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› EL JEFE ZAPATISTA CONTRA EL JUEZ QUE CONSIGUIO ARRESTAR A PINOCHET
Hoy gran pelea gran de Marcos y Garzón
En octubre, el subcomandante Marcos, líder de la guerrilla zapatista mexicana, publicó en “La Jornada” de México una carta a un amigo en la cual calificó al juez Baltasar Garzón de “payaso grotesco”. Garzón contestó diciendo que Hitler o Stalin estarían felices de tener a Marcos en sus filas.
Por Juan Jesús Aznárez
Desde México
El juez de la Audiencia Nacional de España Baltasar Garzón desafió al subcomandante Marcos, encapuchado jefe del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), a un debate abierto, sin máscaras, “cuando usted quiera y donde usted quiera”, sobre terrorismo, rebeldía, dignidad, lucha, política, justicia y democracia, y sobre la defensa de los derechos de los que menos tienen. “No suelo dar consejos –subraya–, pero aquí va uno: abandone usted el disfraz y su escondite, dígale adiós a las armas, permita que sus hombres sean libres, no secuestre ni mancille a la democracia”.
El desafío del magistrado viene contenido en su respuesta al dirigente sublevado hace ocho años en el estado de Chiapas, que recientemente publicó una carta polémica, en el diario La Jornada, contra la democracia española, el rey, el primer ministro José María Aznar, el ex primer ministro González y el propio Garzón. A unos los llamó “imbéciles” o “bufones”, se burló de la monarquía, y la tenaz persecución por el juez del ex dictador chileno Augusto Pinochet fue considerada poco menos que una farsa.
“Los calificativos viles que ha empleado usted no los tocan a ellos: (al rey, Aznar y González) lo degradan a usted”, pero “ha ofendido a quienes han participado activamente en la construcción de la democracia de España”, subraya Garzón, admirado por los familiares de las decenas de miles de personas impunemente asesinadas por las pasadas dictaduras latinoamericanas. Pero para Marcos, sólo es un reaccionario, una herramienta del terrorismo de Estado, que “demuestra su verdadera vocación fascista al negarle al pueblo vasco el derecho de luchar políticamente por una causa que es legítima”.
La cárcel o el cementerio, afirmó el encapuchado de la pipa, “es el lugar que la ‘democracia’ española tiene para los rebeldes ibéricos (los integrantes de ETA)”. “Los verdaderos héroes que existen en el País Vasco y los verdaderos rebeldes, no son los terroristas que usted defiende”, le replica Garzón, “sino sus víctimas, los hombres y mujeres que tratan de defender una opción democrática o consolidar las instituciones, o desarrollar una libre cátedra”. El arranque de su carta dice: “No le voy a discutir que me llame ‘payaso grotesco’. Prefiero ver mi nombre abiertamente asociado a la democracia como un payaso, que esconderlo tras la falsa rebeldía, la violencia, la mentira, el desconocimiento, la falta de ética y de escrúpulos, y demás rasgos que usted, cada vez con mayor claridad, representa”.
Garzón, que lleva 14 años combatiendo el narcotráfico, el crimen organizado, la corrupción, el terrorismo y los crímenes de Estado y de lesa humanidad, pregunta al subcomandante: “¿Cómo se atreve a insultar impunemente al pueblo español, que en su conjunto viene sufriendo la lacra terrorista desde hace más de 30 años? ¿Nadie le ha dicho que 853 personas han sido asesinadas con coches-bombas, con pistolas, metralletas, lanzagranadas, etc., por la espalda, con alevosía, o con un disparo en la nuca?”.
“¿Cómo puede usted ignorar a las decenas de niños asesinados, a las más de 4000 personas mutiladas y heridas, a los ciudadanos y ciudadanas que perdieron sus bienes y su libertad?” Garzón identifica las razones por las que el dirigente zapatista no se compadece con las víctimas del terrorismo. No lo hace “porque usted, en su fundamentalismo represor, pleno de autoritarismo y de soberbia, destila odio hacia esas víctimas, y hacia todos los que no somos o pensamos como usted. Estoy seguro que José Stalin o Adolfo Hitler estarían orgullosos de tenerle en sus filas: los extremos se tocan”. La causa de los empobrecidos indígenas, 10 millones de los 100 millones de mexicanos, “se ve gravemente amenazada por las actitudes de intolerancia extrema que usted ha adoptado”. “No señor Marcos –prosigue– en España no se ilegalizan ideas, no se persigue a nadie por lo que piensa, cree o discrepa (...) En España se persigue el terrorismo con arreglo a la ley, desde la ley, y con todas las garantías y controles que el ordenamiento jurídico establece”, continúa. “Y le aseguro que éste ordenamiento es uno de los más rigurosos del mundo.”
La mención al caso Pinochet, según lamenta Garzón, “muestra un desprecio –que raya en la vileza más absoluta– hacia las víctimas”. Confiesa que el insurrecto de la selva Lacandona representaba para él algo diferente: “Una especie de rayo de coherencia. Ahora advierto mi gravísimo error. Le había otorgado una categoría que no merece. Usted no es más que un barco a la deriva”. “No necesita usted quitarse la máscara para haberse desenmascarado: usted, sencillamente, no cree en los derechos esenciales del hombre ni en la democracia, ni siquiera en los derechos cívicos de su propio pueblo.”
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