EL MUNDO › LA DICTADURA HONDUREÑA IGNORO AYER LA CONVOCATORIA DEL OBISPO AUXILIAR PINEDA
Micheletti evitó comentar sobre la propuesta del obispo y se pasó toda la tarde reunido con la cúpula del Poder Judicial y el Colegio de Periodistas discutiendo el decreto que impuso la suspensión de las garantías constitucionales.
El anuncio de diálogo de la Iglesia Católica hondureña no logró sacudir el pesimismo de los zelayistas ni aflojar las restricciones de la dictadura. Ayer los militares volvieron a disolver los únicos dos intentos de protestas masivas de la resistencia en Tegucigalpa, mientras en el Palacio Presidencial, el presidente de facto Roberto Micheletti evitaba comentar sobre la propuesta del obispo auxiliar Juan José Pineda. En cambio, pasó toda la tarde reunido con sus aliados discutiendo el decreto que impuso la suspensión de las garantías constitucionales básicas durante 45 días. A pesar de la expectativa que provocaron fuera de Honduras las palabras del obispo Pineda, ayer el presidente Manuel Zelaya no tenía ninguna buena noticia para trasmitirles a los diputados brasileños que lo visitaron en la embajada.
La única nota positiva del día la dio el asesor de la Secretaría General de la OEA, John Biehl, quien en las últimas 48 horas se reunió con Zelaya y con miembros del gobierno de Micheletti. Según concluyó, los dos tienen voluntad de dialogar. Zelaya lo puso por escrito en una carta que le entregó y los golpistas se comprometieron verbalmente. “La respuesta del sector de Micheletti fue muchísimo más constructiva que antes”, celebró el diplomático, que preparó la cancha para la misión de cancilleres latinoamericanos que llegará a Honduras la semana próxima.
La dictadura, sin embargo, no mostró más que indiferencia ante las palabras de optimismo del funcionario de la OEA y las del obispo hondureño. El anuncio de la Iglesia no parecía haber modificado ni en un detalle la rutina de ayer en el Palacio Presidencial de Tegucigalpa. Micheletti hizo sus declaraciones acostumbradas a la mañana –justificó el golpe que sacó del poder a Zelaya, el actual estado de sitio y recordó que no tiene problemas de renunciar si la Justicia y el Congreso hondureños se lo demandan–, y a la tarde se dedicó a las reuniones que tenía programadas con los jueces de la Corte Suprema y el Tribunal Supremo Electoral, y más tarde con la organización de periodistas que apoya la dictadura. Según informó a este diario su jefe de prensa, por la noche no tenía pensado hacer ningún comentario sobre la mesa de diálogo propuesta por la Iglesia Católica para garantizar la restitución de Zelaya y una amnistía general.
“El presidente todavía no se pronunció sobre la propuesta del obispo”, fue la respuesta oficial que dio César Cáceres. Pero una vez que se sacó de encima la frase obligada, el funcionario de la dictadura empezó a reconocer ciertos avances. “El padre Pineda fue la primera persona que rompió el hielo y abrió un vínculo. Creo que sólo él lo pudo hacer porque es amigo de los dos, de Zelaya y del presidente Micheletti”, relató. También contó que Micheletti ya aceptó la creación de una comisión para sentarse a dialogar con los zelayistas y la resistencia, aunque no quiso poner una fecha aún. “No se definió nada todavía. Ahora se está discutiendo otra cosa, el decreto (que impuso el estado de sitio)”, dijo y con eso dio por terminada la conversación telefónica.
Pero en las calles ni siquiera se notaba esa discusión. Los militares dueños y señores de las calles de Tegucigalpa amenazaron y dispersaron los intentos de protestas de la resistencia. Ayer por la mañana un grupo se concentró frente al Canal 26, uno de los medios nacionales opuestos al golpe que fueron cerrados por la dictadura el lunes pasado. Eran cientos de personas y la protesta era simplemente una sentada frente al edificio militarizado, pero los soldados no les permitieron quedarse más que unos minutos.
La mayoría se fue, pero unos 150 comenzaron a caminar hacia la embajada de Estados Unidos, un edificio que queda a sólo unas cuadras de la sitiada embajada brasileña, donde Zelaya se refugia. “Yo me informé de dónde se iba a reunir la resistencia porque voy a mi sindicato y ahí nos orientan, pero la verdad que sí, que nos hace falta bastante el servicio que estaban dando Radio Globo y el Canal 26”, contó a los medios internacionales una enfermera de 45 años, que logró sentarse en el pavimento frente a la embajada estadounidense durante un rato.
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