drogas alternativas que comercializan los grandes laboratorios.

Por su parte, el cáñamo industrial podría abastecer de materia prima local a varias industrias, no sólo la cosmética, la automotriz o la de biocombustibles.

Las prendas de cáñamo representan una amenaza para la industria del algodón, principal fuente de trabajo en las zonas rurales de Georgia y Alabama, acaso las más pobres del país. El cáñamo legal sería también un competidor durísimo para la industria maderera en la producción de papel y materiales de embalaje, ya que la planta crece rápido y no necesita tanto cuidado.

Pero la producción de materias primas es el eslabón más vulnerable en la cadena de valor, y por eso sus empresarios cuentan con fuertes protecciones y un gran poder de lobby a nivel federal.

Hasta ahora esos lobbies han tenido éxito suprimiendo el debate económico y han prevalecido los argumentos en favor del prohibicionismo, que apelan a la moral puritana de la ética protestante, pilar fundacional de la cultura estadounidense.

Pero los efectos del crac financiero, unidos a los aires de renovación que trajo Obama al movimiento de derechos civiles, amenazan con alterar esa ecuación. Las iniciativas aprobadas el 4 de noviembre son señales.

Las crisis siempre representan una oportunidad. Los granjeros republicanos de Dakota del Norte ya se dieron cuenta.

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