EL MUNDO › MICHELLE BACHELET EN SU ULTIMO AÑO BATE TODOS LOS RECORDS EN LAS ENCUESTAS
La presidenta de Chile no puede reelegirse pero muestra una enorme aprobación en las encuestas, a niveles que sólo Lula alcanzaba. Un elemento para que la Concertación pueda frenar el avance opositor.
› Por Por Christian Palma
Desde Santiago
Ya no aparece vestida de comando, arriba de un tanque monitoreando al ejército, como cuando era ministra de Defensa, ni vacunando críos en las poblaciones. Ahora se la ve liderando la Unasur, al lado de Obama en la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago, o coordinando reuniones bilaterales del más alto nivel en la cumbre progresista. Y al día siguiente llevando tranquilidad a la gente al anunciar paliativos en medio de la crisis económica. Hasta la pituca derecha chilena reconoce en ella un liderazgo que antes no era percibido. “No es pura simpatía”, dicen. Michelle Bachelet, presidenta de Chile, llega al fin de su mandato empinándose en las encuestas, lo que en medio de una campaña presidencial es un botín valioso para su partido.
Bachelet tuvo serios problemas generados por el mal funcionamiento del sistema de transporte de Santiago (Transantiago), la rebelión de los estudiantes secundarios (los pingüinos) y el bombardeo sistemático de la oposición a su liderazgo, gestión y equipo de gobierno. Pero las encuestas muestran que la presidenta de Chile está viviendo ahora una verdadera luna de miel. Los últimos sondeos de importantes consultoras como Ipsos y Adimark revelaron la excelente valoración de que goza, llegando al 67,4 y 62,2 por ciento, respectivamente. La pregunta era ¿aprueba o desaprueba la forma como Michelle Bachelet está conduciendo su gobierno?, y el alza ininterrumpida de respuestas positivas desde septiembre la mantiene junto al presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, muy por arriba de sus homólogos latinoamericanos.
La explicación de los analistas apunta básicamente a dos conceptos: carisma y el buen manejo económico en medio de la crisis internacional, que posicionó a Chile como uno de los países más preparados para enfrentar la debacle. De hecho, su ministro de Hacienda, Andrés Velasco –muy criticado en su momento por no gastar los millonarios excedentes que deja el cobre a este país–, también ronda el 60 por ciento de aprobación.
El discurso esgrimido por ambos –”ahorrar para las vacas flacas”– ahora es valorado por todos, pues permitió realizar una inversión gubernamental de más de U$S 4 mil millones para apuntalar el empleo y no dejar que los trabajadores paguen los platos rotos. El desempleo no ha superado el umbral de los dos dígitos y a esa buena noticia se le sumó un bono de unos setenta dólares para un millón y medio de pobres.
La gente además entendió la importancia del proyecto estrella de Bachelet: la reforma previsional, que favorecerá con pensiones a quienes incluso nunca trabajaron, que comenzaron a recibir unos 100 dólares y en 2010 llegarán a casi 140 dólares. Otros puntos a favor tienen que ver con la nueva Ley de Matrimonio Civil, que impide que los bienes queden en manos del hombre en caso de divorcio, y las modificaciones a la Ley de Filiación para eliminar la categorización de hijos legítimos o ilegítimos. Bachelet también se desmarcó de los partidos políticos, que tienen una pésima evaluación por parte de la ciudadanía. Esta situación deja en claro que ella es la que manda, algo que las encuestas muestran como positivo.
Bachelet logró convertirse en una presidenta estimada, que siempre dejó en claro que su norte son los que menos tienen. Todas las encuestas indican que es más querida entre los más pobres y que su aprobación más baja está entre las personas de más ingresos. Como parte de su imagen positiva, se repiten anécdotas como la de un acto en el Día de la Mujer, cuando contó que se había levantado temprano para regar el jardín y preparar el desayuno para su familia, resaltando que “la presidenta de Chile es una mujer como cualquier otra chilena”.
Ante el panorama de popularidad, la oposición de derecha desechó los ataques directos y apuntó a las falencias de su gobierno. Entendieron que centrar las críticas en Bachelet le quitaría votos en las elecciones presidenciales y parlamentarias de diciembre. La buena gestión de la presidenta es, a juicio de muchos, la clave para que la Concertación logre su quinto gobierno consecutivo desde 1990, algo poco seguro en la actualidad porque las encuestas favorecen a la oposición. El candidato de la coalición, el senador demócrata cristiano Eduardo Frei, bien lo sabe y aspira a capitalizar el respaldo de Bachelet en las encuestas, que de a poco lo van acercando al candidato opositor, el multimillonario inversionista Sebastián Piñera.
Para Piñera, es normal que la ciudadanía apoye al gobierno en tiempos de crisis, pero aclara que eso no se contradice con que el electorado apoye su postulación a La Moneda. “Siempre en tiempos de crisis, y es bueno que así sea, la gente apoya al gobierno que tenemos. Pero también la gente quiere un cambio y por esa razón muchos de los que aprueban la gestión de la presidenta Bachelet, según muestran las encuestas, también apoyan mi candidatura presidencial y la pasión del cambio”, dijo en una entrevista.
Curiosamente, ambos candidatos, opositor y oficialista, podrían envidiar la popularidad de la presidenta, que no puede traducirse directamente en intención de voto.
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