EL MUNDO › ESCENARIO
› Por Santiago O’Donnell
Seguimos en Honduras. Metidos en la embajada brasileña junto al presidente legítimo Manuel Zelaya. Con Doris García Paredes, ministra de la Mujer del gobierno zelayista, al teléfono, haciéndonos sentir que estamos ahí. Cercados. Con militares en la vereda, con militares ocupando todas las casas que nos rodean. Pero sintiendo la hospitalidad de Brasil, el apoyo de Estados Unidos, el apoyo del mundo, sintiendo la resistencia en las calles de Honduras, esa resistencia que crece día a día a pesar de y por causa de la represión. Con esperanza, pero también con miedo. Miedo a lo que pueda pasar porque al señor dictador no se le mueve un pelo y no parece entender lo que está haciendo. Todo eso nos transmite García Paredes, una de las siete mujeres y cincuenta y tres hombres que viven en la embajada desde el lunes de la semana pasada. Veinte minutos que dura la comunicación. Hasta que se corta.
“Estamos a la expectativa, como siempre que hay avances en el diálogo en el marco de las relaciones internacionales, aunque a algunos sectores nacionales que quisieran estar no se les ha permitido participar”, dice la ministra, horas después de recibir la visita de una delegación de legisladores brasileños, mientras aguarda la llegada de una comisión de la OEA. “Esperamos que pronto se resuelva esta crisis, que el régimen de facto recapacite.”
Dice que la vida en la embajada es llevadera. Que está llena de actividades, que se festejaron varios cumpleaños con mucha alegría, incluyendo el de Zelaya, que celebran misas en el patio y que están llenos de actividades políticas que empiezan temprano a la mañana con las reuniones de los distintos equipos de crisis, y que sigue con las actividades del presidente, las de la primera dama Xiomara Castro, la atención a la prensa internacional, que siempre hay algo para hacer.
“También hay momentos tristes. Los ataques de los gases se sienten en muchos cuerpos todavía hoy. Sufrimos una invasión electrónica. Tenemos las comunicaciones interceptadas, muchas veces interrumpidas. Tenemos un cerco militar. Las casas de los frentes y los laterales fueron desocupadas y los militares tienen el control. Cada día es incierto, cada noche también. A partir de las seis de la tarde nos apuntan con un faro y nos encandilan toda la noche. Hay una tensión latente. Nos amenazan con mensajes que nos llegan por celular.”
Dice que está optimista porque el presidente Zelaya se muestra dispuesto al diálogo, recibe a la gente que lo viene a visitar, busca acuerdos, habla con el obispo, habla con todos.
Pero ése nunca fue el problema, contestamos. Desde que lo sacaron de su casa en pijamas, Zelaya siempre se mostró predispuesto al diálogo. El que no cede es el dictador.
“El siempre ha dicho que no va a renunciar, lo ha dicho reiteradas veces, Pero tiene que reconocer el entorno internacional. Si nos llevamos por lo que dicen los medios que apoyan a la dictadura y que nos llaman para darnos noticias, la verdad es que ellos van a continuar en su posición, cerrados, a pesar de lo que dice la comunidad internacional y de la resistencia que lleva 97 días en la calle, manifestándose de forma pacífica. Nos dicen que se están colocando bombas en el exterior de la embajada, en puntos estratégicos, preparándose para un día desalojar la embajada. Pero no les damos entero crédito a las versiones, ya que la Convención de Viena dice que las embajadas deben ser respetadas por las autoridades.”
¿Pero se siente segura?
“No, segura no, porque la fuerza militar es muy dura. Nos tiraron bombas lacrimógenas. Atacaron a los manifestantes que estaban frente a la embajada. Pero el pueblo ha despertado y ha reaccionado firme contra este golpe.”
¿Y en la embajada de Brasil se siente más segura que en otras embajadas?
“Claro, es la sexta potencia en el mundo y para nosotros es fundamental. Yo siento empatía por el pueblo brasileño. En mi caso estoy muy contenta de conocerlos y de compartir las actividades cotidianas, desde el aseo a la mañana hasta las conversaciones tarde en la noche. La visita de los congresistas brasileños ha sido muy provechosa, muy importante, han reiterado el apoyo de Brasil al sistema democrático en America latina. Nos contaron que han tenido encuentros con otros sectores del régimen de facto y que les expresaron su compromiso con la defensa plena del sistema democrático, después vinieron acá y nos dijeron que querían conocer las condiciones en que vivíamos en la embajada. Fueron muy cordiales. Tener esa relación estrecha nos animó mucho, para el pueblo hondureño que lucha es muy importante Brasil.”
¿Y Estados Unidos los apoya?
“Claro. Entiendo que hay un vínculo directo del señor presidente (Zelaya) con ese país y con todo el concierto de naciones. Están muy comunicados. Estados Unidos tiene una influencia muy grande y ha estado apoyando en un nivel muy importante.”
Dejamos la embajada por un momento. La semana pasada un diplomático que participa en las negociaciones había advertido: “Ahora se le va a hablar a Micheletti de otra manera”. El caso hondureño había llegado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la amenaza del uso de fuerza estaba implícita en el texto leído por la embajadora estadounidense ante la ONU, Susan Rice. Estados Unidos no se va a meter ni loco, menos una administración demócrata, menos Obama, menos con un frente abierto en Afganistán.
Pero Brasil asoma como potencia. Brasil mundialista, Brasil olímpico, Brasil dueño de grandes reservas petroleras, Brasil pilar del BRIC. Brasil quiere hace mucho un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Brasil acaba de hacer una megacompra de armamento francés que incluye tanques y cazas de última generación y varios submarinos, entre ellos uno de propulsión nuclear. Lula tuvo que salir a decir el mes pasado que no estaba entrando en una carrera armamentista. Micheletti dijo la semana pasada que si invadía el país “una fuerza latinoamericana” le ordenaría a su ejército que no disparara ni un tiro contra sus “hermanos”. Casi una invitación para intervenir. Folha de Sao Paulo informó que ya hay planes trazados. El canciller Celso Amorim tuvo que salir el martes a desmentir que Brasil fuera a invadir. Pero esto es como en el fútbol: cuando un presidente sale a ratificar a su entrenador, quiere decir que el entrenador está en la cuerda floja.
Si Micheletti aborta o estira indefinidamente la negociación mientras fuerza las elecciones, quedará demostrado que las amenazas no sirvieron de nada. Ni hablar si asalta la embajada para detener a Zelaya. Ahí sí se pudre todo. No suena razonable, pero Micheletti ya dijo que está jugado, que está como Galtieri con las Malvinas.
Entonces Lula podría justificar su gasto militar. Más allá de las vagas amenazas que se ciernen sobre Amazonia y la bases militares que su aliado Estados Unidos ha instalado en la vecina Colombia. Y Brasil se convertiría en el gendarme de la democracia en América latina. Y la Carta Democrática de la OEA por fin tendría dientes. Y la región pasaría a tener una potencia dominante, algo muy parecido a lo que en el siglo pasado se llamaba “imperio”.
Pero falta. Podría no ocurrir en Honduras, pero sí en la próxima crisis. La realidad es que Brasil sólo intervendría bajo mandato del Consejo de Seguridad y no está ni cerca de conseguir los votos necesarios. Pero bueno, la situación es fluida y no se puede descartar nada.
Volvemos a la embajada. La ministra es consciente del peligro. No quiere sangre. No quiere más muertos.
“Hay un marco de referencia que es el acuerdo de San José. Ahora hay que firmarlo y acordar los medios de ejecución y las garantías. El presidente está aquí, vino con un plan pacífico y de apertura plena al diálogo. Si no hubiera regresado al país, otra hubiera sido la referencia y otras las condiciones. Pero él ha llamado al diálogo. Ha mostrado su filosofía en contra de la violencia y se ha mostrado totalmente a favor de una política de Estado de mantener una actitud pacífica. Las determinaciones las dará el tiempo. En agosto fue un tiempo, en septiembre fue otro y ahora que estamos casi a las puertas de las elecciones el tiempo es otro. Este es un tiempo positivo. El pueblo hondureño ha demostrado que está vivo y que está unido. Mientras el presidente esté aquí en actitud pacífica y el acuerdo esté sobre la mesa, seguiremos insistiendo con el diálogo. Cuando no esté, o si pasamos las elecciones y todo sigue igual, entonces otro será el análisis. Reconocemos que la comunidad internacional ha reaccionado y sigue reaccionando, y que el hilo conductor diplomático-jurídico no se puede interrumpir, se tiene que respetar, y Zelaya siempre ha sido respetuoso del orden internacional.”
Queda picando lo del pueblo hondureño, que la ministra menciona a cada rato. ¿Por qué dice que el pueblo ha reaccionado?
“Porque ahora está organizado en cada uno de los municipios de los dieciocho departamentos que tiene el país. La resistencia se ha reorganizado y tiene una estructura organizativa a nivel nacional. En julio y agosto no se tenía ese nivel de coordinación. Recién en el mes pasado empezamos a tenerla. Ha habido una maduración de la situación a medida que el pueblo tomó conocimiento de lo que estaba pasando.”
Entonces seguimos en Honduras, metidos en la embajada de Brasil, con el presidente legítimo, cercados, esperanzados, con un pueblo que reacciona, respetando los tiempos del orden internacional.
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