EL MUNDO › HOY SE VOTA EN HONDURAS, A CINCO MESES DEL GOLPE MILITAR
Son las elecciones programadas antes del derrocamiento de Zelaya y la oposición planea “quedarse en casa” para que no sean legítimas. Desde la embajada brasileña, el presidente depuesto pedirá hoy que anulen los votos.
› Por María Laura Carpineta
Hoy la dictadura hondureña cumple cinco meses en el poder y lo celebra con una fiesta cívica. Alrededor de 4,6 millones de hondureños –un millón en Estados Unidos– están registrados para elegir presidente y vice, y reemplazar a todo el Congreso y a los 298 alcaldes del país. Los comicios estaban programados desde antes del golpe militar que derrocó a Manuel Zelaya, pero la mayoría de los países latinoamericanos no los reconocerá y parte de la sociedad hondureña ya adelantó que se quedará en sus casas hasta el cierre de las urnas. En las casi tres décadas de democracia hondureña, la participación electoral nunca superó el 50 por ciento. “Si conseguimos una abstención del 70 por ciento será un éxito. ¿Estados Unidos reconocerá un gobierno electo por menos del 20 por ciento del electorado? Sería una vergüenza”, aseguró Andrés Pavón, presidente del Comité de Defensa para los Derechos Humanos y promotor del llamado toque de queda popular.
Los que se decidan por ir a votar tendrán cinco opciones para la Presidencia, aunque solamente dos tienen posibilidades reales de ganar. Se trata de los candidatos de los dos partidos tradicionales, el Liberal y el Nacional, los cuales desde el fin de las dictaduras de los setenta se dividen el 95 por ciento de los cargos electos y los designados políticamente, como los jueces de la Corte Suprema. El golpe del 28 de junio pasado no cambió eso, lo acentuó. La mayoría de los candidatos independientes o progresistas que aspiraban a una banca en el Congreso o una alcaldía abandonaron la campaña, en solidaridad al presidente Zelaya, quien desde su refugio en la embajada brasileña pedirá hoy la anulación de los comicios.
Las últimas encuestas previas a la veda coincidían en que el candidato nacionalista, Porfirio Lobo, ganaría la Presidencia cómodo y podría también alcanzar una mayoría absoluta en el Congreso unicameral. A pesar de haber apoyado el golpe desde el principio, Lobo consiguió no quedar pegado a la imagen de Micheletti, quien según los sondeos es rechazado por la mayoría de los hondureños, zelayistas y opositores. Quizá por eso su candidato, el liberal Elvin Santos, no haya podido escalar en las encuestas.
Santos fue el vicepresidente de Zelaya, pero se distanció cuando su compañero de fórmula giró hacia el socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez. Durante los últimos meses de campaña hizo de su oposición a Zelaya su mayor propuesta de gobierno. Ayer, a sólo horas de la votación, prometió que una de sus primeras medidas como presidente será sacar a Honduras del ALBA, el bloque regional liderado por Venezuela y Cuba. Pero mientras ese discurso emociona al sector más duro de los golpistas, Santos perdió a gran parte de la base electoral liberal, que aún apoya a Zelaya.
La expectativa hoy no será quién gana –sea Lobo o sea Santos, ganará un aliado de la dictadura–, sino cuánto apoyo logre reunir el presidente derrocado. “Los que estamos con la democracia nos vamos a quedar en nuestras casas”, sentenció Pavón, en diálogo telefónico con este diario. En Honduras el voto es obligatorio, pero la ley no concibe ninguna sanción para los que no lo hagan. El llamado toque de queda popular no sólo será una herramienta de resistencia, sino que buscará evitar choques violentos con la policía y los militares.
La resistencia y las organizaciones de derechos humanos vienen denunciando un clima de agresión de baja intensidad por parte de la dictadura. En otras palabras, no hay grandes represiones en las calles, pero el ejército realiza sistemáticamente allanamientos y detenciones selectivas en Tegucigalpa y en el interior. Una de esas detenciones terminó en la muerte de un maestro jubilado el martes pasado.
Pero a pesar de esa constante tensión latente, ayer la capital hondureña se movía a un ritmo calmo y apacible. No había enjambres de mujeres con niños paseando de una feria a otra, haciendo compras para el fin de semana familiar. Las calles estaban tranquilas, al igual que las patrullas policiales, que ya se convirtieron en parte del paisaje cotidiano de la ciudad. Como en otras vísperas de elecciones, los paredones de los edificios y las casas, y los noticieros recordaron durante las 24 horas que el país está a un paso de elegir “un cambio”. Pero esta vez ya no se trata de los candidatos.
El movimiento de Resistencia Popular se ocupó de dejar pintadas en toda la ciudad y el país con la consigna de “No voten”, mientras que los golpistas hicieron uso de los medios de comunicación masivos para bombardear con mensajes que apelaban al corazón patriota y nacionalista de los hondureños. “Si no votas, es que votas por Chávez” y “Para que Chávez no destruya lo tuyo, vota por vos”, fueron algunos de los anuncios que repetían una y otra vez las radios golpistas.
El estratega de esa campaña fue nada menos que la cara visible de la dictadura, Roberto Micheletti, el otro líder hondureño que se juega hoy su futuro político. Ayer el dictador, que dejó el sillón presidencial hasta el miércoles próximo como una concesión a Washington, volvió a cargar contra el presidente venezolano, a quien acusó de estar detrás del cierre de las fronteras, ordenado por los vecinos gobiernos de Nicaragua y El Salvador. “Chávez quiere boicotear el derecho que tenemos los hondureños a ser libres”, aseguró desde su breve retiro.
Pero muchos hondureños ya perdieron la libertad hace tiempo. Uno de ellos, el presidente Zelaya. Hace más de dos meses que está preso dentro de la embajada brasileña con algunos de sus familiares y sus asesores más cercanos. La comunidad internacional presionó para que la dictadura dejara de apuntarlo con sus francotiradores y lo restituyera en el poder. Pero Micheletti y su gente se resistió y el viernes, con el apoyo de Estados Unidos a las elecciones garantizado, se dio el lujo de prohibirle todas las visitas. Zelaya seguirá hoy las elecciones desde una radio o un celular, más solo que nunca.
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