EL MUNDO › ENTREVISTA CON CLEMENT THERME, EXPERTO EN IRAN DEL INSTITUTO FRANCES DE RELACIONES INTERNACIONALES
La crisis iraní sigue intacta con su doble confrontación: la visible, los manifestantes que impugnan la validez del resultado de las elecciones presidenciales, y la invisible: la lucha de poderes en el seno del aparato político religioso.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
Miles de personas siguen ocupando las calles de Teherán a pesar del férreo apoyo que el Líder Supremo iraní, Ali Khamenei, le dio al presidente Ahmadinejad. El Consejo de Seguridad nacional y al mismo Ali Khamenei advirtieron al opositor Mussavi de las “graves consecuencias” si provocaba “manifestaciones ilegales” en el país. La advertencia no frenó los focos de resistencia y de rebelión. La crisis iraní sigue intacta con su doble confrontación: la visible, los manifestantes que impugnan la validez del resultado de las elecciones presidenciales, y la invisible: la lucha de poderes en el seno del aparato político religioso entre Ali Khamenei y Rafsanjani. En esta entrevista con Página/12, Clément Therme, investigador en el programa Irán en el seno del IFRI, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales, analiza la raíz de la crisis actual y pone el acento en las dos visiones de la república islámica que hoy están en conflicto. Experto de renombre internacional, autor de un libro, Irán, una potencia energética re-emergente y de numerosos artículos, Therme señala que lo que se dirime en la calle no sólo es el modelo político y religioso de Irán sino también la fabulosa distribución de privilegios.
–Esta revuelta que sacude a Irán luego del resultado dudoso de las elecciones presidenciales ¿es una rebelión auténticamente democrática o acaso detrás de ella hay dos tendencias del poder que se enfrentan?
–Esta crisis iraní está ligada al mismo tiempo a una fractura que se produjo en el seno de la oligarquía político religiosa que detenta el poder en Irán y a un deseo de apertura de la población. Los elementos conservadores están eliminando a los elementos que eran más moderados, más reformistas, más abiertos a los valores iniciales de la revolución de Jomeini. Incluso si todos los miembros de la oligarquía pertenecen al mismo sector, y en este sentido siempre les conviene reconciliarse, la fractura parece consumida porque la calle fue utilizada por primera vez en el combate que estalló en la cima del Estado. Ese es el primer elemento. el segundo es que los manifestantes utilizaron a Mussavi como vector de su descontento. Mussavi fue como una elección obligada porque la campaña fue contra Ahmadinejad y no a favor de Mussavi. Antes de los problemas que estamos viendo, el problema que se daba en Irán es que no había un líder para encarnar el descontento. Mussavi se convirtió así en una suerte de elección obligada de los manifestantes iraníes.
–En esta conjunción de elementos, ¿hay sólo factores sociales, es decir un anhelo de más libertad, o existe también un ingrediente económico?
–Claro, en esta negociación también hay orígenes económicos. El balance de la presidencia de Ahmadinejad es una inflación de más de 25% y el incremento de las desigualdades sociales y económicas, cuando en realidad fue electo con la promesa de una redistribución del dinero del petróleo entre los más pobres. Hay que decir que Ahmadinejad sí redistribuyó la renta petrolera entre los más desfavorecidos, pero esa política generó mucha inflación que, al final de cuentas, debilitó el poder adquisitivo del conjunto de la población.
–Para usted, ¿hubo realmente fraude o no?
–Todo indica que el fraude fue masivo. Dados los efectos que tuvo su política, podemos estar sorprendidos por los resultados que obtuvo ahora. También hay que destacar que hubo problemas en el ritmo, en la cronología con la que estos resultados fueron hechos públicos. La cronología de la publicación de los resultados no correspondió con las normas en vigor en la república islámica. El último punto es que los adversarios de Ahmadinejad obtuvieron resultados muy débiles en sus respectivas provincias, lo que es sorprendente dada la sociología del voto en Irán. Un iraní determina su voto en función del origen social y geográfico del candidato. Parece entonces que las cosas no están claras en este aspecto.
–¿Usted cree que el poder religioso puede llegar a ceder?
–El Líder Supremo ya apoyó a Ahmadinejad. Con ello observamos una evolución del Líder Supremo, que antes era un árbitro entre las diferentes facciones. Asistimos entonces a una homogeneización del poder mediante la cual se excluye de la oligarquía a los conservadores pragmáticos.
–Esta radicalización del poder conservador ¿qué influencia puede tener en el programa nuclear iraní?
–Es difícil de decir por el momento, pero es obvio que habrá una nuclearización del poder político iraní. El poder se apoya sobre los Pasdaran, que son los guardianes de la revolución. Y justamente son los Pasdaran quienes tienen a su cargo la mayor parte del programa nuclear iraní. A quienes más les conviene reforzar su poder en el seno de la oligarquía es precisamente a los que están hoy tomando el poder y son los mismos que se ocupan del programa nuclear. Por ahora no se puede decir si se producirá una inflexión o un cambio en la estrategia nuclear iraní.
–No se puede entonces decir que el fraude electoral esté ligado a la cuestión nuclear.
–No, para nada. El fraude está ligado al proceso de distribución de la renta y de la atribución de contratos. Bajo Ahmadinejad los Pasdaran tuvieron muchos más contratos. Se pueden citar algunos, como el contrato por el nuevo aeropuerto de Teherán. Si hubiese un cambio de poder habría desde luego un nuevo proceso de atribución de contratos y de privatizaciones. También están las personas encargadas de distribuir la renta petrolera. Eso es lo que está en juego en lo inmediato. Si miramos más hacia adelante también está la razón ideológica. La facción de Ahmadinejad está apoyada por un ayatolá que es favorable a un gobierno islámico. Eso quiere decir que el poder proviene de Dios, de la legitimidad divina, y que, por consiguiente, la soberanía popular no es necesaria para validar el poder. La lucha actual tiene entonces una causa económica, la redistribución de los contratos, y otra ideológica. Ahmadinejad y la facción que está detrás de él no son auténticos demócratas. La teoría teológica que sostiene su acción política es la del gobierno islámico. Esta teoría no toma en cuenta la soberanía popular en la legitimación del sistema político de la república islámica.
–Algunos comentaristas occidentales han comparado a Ahmadinejad con Hugo Chávez. ¿Usted ve similitudes?
–Entre ambos hay varias diferencias. La primera es que Ahmadinejad no es el número uno del Estado iraní sino el segundo o el tercero. Por otra parte, Ahmadinejad es mucho más ideológico que Chávez, porque Chávez mantiene relaciones económicas muy fuertes con Estados Unidos, país que es el primer inversor en Venezuela, mientras que las inversiones norteamericanas están prohibidas en Irán.
–¿Qué influencia puede tener la radicalización del poder iraní en un país vecino como Irak?
–Bueno, hay que ver si la radicalización se confirma, porque por el momento no sabemos dónde desembocará el proceso. Pero si la radicalización se confirma hay que esperar que Irán tenga una política exterior en la continuidad con el primer mandato de Ahmadinejad. Puede haber una confrontación con el mundo exterior, la búsqueda de un enemigo exterior para justificar los problemas que hay dentro del país.
–¿Usted sugiere entonces que la batalla es aún incierta?
–Sí, aún no sabemos qué campo va a ganar.
–Eso equivale a decir que los reformistas tienen sólidas posiciones.
–El campo reformista tiene un aliado de peso. Se trata de Rafsanjani, que es el presidente de la Asamblea de Expertos –el Consejo del discernimiento– que designa al Líder Supremo. Incluso si los conservadores tienen más poder que los reformistas, éstos y los conservadores pragmáticos tienen como aliados a los manifestantes que están en las calles. La relación de fuerzas puede cambiar si las manifestaciones continúan. No olvide que es la primera vez en la historia de la república islámica que hay manifestaciones de esa envergadura en las calles.
–De alguna manera, el rumbo que tomaron los hechos se les escapó de las manos a los conservadores.
–La elite política iraní, al igual que los observadores iraníes, fueron tomados por sorpresa por los acontecimientos. Nadie esperaba esto. Por esta razón el régimen se endurece y el Guía Supremo trata de reforzar sus alianzas frente a su principal adversario, Rafsanjani. Mussavi está con Rafsanjani y Ahmadinejad, con el Guía Supremo.
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