Sáb 17.01.2009

EL MUNDO  › HOY SE REUNE DE URGENCIA EL CONSEJO DE MINISTROS PARA APROBAR UNA TREGUA UNILATERAL, PERO NO SE VA DE GAZA

Israel prepara el anuncio de alto el fuego

Todo se precipitó en El Cairo gracias a las garantías ofrecidas por Egipto en torno de la seguridad en la frontera con Gaza. El ejército israelí prosiguió con sus ataques contra varios objetivos, pero los tanques se replegaron a los suburbios.

› Por Eduardo Febbro

Desde Jerusalén

Con dos Intifadas y seis guerras en el decurso de su joven trayectoria, Israel se apresta a poner fin este sábado a su séptimo conflicto armado, el tercero del siglo XXI después de la guerra contra el grupo integrista libanés Hezbolá –2006– y la reocupación de seis territorios palestinos en 2002, que desembocó en la extensa agonía política y humana de Yasser Arafat. La población palestina de Gaza podrá salir a la luz y buscar sus muertos entre los escombros dejados por armas de ciencia-ficción empleadas contra una población civil ya asfixiada por la administración represiva del movimiento islamista Hamas. A lo largo del jueves, toda una serie de signos convergentes apuntaban hacia la conclusión de una tregua a pesar de que aún subsistían puntos no resueltos en el acuerdo con el grupo integrista pactado a través de Egipto. Durante el día, el portavoz del primer ministro Ehud Olmert dijo que se estaba muy cerca del “acto final” y, ya tarde en la noche, una fuente del Ejecutivo israelí adelantó que “el gabinete de seguridad debe votar a favor de un alto el fuego unilateral luego de la firma de un acuerdo de seguridad en Washington y gracias a los avances significativos realizados en El Cairo”.

La perspectiva de un alto el fuego estuvo en la línea del horizonte desde el amanecer. Pese a que el ejército prosiguió con sus ataques contra varios objetivos en Gaza, la estrategia de ahogo del territorio palestino se suavizó a tal punto que los tanques israelíes se replegaron a los suburbios de algunas ciudades que ya habían prácticamente ocupado. El punto de inflexión del conflicto pasó por el doble eje de la Casa Blanca y Egipto. La ministra israelí de relaciones exteriores, Tzipi Livni, pactó el respaldo de Washington para frenar el contrabando de armas en la frontera entre Gaza y Egipto al tiempo que, en el curso de su segundo viaje de la semana a Egipto, el negociador israelí Amos Gilad obtuvo garantías de El Cairo en el mismo sentido. Nada permitía presagiar un desenlace tan rápido. El negociador israelí había partido de Egipto sin haber formalizado el acuerdo, mientras que el jefe político de Hamas en el exilio, Khaled Mechaal, había rechazado la tregua con Israel. Por esta razón, Egipto volvió a convocar a los emisarios de Hamas a fin de ultimar los detalles del acuerdo final.

El diario israelí Haaretz reveló que todo se precipitó en El Cairo gracias a las garantías ofrecidas por Egipto en torno de la seguridad en la frontera con Gaza. Según la prensa local, el montaje prevé el recurso de alta tecnología para combatir las actividades ilícitas en la frontera con Egipto –contrabando de armas–, una serie de operativos especiales en la misma Gaza contra los contrabandistas que operan en la ciudad de Rafà, así como la intervención de expertos internacionales que tendrán la misión de encontrar los túneles por donde ingresan las armas de contrabando. Fuentes gubernamentales citadas por la prensa israelí precisaron que el ejército israelí permanecerá estacionado en Gaza por un tiempo que no fue precisado. “Si Hamas vuelve a abrir fuego, no dudaremos en responder y proseguir con nuestra ofensiva, aclaró anoche una fuente cercana al gobierno citada por los medios israelíes. Según la misma fuente, el primer ministro israelí “está satisfecho con los resultados de las negociaciones de El Cairo porque respondieron a las exigencias de base de Israel, que quería una respuesta firme sobre el fin de los disparos de misiles y un acuerdo acerca de la coordinación entre Israel y Egipto sobre la apertura de los pasos fronterizos”, el de Rafà con Egipto y el de Eretz con Israel.

El otro elemento decisivo del alto el fuego unilateral es el acuerdo al que llegaron Estados Unidos e Israel sobre el mismo tema, es decir, la supervisión de la frontera. El esquema pactado con la capital norteamericana comprende compartir información, asistencia técnica, la utilización de varios recursos norteamericanos para impedir que Hamas haga pasar las armas por tierra, mar o aire, dispositivos de detención, vigilancia aérea y hasta la intervención de barcos de países miembro de la OTAN a fin de obstaculizar el contrabando marítimo. Quedan otros puntos o exigencias que Israel introdujo. Una de ellas evoca la condición de que fuerzas de la Autoridad Palestina se desplieguen en la frontera con Egipto. Salta a la vista que de este profuso paquete de garantías no se desprende ni la más mínima mención a los horrores y las necesidades de los palestinos: barcos, armas, alta tecnología y expertos no servirán de nada si la comunidad internacional permite que la población siga sometida al bloqueo, la ocupación, los vejámenes y las tormentas de armas ultramodernas con que Israel martirizó a la población de Gaza durante 22 días. Es asimismo imposible ocultar la aplastante responsabilidad que tiene la comunidad internacional en esta crisis. Su rechazo constante a aceptar la victoria que Hamas obtuvo en las urnas hace dos años y reconocerle su legitimidad radicalizó las posiciones ya extremas del movimiento islamista, condenó a la población de Gaza a la feroz dictadura de Hamas y, sobre todo, echó por tierra la estrategia inicial del presidente de la Autoridad Palestina. Mahmud Abbas pensaba absorber a Hamas integrándolo en el movimiento lógico de la gestión democracia y con ello suavizar sus posiciones, hacerlo evolucionar poco a poco hasta que valide la línea directora de la Autoridad Palestina tal y como fue planteada por Yasser Arafat en las negociaciones de Oslo, es decir, renuncia a la violencia y reconocimiento de Israel y de su derecho a ser un Estado. La comunidad internacional en su conjunto se aunó contra Hamas y con ello hizo añicos la ya endeble unidad palestina. Así condenó a la población a vivir dentro de la boca de varios lobos. Israel habrá obtenido ahora una victoria militar consistente, habrá tal vez debilitado a Hamas e incrementado su propia seguridad, pero a un costo en vidas humanas civiles y abusos pocas veces alcanzado. Puede que Hamas salga vencido, pero la sociedad palestina, no Hamas, sino precisamente eso, una sociedad y no un grupo terrorista. Un Estado hiperarmado lanzó durante 22 días toda su potencia militar contra uno de los territorios más densamente poblados del planeta y con el telón de fondo de las elecciones legislativas israelíes. Jugar con la muerte para ganar en las urnas. Se atacaron objetivos civiles, sedes de organismos internacionales y hospitales con el propósito de eliminar a un grupúsculo que Israel hubiese podido aplastar sin que se pagara un precio tal alto. La retórica islamista de Hamas y la mano de países como Siria e Irán no son menos responsables que Israel de este episodio sangriento que costó la vida a más de 1100 personas, arrasó barrios y ciudades y condenó un poco más a los palestinos al infiero de la destrucción, la muerte y la impotencia.

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