EL MUNDO › EL PRóXIMO 7 DE JUNIO, UNOS 6000 CANDIDATOS COMPITEN POR LOS 72 ESCAñOS DEL PARLAMENTO
El Partido Socialista, al igual que casi todos los partidos socialdemócratas de Europa, no ha recibido de parte de los electores los beneficios de sus críticas antisistema. La abstención es la principal amenaza de estos comicios.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
Desde la medianoche de ayer, las elecciones europeas entraron en la recta oficial de la campaña que concluye la víspera de la consulta, el próximo 7 de junio. Unas 161 listas y 6000 candidatos compiten por los 72 escaños del Parlamento europeo. Los siete puntos que caracterizan las euroelecciones en Francia son la apatía general, la densidad del clima social, los remanentes de la crisis financiera internacional, el arraigo electoral de los centristas, la potencia de las propuestas ecologistas y de extrema izquierda, la vertiginosa caída de los socialistas y la inédita presencia de una lista antisionista liderada por el humorista Dieudonné.
Por primera vez en muchos años, los sondeos de opinión dan la ventaja a los candidatos de la lista de la derecha presidencial, UMP. El PS francés suscita un interés tan limitado como la misma elección europea y no ha logrado despegar del subsuelo en el que se encuentra desde hace varios años. Las encuestas vuelven a poner en el centro del tablero al líder centrista François Bayrou, fundador del partido Modem (Movimiento democrático) y, hoy, oveja negra de los socialistas. Bayrou le disputa al PS los electores hastiados de la incierta navegación socialista. La lista UMP encabeza las intenciones de voto con 26 por ciento, seguida por los socialistas con 21 por ciento, el centrista Bayrou con 14 por ciento, las listas Europa Ecología encabezada por el líder del movimiento estudiantil de Mayo del ’68, Daniel Cohn-Bendit, 9 por ciento.
Si las opiniones previas al voto se trasladan a las urnas el Partido Socialista bajaría un peldaño más hacia las catacumbas. El PS, al igual que casi todos los partidos socialdemócratas de Europa, no ha recibido de parte de los electores los beneficios de sus críticas históricas contra un sistema que explotó en vuelo el año pasado. Incoherente, desestructurado por sus divisiones internas, aplastado por la omnipresencia de Nicolas Sarkozy y el surgimiento de un centro fuerte y de una extrema izquierda en expansión continua, el PS aborda la etapa europea con los peores presagios. Por ahora, Sarkozy se ha mantenido a distancia de las elecciones europeas. El UMP quiere que el presidente se implique más, pero sus consejeros señalan que ello acarrea el riesgo de que el anti sarkosismo latente se haga más sólido.
La extrema izquierda tiene también la bendición de los sondeos. Pero las divisiones, que han caracterizado esta corriente, no son una excepción a la regla. Una encuesta mostró que si la extrema izquierda del NPA, Nuevo Partido Anti Capitalista, se unía con la lista comunista, ambas obtendrían cerca del 16 por ciento de los votos. Sin embargo, han salido desunidas: una, la del NPA, que clama por “la revolución con las luchas”, y la otra, el Frente de Izquierda, FG, un grupo compuesto por el Partido Comunista y un ex miembro del ala radical del PS, Jean-Luc Melanchon, que promueve “la revolución con las urnas”. Son, de hecho, estos dos movimientos y Europa Ecología los que suman altos índices de adhesión. Aunque separados, un 15 por ciento de los votos para la extrema izquierda representaría un acontecimiento cuya principal víctima sería el mismo Partido Socialista.
Al lado de los grandes grupos aparece una galaxia de candidaturas insólitas. Hay una lista de los defensores del esperanto, una monárquica, otra que se llama Ciento por ciento ciudadanos y sin políticos, una más que promueve “el no crecimiento económico”, otra llamada Cannabis sin fronteras. También surgen listas todavía más indefinibles como la del “programa contra la precariedad y el sexismo” y la lista de “la felicidad interior bruta”. La lista sorpresa es la del cómico Dieudonné, que se llama sin rodeos lista antisionista. Dieudonné explica que “el único enemigo de esta república es el sionismo, que está ahí y nos divide desde siempre, que organiza guerras un poco en todo el mundo y en Francia”. Que sea a la extrema derecha del Frente Nacional –7 por ciento de intenciones de voto– o ejemplos como el de Dieudonné, a los europeos les cuesta mucho sacarse la piel del pasado más nauseabundo.
La abstención es la principal amenaza de esta elección que cae en el peor momento. Con el correr del tiempo, la idea de Europa como actor unido fue perdiendo fuerza. La presidencia semestral de la Unión Europea, a cargo de República Checa, que reemplazó a Francia, empaña aún más la imagen de esa Europa, ya que el Ejecutivo checo es eurofóbico. La cifra que más hace temblar la casa Europa es la de la abstención, calculada en 53 por ciento. Para el presidente francés, se trata de que las elecciones no se conviertan en un voto sanción y de que la lista UMP humille a los socialistas, aunque, con todo, no tanto como para que el centrismo cobre vuelo porque ello sería una amenaza directa para Sarkozy en la perspectiva de la elección presidencial de 2012. Los socialistas se juegan parte de su futuro, mientras que la extrema izquierda y los ecologistas pueden consolidar el suyo y el centro construye su horizonte presidencial.
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