Vie 23.01.2009

EL MUNDO  › OPINION

Los pasos a seguir

› Por Saeb Erekat *

Hace más de un año, palestinos, israelíes y el resto de la comunidad internacional observaron con un cauteloso optimismo el retorno al proceso de paz palestino-israelí durante la Conferencia de Anápolis.

Por todo un año, oficiales palestinos e israelíes se involucraron en una batalla diplomática para lograr el objetivo señalado por la Conferencia de Anápolis: una solución justa y permanente a este conflicto. Por un corto período se creyó que poner fin a la ocupación israelí de Palestina y establecer un Estado Palestino que viva pacíficamente y en fronteras seguras junto a Israel, así como una resolución justa al problema de los refugiados era inminente.

Hoy, con un año de negociaciones a cuesta a las que entramos de buena fe, muchas cosas han cambiado.

En vez de planificar el futuro de dos estados vecinos, Israel, la potencia ocupante, utilizó Anápolis para planear una serie de atrocidades con las que en las últimas semanas se ha atacado a la gente en la Franja de Gaza y al pueblo palestino en general. Mientras eso pasaba el mundo se quedó quieto observando el espectáculo.

Tuvimos que esperar tres semanas para lograr una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, muchas reuniones alrededor del mundo y en definitiva nada de ello pudo inducir a que Israel, la potencia ocupante, detuviese sus bombardeos contra un millón y medio de palestinos que viven en una de las zonas más densamente pobladas del mundo. Por años, el mundo cuestionó si es que los palestinos eran un “socio para la paz”. Hoy ha quedado claro que hemos sido el único socio real.

Frente a esa realidad se ha vuelto más y más complicado convencer al pueblo palestino de que las negociaciones son la única y mejor forma de lograr una paz sustentable y duradera. El reciente ataque es el más vergonzoso ejemplo de la visión del futuro que tiene Israel, la potencia ocupante, pero ciertamente no es la única. Sólo si es que uno mira la masiva expansión de asentamientos, las demoliciones de casas, arrestos y revocaciones de residencia, en definitiva si es que se mira a cualquiera de los aspectos de la vida cotidiana de los palestinos se ha de comprobar que los ataques israelíes no han cambiado durante todo este tiempo.

¿Y qué nos queda ahora?

La política de impunidad que ha permitido a Israel, la potencia ocupante, continuar libremente cometiendo crímenes de guerra en el territorio palestino ocupado por años ha pavimentado el camino para la reciente carnicería que se ha saldado con la vida de cientos de civiles.

Mientras Israel, la potencia ocupante, dedicaba certeras palabras a sus ataques de “precisión” contra “militantes” y “combatientes”, las imágenes que la televisión sacaba a relucir a esos “combatientes” en la figura de los más de 400 bebés y menores de edad muertos junto a otros cientos de palestinos inocentes que lo único que hacían eran intentar vivir en paz y libertad.

La violencia de la que fuimos testigos vino luego de años de bloqueo contra la Franja de Gaza, incluyendo el prácticamente total cierre de los cruces terrestres, permitiendo sólo la entrada de una pequeña variedad de suplementos los que sólo responden a una pequeña porción de las necesidades de la población palestina. Todo lo anterior es claramente otro paso en el plan de Israel, la potencia ocupante, de dividir aun más ese territorio de la Ribera Occidental, y con ello separar a los palestinos de su sueño de un estado palestino independiente.

Lo que Israel, la potencia ocupante, aún debe aprender es que independiente de todos sus repetidos intentos la guerra no ha de derrotar al pueblo palestino. Por los últimos sesenta años el pueblo palestino ha continuado resistiendo.

Tenemos el derecho de resistir esta ilegal ocupación y lograr nuestro derecho internacionalmente reconocido a la autodeterminación. La resistencia tiene muchas formas y lo hacemos cada vez que nos rehusamos a dejar nuestros hogares, cada vez que hacemos que se escuchen nuestras voces contra el Muro, cada vez que abrimos un negocio, cada vez que plantamos un olivo y continuamos viviendo en nuestra tierra.

Junto a ello, debemos levantar un proceso inmediato de reunificación nacional, que incluya la instauración de un gobierno de consenso nacional, la reconstrucción de Gaza y pavimentar el camino para la realización en el menor plazo posible de elecciones legislativas y presidenciales.

Luego de un año de negociaciones con Israel, la potencia ocupante, aún creemos que la paz es posible pero sólo cuando Israel, la potencia ocupante, pruebe de que finalmente toma la paz de forma seria. Ello sólo ha de suceder con la fuerte intervención de la comunidad internacional.

Mientras la OLP se ha comprometido a una resolución pacífica, Israel, la potencia ocupante, ha puesto constantemente en peligro la solución de dos estados sin siquiera tener que justificar sus ilegales acciones a la comunidad internacional o siquiera alguna otra entidad.

Si es que no existe una fuerte intervención internacional, la situación en la Franja de Gaza y en el resto del territorio palestino ocupado ha de agravarse día a día. Quienes nos atacan deben entender una vez más que luego de sesenta años el pueblo palestino no ha sido derrotado. Llevamos más fuerte que nunca nuestro sueño. Suficiente es suficiente. Es tiempo para que la comunidad internacional y el mundo árabe se levanten juntos y hagan que Israel, la potencia ocupante, se dé cuenta de que su unilateralismo nunca va a funcionar, y que ni la guerra ni la violencia van a extinguir las aspiraciones nacionales palestinas. Es tiempo para que el mundo le exija a Israel, la potencia ocupante, responder por sus acciones, así como tomar los pasos necesarios para que las serias violaciones de Israel, la potencia ocupante, al derecho internacional y su falta de consideración para con lo más básico de la humanidad se detenga. Sólo juntos y con un objetivo común podremos finalmente lograr la paz y justicia para todos nuestros pueblos.

* Negociador jefe de Palestina.

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