EL MUNDO › UN TEST PARA LOS DOS GRANDES PARTIDOS NACIONALES DE ESPAÑA
En el País Vasco los socialistas amenazan por primera vez la hegemonía del Partido Nacionalista. En Galicia, el Partido Popular quiere volver a tomar el control y el PSOE de Zapatero teme que la crisis económica le pase factura.
› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
Hora de elecciones regionales en España. Y a pesar de que sólo se elige gobierno en dos regiones y no precisamente de las más pobladas, los comicios han logrado transformarse en un test para los dos grandes partidos nacionales, a la vez que servirán para constatar hasta dónde es cierto que los nacionalismos regionales han entrado en franco declive. En el País Vasco los socialistas amenazan por primera vez la hegemonía del Partido Nacionalista. En Galicia, el PP quiere volver a tomar el control y el PSOE teme que la crisis económica le pase factura en una comunidad en la que gobierna desde hace apenas cuatro años después de un cuarto de siglo de hegemonía de la derecha. Es crucial en esta región el voto que llega de América latina y representa el 12 por ciento del padrón.
Las elecciones vascas de por sí siempre han sido un test a nivel nacional, pero por otros motivos, ya que el terrorismo y ETA solían ocupar un lugar importante en la campaña. Esta vez no ha sido así. El entorno político de ETA se ha quedado fuera por decisión de la Justicia y se ignora qué harán hoy esos cerca de 150 mil votos que la última vez apoyaron al Partido Comunista de las Tierras Vascas, el partido al que ETA llamó a votar. Ese 12 por ciento del electorado tal vez sea vital hoy para decidir si el nacionalismo de cuño cristiano y conservador del PNV sigue al frente de la región que gobierna desde el retorno de la democracia, o si el País Vasco decidirá seguir la senda de Cataluña, que hace cuatro años desplazó a los nacionalistas de Convergencia i Unió y aupó al PSOE en el poder en Barcelona.
Ayer, el actual mandatario vasco y candidato a la reelección, Juan José Ibarretxe, lo puso claro junto a la dirección de su partido al advertir que si el PSOE y el PP consiguen 38 diputados (mayoría absoluta en el Parlamento regional) “se acabó”. Es decir, intentó movilizar al electorado nacionalista y desmovilizar a la izquierda socialista, poco interesada en un gobierno junto al PP. La otra baza que jugó el PNV es reclamar que gobierne el candidato más votado. Pero en España se acepta por la propia naturaleza del sistema que se impongan las alianzas parlamentarias por encima de la voluntad popular. De hecho, el PSOE no ganará hoy las elecciones vascas en cantidad de votos, como tampoco las ganó en Cataluña el año pasado, sino que llegó al poder gracias a un pacto con otras fuerzas.
Una situación similar se da en Galicia, tradicional feudo del PP. Los conservadores ganarán con seguridad las elecciones, pero es difícil que obtengan la mayoría absoluta. Hace cuatro años sucedió igual y una coalición de los socialistas con el Bloque Nacionalista Gallego, de centroizquierda, les arrebató el gobierno regional por sólo un diputado. Después de cuatro años en el poder, el PSOE tiene gestión para mostrar en una región donde aún pesa mucho el clientelismo electoral, pero teme que la crisis económica que arrasa España le desmovilice el electorado. Por eso los socialistas han sacado el hacha de guerra para denunciar los episodios de corrupción que sacuden al PP a nivel nacional, conscientes de que Mariano Rajoy espera obtener un buen resultado hoy en Galicia para salvar la crisis que sacude a su partido y amenaza su liderazgo.
Según los sondeos, el PP no está lejos de obtener una victoria aplastante en Galicia, pero las encuestas no incluyen lo que los gallegos llaman su “otra provincia”, en referencia a ese 12 por ciento de electores que viven sobre todo en América latina, de los cuales una parte importante se encuentran en la Argentina. Es por eso que tanto el PSOE como el PP no han dudado en desplazarse hasta Buenos Aires a hacer campaña y han extremado las precauciones a la hora de fiscalizar los votos que llegan del exterior, ya que es muy probable que el resultado de estas elecciones, como ocurrió hace ya cuatro años, lo terminen decidiendo los galleg os residentes en el extranjero.
José Luis Rodríguez Zapatero también ha jugado fuerte en estos comicios, haciéndose ver en ambas campañas, pero es consciente de que su partido está muy golpeado por la crisis económica y necesita como el aire obtener al menos la victoria en Galicia si no quiere que la derecha lo someta a una operación de acoso y derribo en los tres años que le quedan al frente del gobierno. Los socialistas saben que si hoy golpean al PP en Galicia mañana es probable que ruede la cabeza de Mariano Rajoy a nivel nacional. Una crisis en la derecha que les vendría como anillo al dedo para sortear el temporal de la crisis económica.
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