Dom 10.11.2002

EL MUNDO  › UNA MARCHA CONTRA LA GUERRA A IRAK DESBORDO TODAS LAS PREVISIONES

La paz movilizó a medio millón en Florencia

Florencia fue escenario ayer de una movilización contra la guerra a Irak que duplicó con creces las expectativas de sus organizadores, al reunir al menos a medio millón de personas. Un 90 por ciento de los comercios cerró sus puertas, pero no hubo violencia.

Al día siguiente de que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara la resolución de Estados Unidos-Gran Bretaña respecto al ultimátum de desarme a Irak, una impresionante convocatoria superó las ambiciones de reunir unas 200.000 personas de parte de sus organizadores, los antiglobalización del Foro Social Europeo: la marcha por la ciudad italiana de Florencia (centro) con el lema “No a la guerra” reunió entre 400.000 y 500.000 manifestantes según la policía y el doble según sus organizadores. Los convocados expresaron que la resolución 1441 de la ONU, aprobada el viernes, abre el camino a una “guerra preventiva” contra Irak. Contrariamente a los temores infundados a raíz de los disturbios del año pasado en Génova, la marcha de ayer transcurrió en las afueras del centro histórico de la ciudad, de forma pacífica y festiva.
“Es posible otra Europa”, “Tomen su guerra y váyanse al infierno”, eran otras de las consignas de las pancartas que llevaban los manifestantes, jóvenes italianos en su mayoría, que llegaron en trenes desde todos los rincones de Italia, convocados por los movimientos antiglobalización reunidos en el Foro Social Europeo, iniciado hace cuatro días de acuerdo al modelo del Foro Social Mundial celebrado en enero del 2001 en la ciudad brasileña de Porto Alegre. En un ambiente festivo, con música y cantos como telón de fondo, los manifestantes agitaron banderas y carteles en varios idiomas en los que reflejaron su “no” decidido a un ataque militar contra Irak e invitaron a todos a condenar la guerra.
La organización del evento, que el gobierno de Silvio Berlusconi amenazó con suspender con el argumento de velar por la integridad del patrimonio artístico de la ciudad de Florencia, seno de celebradas obras del Quattrocento renacentista, recayó en manos del mayor sindicato obrero de Italia, el metalúrgico CGIL. Miembros de Organizaciones No Gubernamentales, sindicalistas y afiliados a partidos se turnaron en la cabecera de la manifestación. También ocuparon un lugar destacado representantes de los trabajadores de la empresa automovilística Fiat, que recientemente fue protagonista de la lucha de sus trabajadores ante el anuncio de miles de despidos. Rodeado y “escoltado” por las banderas de la Asociación Italiana para la Agricultura y por el Social Movement United, el francés José Bové, llegó a la marcha subido a un tractor.
El gobierno desplegó un imponente dispositivo de 5.000 agentes que velaron por el buen desarrollo de la movilización; había policías en todas las esquinas de las calles que desembocan en el casco histórico: además, un helicóptero sobrevolaba las cercanías del estadio. Pero la relación con los manifestantes fue distendida, al contrario de lo sucedido en julio de 2001 en la cumbre del G8 de Génova, cuando hubo enfrentamientos que se saldaron con la muerte de un joven manifestante. El alarmismo del gobierno italiano, amplificado por algunos medios, llevó a los líderes de las organizaciones participantes en la marcha a elogiar la tranquilidad con la que se celebró y a criticar a las autoridades,
En la manifestación, las banderas con los colores del arco iris del movimiento Paz y de la red Lilliput se confundían con las rojas de los comunistas italianos y las de jóvenes católicos. La marcha desembocó en el estadio Parmeggiani, después de haber recorrido más de cinco kilómetros sin pasar por el centro histórico de la capital toscana, donde por prevención se había dispuesto el cercado de los monumentos. Al final se leyó un comunicado en varios idiomas en el que se aludía expresamente a que una eventual guerra “sería una catástrofe para el pueblo iraquí, que ya sufre a Saddam Hussein, y podría tener efectos negativos en Oriente Medio”.
La marcha también sirvió para abogar por un trabajo conjunto de los europeos en favor de “los derechos sociales y la Justicia. “Queremos un mundo diferente, de libertad y democracia”, decía el comunicado. Según cifras oficiales, un 90 por ciento de los establecimientos permanecieron cerrados y los turistas se esfumaron de la ciudad, dando a Florencia un aire insólito. Los museos y la catedral abrieron sus puertas normalmente. La masiva participación desbordó ampliamente las previsiones de los organizadores que calculaban la afluencia de 200.000 personas. La marcha fue el colofón de los debates del Foro Social Europeo; las palabras “guerra” y “paz” relegaron a un segundo plano otras cuestiones del foro, como las economías alternativas o las ideas de una nueva Europa.

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