EL MUNDO › EN SRI LANKA, EL GRUPO REBELDE ADMITIó LA DERROTA DESPUéS DE 26 AñOS DE LUCHA ARMADA
Tras lanzar decenas de ataques suicidas en un último intento de repeler al ejército, los históricos rebeldes se rindieron.
› Por Andrew Buncombe *
Se habló de ello durante meses, y su lenta pero inexorable inevitabilidad tuvo el más brutal de los finales. Ayer, en las arenas bañadas en sangre de la costa noreste de Sri Lanka, finalmente sucedió. Los Tigres Tamiles se rindieron.
Veintiséis años después del alzamiento del grupo rebelde, en otros tiempos una de las organizaciones armadas más temidas de la Tierra surgida para lograr el establecimiento de un Estado tamil independiente, ayer sus líderes admitieron la derrota. Tras lanzar decenas de ataques suicidas en un intento por repeler el asalto final de las tropas gubernamentales, los históricos rebeldes depusieron sus armas. Ayer, el gobierno todavía se encontraba examinando uno de los cuerpos recuperados sobre el terreno para determinar si en efecto se trataba del líder tamil, Velupillai Prabhakaran, quien se habría suicidado junto a varios de los comandantes de su Estado mayor al verse rodeados por las tropas del gobierno central de Colombo.
“Esta batalla ha llegado a su amargo final”, sentenció Selvarajah Pathmanathan, un vocero del grupo, a través del sitio web pro Tigres Tamiles TamilNet. “Es nuestro pueblo quien está muriendo en estos momentos a causa de las bombas, la artillería, las enfermedades y el hambre. No podemos permitir que esto siga sucediendo. No tenemos otra alternativa que eliminar la última excusa que utiliza el enemigo para masacrar a nuestra gente. Por eso, hemos decidido silenciar nuestras armas”, concluyó el texto. Negando la supuesta deserción de su líder divulgada por el gobierno, el vocero Pathmanathan aclaró que la rendición había sido una decisión tomada por el líder tamil.
Sin embargo, el cese del fuego unilateral declarado por los rebeldes fue rechazado por el gobierno, cuyas tropas seguían ayer avanzando en su asalto final. Para la noche de ayer, fuentes sobre el terreno indicaban que los combates habían aminorado su ritmo, aunque en vista de que tanto los periodistas como los trabajadores humanitarios tienen prohibido el ingreso a la zona del conflicto, nada se pudo confirmar. Según el gobierno, los últimos Tigres Tamiles se encontraban cercados en un área de unos 400 metros de ancho por 600 metros de largo.
Asimismo, de acuerdo con fuentes gubernamentales, los últimos civiles atrapados en la zona de guerra, estimados el sábado por las Naciones Unidas en unos 80 mil, habrían logrado escapar hacia el mediodía de ayer.
“Aún se registran combates en el área impulsados por las tropas del gobierno”, informó Gordon Weiss, un vocero de la ONU en Colombo, la capital. “Lo que sabemos a ciencia cierta es que un número importante de civiles pudo escapar del área; no podemos afirmar que hayan sido los 72 mil que clama el gobierno. No sabemos si pudieron evacuar a la mayoría de las personas, y, lo que es peor, no lo sabremos hasta dentro de unos días”, afirmó Weiss.
Lo que también permanece sujeto a dudas es el número de bajas civiles de la operación. La ONU estimó que unas 7 mil personas murieron y otras 16.700 resultaron heridas desde principios de este año. Si acaso en algún momento se permite el ingreso al área de observadores independientes, tales cifras podrían aumentar o disminuir considerablemente.
De todas maneras, diversos analistas señalaron que aun cuando la victoria militar esté supuestamente asegurada, el gobierno deberá enfrentar un desafío mucho mayor, al tener que lidiar con las entre 250 mil y 300 mil personas que debieron abandonar sus hogares a causa del conflicto. Hasta ahora, la única respuesta de las autoridades ha sido la de encerrar a la gente en campos de “internación” cercados por alambres de púa de donde nadie puede salir, en tanto las tropas hostigan a la gente en busca de posibles combatientes tamiles ocultos entre los refugiados, además de rastrillar el terreno en busca de minas en las áreas del noreste previamente controladas por la guerrilla. La mayor parte de las organizaciones humanitarias presentes en la zona estiman que estas personas deberán permanecer en los campos al menos un año.
“Si uno mira el número de muertos y el número de personas que se convirtieron en refugiados y desplazados, entonces uno no puede dejar de pensar que se pagó un precio demasiado alto”, consideró Sarah Crowe, vocera regional de Unicef. “Tanto esfuerzo puesto en ganar la guerra y tan poca voluntad para asegurar la paz”, se lamentó.
Mientras tanto, anticipando lo inevitable, líderes tamiles señalaron en los últimos días que en caso de una derrota militar continuarían golpeando al gobierno de Sri Lanka, pero esta vez atacando donde más le duele: en sus centros económicos y turísticos, a fin de acabar con uno de los sectores que mayores ingresos le generan al Estado.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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