Vie 09.10.2009

EL MUNDO  › EL PANTANO AFGANO SE PARECE CADA VEZ MAS AL DE VIETNAM EN LOS ’70

Debaten en Washington el futuro de la guerra

› Por David Brooks *

Desde Nueva York

En el octavo aniversario de la invasión estadounidense a Afganistán, el presidente Barack Obama está ante una decisión que podría marcar el resto de su mandato –y, advierten algunos, hasta hundirlo– al evaluar si enviará otros 40 mil soldados para reforzar a los 68 mil que se encuentran allá, en una misión poco clara de reconstrucción de nación y de contrainsurgencia.

Ante una cada vez más amplia oposición pública, incluso de figuras políticas clave en su propio partido –senadores, ex generales, analistas– que advierten sobre un empantanamiento estadounidense en Afganistán, los asesores militares del presidente proponen incrementar la presencia estadounidense. El general Stanley McChrystal, comandante de esa campaña bélica, afirmó en su recomendación al gobernante demócrata que “el éxito aún se puede alcanzar”, pero sólo si hay un incremento de tropas.

La guerra de Estados Unidos en Afganistán es la tercera más larga en la historia en este país (96 meses) –la más larga fue Vietnam (102 meses) y la segunda la Revolución Americana (100 meses)– y ya lleva más del doble de duración de la participación estadounidense en la Segunda Guerra Mundial (45 meses).

Obama convocó a su gabinete de seguridad nacional para evaluar qué hacer, mientras se desata un intenso debate entre la cúpula política sobre cómo proceder en un país que ha sido llamado “el cementerio de los imperios”.

El martes, el presidente se reunió con unos 30 legisladores de alto rango de ambos partidos para abordar el tema, donde señaló –según fuentes en la reunión citadas de manera anónima por algunos medios aquí– que no considera ningún retiro de tropas de Afganistán. Pero, a la vez, algunos comentaron que tampoco considera un incremento masivo de tropas, y se especula que buscará alguna fórmula intermedia.

Pero se intensifica la preocupación –incluidos líderes demócratas de ambas cámaras– sobre incrementar la presencia estadounidense sin definir antes el “plan de salida” de ese conflicto. Por ahora, la mezcla de ocupación, “construcción de nación” y operaciones contrainsurgentes en ese país no ofrecen resultados claros y algunos advierten que justo las recomendaciones de McChrystal y otros promotores, de una mayor presencia estadounidense, son muy parecidas a las que se presentaron al presidente Lyndon Johnson sobre Vietnam.

Se debate lo logrado en Afganistán desde la invasión en 2001, donde el entonces presidente, el republicano George W. Bush, proclamó la victoria al derrocar el régimen talibán. Sin embargo, algunos expertos señalan que el talibán no fue destruido, sino simplemente se desplazó a diversas regiones. Aunque el gobierno de Obama afirma que el otro objetivo, la destrucción de la capacidad operativa de Al Qaida, se ha logrado en gran medida y que la presencia de ese grupo ha disminuido de manera significativa, el hecho es que su líder Osama bin Laden aún está libre, y que hay nuevas células de este grupo que, en combinación con otros, mantienen la tensión en toda la zona, especialmente en la fronteriza y dentro del país vecino, Pakistán.

Mientras tanto, las recientes elecciones en Afganistán demostraron la debilidad extrema de las instituciones políticas de ese país, con serias dudas sobre la efectividad del gobierno de Hamid Karzai, apoyado por Washington. Otro saldo de la guerra es que la producción de opio y el tráfico de heroína se han multiplicado desde la invasión estadounidense.

Obama, crítico de las políticas bélicas de su antecesor durante la campaña electoral, enfrenta una decisión compleja ante una situación en deterioro en el terreno operativo, el cual ya ha costado casi 800 vidas de estadounidenses. A la vez, el apoyo de la opinión pública también se erosiona. Una encuesta de Ap-GfK divulgada hoy muestra sólo 40 por ciento de apoyo (reducción de cuatro puntos desde julio). En tanto, se recuerda el dicho de los comandantes del talibán en Afganistán: “Ellos tienen los relojes, pero nosotros tenemos el tiempo”.

* De La Jornada de México. Especial para Página/12.

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