EL MUNDO › FUE RESPALDADO POR CALDERóN AL INICIO DE SU GIRA POR AMéRICA LATINA
Manuel Zelaya fue invitado por el presidente mexicano, quien condenó nuevamente el rompimiento del orden constitucional en el país centroamericano y reiteró su oferta de impulsar el acuerdo de San José en el marco del Grupo de Río, que México preside.
› Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, D. F.
Recibido con honores de jefe de Estado, el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, aseguró que revertir el golpe de Estado del 28 de junio “significa un reto y un desafío para la propia comunidad internacional”.
Zelaya fue invitado a México por el presidente mexicano Felipe Calderón, quien condenó nuevamente el rompimiento del orden constitucional en el país centroamericano y reiteró su oferta de impulsar el acuerdo de San José que promueve el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, en el marco del Grupo de Río, que México preside, aun cuando el organismo todavía no ha sido convocado para abordar el conflicto en Honduras.
Luego de una reunión privada con el presidente mexicano en la residencia oficial de Los Pinos, Zelaya dijo estar comprometido en “seguir utilizando métodos pacíficos” para recuperar la presidencia de su país, y sostuvo que ha llamado a una insurrección pacífica contra los golpistas.
“Mi posición es que no se utilicen armas y que no se conteste con violencia y barbarie como ellos están haciendo con nosotros. Pacífica y cívicamente, estamos tomando acciones”, planteó Zelaya, y advirtió sobre el riesgo de que reaparezca la violencia de los grupos sociales que azotó a su país hace 20 años.
Con este viaje a México, Zelaya inicia una cruzada por todo Latinoamérica en busca de mayor presión en contra del gobierno de facto de Roberto Micheletti. Aquí, aprovechó para subrayar que la comunidad internacional aún debe trabajar “por hacer que los principios democráticos que la Carta Democrática de la OEA, que la Carta de las Naciones Unidas en Defensa de los Derechos Humanos Universales, que el Código Procesal Penal de las Cortes Internacionales prevalezca sobre los intereses particulares que levantan símbolos de soberanía para violar los sagrados derechos naturales del hombre y de la mujer”.
Con este acto, el presidente Felipe Calderón sobrepuso la tradicional política exterior mexicana de solidaridad por sobre sus posturas personales. En este país son recibidos líderes perseguidos o depuestos desde hace más de un siglo, como en los ’20, cuando se recibió al nicaragüense Augusto César Sandino, o en los ’40, al costarricense José Figueres, quien abolió al ejército en su país.
Calderón no está cómodo con Zelaya, pero el presidente mexicano ha elegido el mal menor: apoyar a un personaje con el que no comulga, igual que lo hizo Fox cuando el intento de golpe de Estado contra Hugo Chávez.
Para algunos analistas mexicanos no sorprende la reacción de Calderón ante una decapitación política. El rompimiento del orden constitucional en Honduras trae a la memoria la cuestionada elección de 2006, que aún pesa sobre el presidente mexicano por la sospecha de fraude y la abierta e ilegal intervención del entonces presidente Vicente Fox y del principal grupo patronal del país, el Consejo Coordinador Empresarial.
Manuel Zelaya es un hombre “pacífico”, según se definió a sí mismo el presidente de Honduras durante una conferencia de prensa en la residencia oficial de Los Pinos. “Si en lo personal verdaderamente quisiera utilizar la fuerza para regresar al país, ya lo hubiera hecho”, dijo, e incluso pareció seguro de que los golpistas no habrían logrado impedírselo, pues el ejército hondureño es “muy pequeño”.
Cuestionado precisamente sobre las ocasiones que ha pisado la frontera de su país, en amagos por volver a Honduras, Zelaya aseguró que nunca recurriría a la violencia, como pretendidamente lo han difundido los golpistas y algunos medios centroamericanos.
Es más, el presidente hondureño dijo que él siempre ha sido un hombre pacífico, a pesar de que nació en una región en la cual la gente acostumbra usar tres pistolas: una en la bota, otra en el cinturón y una más en la espalda.
No obstante, Zelaya advirtió que el pueblo hondureño tiene derecho a la insurrección civil, y envió un mensaje a los golpistas: quienes ocupan ilegítimamente el poder en Honduras, se equivocaron al creer que el pueblo no iba a protestar.
También se equivocaron de siglo, dijo, si suponen que pueden recurrir a un golpe de Estado para derrocar a un presidente y que éste a su vez lo aceptaría en silencio.
Zelaya pidió solidaridad a los medios de comunicación, “porque no basta condenar el golpe, sino también medir la gravedad del asunto, porque esto puede ser un mal ejemplo y un golpe para la democracia en toda la región”, subrayó.
Mientras Zelaya cumple una apretada agenda en México, el ministro de Cultura de Honduras, Rodolfo Pastor, encabezó en un céntrico café capitalino una lectura de poetas centroamericanos, dedicada a la resistencia contra el golpe de Estado.
La tarde de ayer, Zelaya era esperado en la Secretaría de Relaciones Exteriores y en el gobierno de la ciudad de México. Hoy, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión –que reúne a las Cámaras de Diputados y Senadores, ambas en receso de sus trabajos legislativos– recibirá a Zelaya en su carácter de presidente constitucional de Honduras, quien dirigirá un mensaje a la comunidad internacional, informó el senador Gustavo Madero.
Según el líder de los senadores del oficialista PAN, Zelaya “será recibido y tratado como presidente constitucional de Honduras”.
Madero destacó que el presidente hondureño fue depuesto del gobierno de su país “mediante un acto que todos reprobamos”, y aseguró que el Congreso mexicano busca la restitución de Zelaya como mandatario constitucional de Honduras y negocia el retorno de la normalidad democrática e institucional en esa nación.
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