EL MUNDO › ESCENARIO
› Por Santiago O’Donnell
Desde Santiago
A pocas horas del voto, la única certeza es que será una elección histórica.
Si gana la Alianza entre los partidos de derecha y centroderecha, la elección será histórica por quién ganó. Será la primera vez que esa fuerza gane una presidencial tras cuatro intentos fallidos desde el fin de la dictadura en 1990. Su triunfo completaría la transición democrática al cumplirse con el principio de alternancia en el poder.
Si gana la Concertación de centroizquierda, será una elección histórica por cómo se ganó. Su candidato Eduardo Frei había perdido por catorce puntos en la primera vuelta el mes pasado, pero desde entonces viene en remontada y en los últimos días se ha puesto casi a la par del aliancista Sebastián Piñera. Entre los seguidores de Frei ya se habla de Maracanazo.
Será histórica por donde se la mire y sin embargo lo que llama la atención es la tranquilidad en las calles, en la gente, como si fuera un fin de semana más. Nadie se manifiesta, nadie se moviliza, ni hablar de cortar una calle. La crisis de Haití domina los noticieros y las tapas de los diarios.
Piñera desayunó con un grupo de jubilados en una comuna, después jugó un fulbito con sus colaboradores y después visitó un parque. Aunque la veda prohíbe pedir el voto, no dice nada sobre mostrarse ante el periodismo y tratar de parecer simpático y así juntar un último puñado de votos.
Frei, como es su costumbre, no se mostró en publico el día antes de las elecciones.
En los comandos de las dos campañas reinaba el optimismo, pero nadie se animaba a festejar por adelantado. Había nervios, expectativas, entusiasmo, ganas de opinar, ganas de debatir, pero nadie hablaba con pasión de su candidato.
El comando Piñera está en una casa con jardín de la calle Apoquindo, en el distrito financiero, a cuarenta metros del rascacielos donde están basadas las empresas del candidato. El comando Piñera se parece a una empresa de computación, decenas de jóvenes enchufados a sus computadoras, que cada tanto se convocan a reuniones y cierran las puertas, cada cual haciendo su trabajo: prensa, fiscales de mesa, voluntarios, atención a los votantes, grupo juvenil. Todo muy serio, muy rápido, muy profesional, pero a la vez informal. Muy moderno. Al candidato todos le dicen “Sebastián”.
Meilín León, 28, del departamento de prensa, dice que están trabajando muy bien, que van adelante por tres o cuatro puntos, que hay que acabar con el “cuoteo” de la Concertación (el reparto de cargos para mantener el equilibrio entre los partidos de la alianza gobernante), que Sebastián va a convocar a los más capacitados porque sabe armar equipos, que Sebastián es muy simpático pero también muy exigente, hasta obsesivo con el trabajo. Dijo que la Concertación hizo muy bien en crear una red social para los pobres y que Piñera va a ampliar esa red para que alcance a la clase media.
Leonardo Montenegro, 42, coordinador de voluntarios, dijo que Piñera siempre pasa por el comando para compartir un sandwich y dar aliento, que no faltó ni en Navidad ni en las fiestas patrias. “Se viene un cambio”, se entusiasma. “La Concertación no se la ha jugado con la educación, no se la ha jugado con la salud. Sebastián va a solucionar esos problemas.”
En estos días Piñera ha estado muy preocupado con la organización de los fiscales de mesa, a quienes considera fundamentales porque la elección va a ser muy peleada.
“Somos las estrellas del comando, nos da mucha atención”, cuenta Mirko Makari, 19, uno de los coordinadores de los fiscales de mesa. Nos dice “que va a estar muy difícil, que hay que tener mucho cuidado. Que nos preparemos para el lunes porque puede haber recuento”. Cuando se le pregunta si no le preocupa el repunte de Frei en las encuestas a partir de las declaraciones de Piñera sobre el pinochetismo, Makari contesta levemente irritado: “¿Por qué no hablan de los derechos humanos en Cuba?”.
El comando de la calle Apoquindo también alberga militantes del partido derechista UDI, aliado de Piñera, como Gerardo Ureta, 27, abogado, coordinador de equipos juvenil. “Los derechos humanos están mucho peor ahora que en los tiempos de la dictadura”, asegura muy convencido. “Hay casos peores de pobreza, de inseguridad, pero nadie defiende esos derechos humanos.”
El comando Frei está en una casa pintada de azul en la calle Bilbao, distrito de Providencia, cerca del centro de la ciudad. Ayer había menos gente que en el de Piñera, ya que los coordinadores de mesa trabajan en otro lado y parte de las operaciones ya se habían trasladado al hotel Plaza San Fransisco, donde el candidato esperará los resultados hoy.
El comando de Bilbao parece un local partidario. Aunque debieron remover los carteles y las fotos del candidato por la veda partidaria, en los muebles gastados, en las paredes recién peladas se respira cierta mística. Todos llaman al candidato “Don Eduardo”.
“En los últimos días el entusiasmo se siente”, dice Flor Cerro, 35, jefa administrativa de la casa de campaña. “Se han sumado hartos voluntarios. Después de la segunda vuelta las fuerzas se unieron, cambiaron algunas caras y todo empezó a funcionar mejor.” Como todos en el comando, Cerro habla maravillas de la nueva jefa de campaña Carolina Tohá y los nuevos voceros Claudio Orrego y Ricardo Lagos. “Caro está muy enfocada, es muy rápida y hace que todos marchen a su ritmo”, dice Cerro. De Frei destaca su seriedad y responsabilidad. “En los últimos días la gente se dio cuenta de que a don Eduardo las palabras le salen de adentro, le salen del alma, no está guionado como el otro candidato.”
Ayer daba las órdenes en el comando un hombre íntimamente ligado a Frei, Camilo Muñoz, 54, mayordomo del candidato desde hace 16 años. Cuando Frei anda en campaña, el mayordomo se traslada al comando. “Acá soy un asesor, hago un poco de todo, manejo cosas, entrego propaganda”, dice. No quiere contar intimidades de Frei. “Por eso soy su mayordomo: porque no cuento cosas. De don Eduardo sólo puedo decir que un buen jefe hace un buen ayudante”, agrega sonriente. Al rato confiesa una debilidad de su jefe: “Le encantan los dulces. Su postre preferido es el suspiro limeño”.
¿Y cuáles son las palabras más memorables que recuerda de su jefe? Piensa un largo rato y al final contesta: “Fue cuando me dijo, hace once años, ‘Tú estarás a mis órdenes mientras tú quieras’. Pasaron los años y aquí me ves”.
Esta noche se sabrá si el electorado le es igualmente fiel a Frei y al proyecto que representa, que en 20 años acumula logros y también algunos fracasos y tareas postergadas, y que esta elección sorprende en medio de una crisis, en medio de una transición.
“Don Eduardo se preocupa por el pueblo”, dice su mayordomo. “Piñera puede que sea bueno para los negocios, pero el pueblo no es moneda.”
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