Lun 28.01.2002

EL MUNDO  › UNA PALESTINA SE HIZO ESTALLAR EN EL CENTRO COMERCIAL DE JERUSALEN

Un atentado que invita a la guerra total

El exterior de una zapatería en la calle Jaffa, a 100 metros del lugar donde un palestino abrió fuego el martes pasado y cerca de la pizzería donde 15 personas fueron muertas en agosto, fue la escena de un nuevo ataque kamikaze que dejó dos muertos y un centenar de heridos.

Poe Peter Beaumont
Desde Jerusalén
Una palestina de 20 años detonó una bomba suicida en el corazón de una de las calles comerciales más frecuentadas de Jerusalén ayer, matándose ella misma y a un anciano transeúnte, e hiriendo al menos a otras 100 personas, una docena de ellas seriamente. En un nuevo modo de acción de las organizaciones palestinas extremistas, que previamente habían prohibido que las mujeres se convirtieran en atacantes suicidas, fuentes policiales identificaron anoche a la atacante como una estudiante de la universidad Al Najah en la ciudad cisjordana de Nablus. No dijeron cuál era su nombre.
Autoridades de la universidad, sin embargo, negaron que la mujer fuera una estudiante y dijeron que no reconocían el nombre que les entregaron las fuerzas de seguridad israelíes. Este último ataque contra el centro de una ciudad israelí –el tercero en una semana de violencia en rápida escalada por parte de ambos lados– alza la perspectiva de una masiva represalia israelí contra blancos palestinos, en particular contra las instituciones de la Autoridad Palestina de Yasser Arafat, que tanto Israel como Estados Unidos han responsabilizado por patrocinar la violencia.
La explosión, que se escuchó a un kilómetro y medio de distancia, ocurrió en la calle Jaffa en Jerusalén Occidental, en una zona muy frecuentada de restaurantes y comercios que ha sido escena de una cantidad de ataques terroristas en los cinco últimos meses, matando a 30 personas e hiriendo a más de 120. “Hay dos cadáveres, un hombre y una mujer”, dijo un portavoz de la policía, y agregó que el cuerpo de la mujer había sido destrozado por la explosión. El segundo cadáver era el de un hombre de 81 años que aparentemente llevaba un documento de identidad israelí.
Esta sería la primera vez que una atacante suicida consuma un ataque en Israel. Durante el período de la ocupación israelí del sur del Líbano, la organización proiraní Hezbolá usó mujeres kamikazes que estaban acusadas de deshonrar a sus familias y que se mataban para limpiar sus manchas, una práctica que luego fue prohibida por las autoridades islámicas. En los meses recientes, sin embargo, jóvenes musulmanas radicalizadas –en particular las que han perdido familiares en la Intifada– han dicho que quieren participar más en la lucha armada, postulándose incluso para el “martirio” como atacantes suicidas.
La mujer detonó los explosivos a las puertas de una gran zapatería que fue devorada por el estallido, desparramando vidrio y pedazos de cuerpos en un amplio perímetro. En los momentos después de la explosión docenas de víctimas yacían por todas partes en una calle salpicada de vidrios y de zapatos desparramados por la explosión.
Perjudicialmente para Arafat, el ataque se produjo menos de 24 horas después de que emitiera un nuevo llamado para que los grupos extremistas palestinos se sometan a un cese del fuego y eviten este tipo de operaciones. Arafat está bajo virtual arresto domiciliario en su cuartel general cisjordano de Ramalá, con tanques y tropas israelíes a 50 metros de su complejo. Asimismo, ya está enfrentando la amenaza de sanciones punitivas estadounidenses después de que el presidente George W. Bush lo acusara anteayer de participar directamente de actividades terroristas. Esas sanciones incluyen el cierra de la misión de la Autoridad Palestina en Washington, y la inclusión de la organización Fatah de Arafat, así como de su unidad de seguridad personal Fuerza 17, dentro de la lista de organizaciones terroristas prohibidas. El viernes Bush suspendió de hecho los esfuerzos de paz norteamericanos en la región, mientras Kofi Annan, secretario general de la ONU, admitió el sábado que la situación parecía “sin esperanzas”.
Comentando sobre la esperada represalia israelí, Dore Gold, un asesor del primer ministro Ariel Sharon, dijo que “los militares presentarán sus recomendaciones a la aprobación de la jerarquía política”. Gold agregó que, en vez de seguir el llamado de Bush a reprimir al terrorismo, Arafathabía repetido el sábado su deseo público de convertirse en un “mártir” de la causa palestina.
Un testigo del ataque suicida de ayer, que se identificó como Avi, declaró: “La gente estaba a los alaridos. Encontré una mujer con un corte en la garganta. Le puse un paño sobre la herida y la llevé a una ambulancia. Después extraje a una chica que estaba enterrada bajo una pila de cajas de zapatos. Tenía el pelo quemado”.
El ataque tuvo lugar a menos de 100 metros de la escena del tiroteo del martes pasado que mató a dos mujeres y causó más de una docena de heridos, y cerca de la pizzería Sbarro, en la esquina de las calles Jaffa y King George, donde 15 personas fueron muertas por un atacante suicida de Hamas en agosto pasado. Entre las instalaciones dañadas por la explosión estuvo la zapatería Lady Men. Reflejando la rabia creciente de los israelíes de línea dura, Asher Bashki, un judío iraní que trabaja en el comercio, dijo: “¿Qué está haciendo el mundo para protegernos? Lo único que ustedes tienen que hacer es dejar que los matemos. Nuestro ejército podría hacerlo en 24 horas. Y entonces todo habría terminado”.
Entre quienes se apuraron a llegar a la escena de los hechos estuvo el alcalde de Jerusalén, Ehud Olmert. Interrogado sobre si las fuerzas de seguridad israelíes podían prevenir nuevos ataques en la ciudad, declaró: “No puedo darle una garantía de que no ocurrirá de nuevo. Esta es una guerra larga y va a haber bajas”.
El último ataque plantea interrogantes serios sobre el desfalleciente comando del poder por parte de Arafat, que ha quedado aislado en las últimas semanas. En el pasado, sus llamados a extremistas como Hamas y Jihad Islámica para que detuvieran su violencia, respaldados por presiones de las fuerzas de seguridad israelíes, produjeron cierto alivio de la violencia. Pero un ataque suicida tan pronto luego de su llamado más reciente para un alto en los atentados sugiere que la influencia que Arafat pueda tener en esos grupos se está desvaneciendo, y que los ataques pueden representar un intento de desestabilizar a Arafat tanto como de golpear blancos judíos.
La fuga de seis militantes palestinos de su prisión en Cisjordania puso anoche más presión sobre su situación. Hasta 70 personas tomaron por asalto la prisión donde los seis hombres fueron encarcelados algunos meses atrás cuando la Autoridad Palestina fue presionada internacionalmente para que reprimiera a los grupos militantes.

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