EL MUNDO
› CUMBRE EN WASHINGTON, LLENA DE PROMESAS DE COOPERACION MUTUA
Lula y George W., un solo corazón
El presidente electo de Brasil dijo que la cumbre “fue más allá de mis expectativas”. Hablaron con Bush de los créditos para Brasil, los subsidios agrícolas de Estados Unidos, el ALCA, el Mercosur y el terrorismo. También acordaron otra cumbre después de la asunción de Lula.
“La reunión fue más allá de las expectativas. Me he quedado con una excelente impresión del presidente Bush, quien desea profundizar las relaciones entre Estados Unidos y Brasil, y por nuestra parte haremos todo lo que podamos.” El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, no contuvo su entusiasmo luego de la entrevista con su par norteamericano en la Casa Blanca. Lula señaló que hablaron de todos los temas, inclusos los más ríspidos, y que el buen clima llevó a que se propusiera una cumbre entre los dos gobiernos después del 1º de enero, cuando asuma el poder en Brasil. En los hechos, la reunión entre el líder de izquierda más importante de América latina y uno de los presidentes más a la derecha que ha tenido Estados Unidos ya fue casi de gobierno, por la cantidad de funcionarios de alto rango presentes. De hecho, como anunció Lula después, entre los participantes estuvo quien será el ministro de Hacienda de Brasil, Antonio Palocci (ver nota aparte).
Del lado de Lula estuvieron el senador electo y secretario de Relaciones Internacionales del Partido de los Trabajadores (PT), Aloizio Mercadante, el citado Palocci, la alcaldesa de San Pablo, Marta Suplicy, y el embajador brasileño en Washington, Rubens Barbosa. Del lado de Bush estuvieron presentes el secretario de Estado, Colin Powell, la consejera de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Condoleezza Rice, y el responsable de la oficina de Rice para Asuntos Latinoamericanos, John Maisto, entre muchos otros. Para completar, en una visita de apenas 24 horas (hoy viaja a México para entrevistarse con el presidente Vicente Fox), Lula se reunió después con los líderes del Congreso norteamericano, el representante de Comercio Exterior, Robert Zoellick, la dirigencia de la central sindical AFL-CIO, y el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias.
Lula logró que el BID, el Banco Mundial y la FAO (Organización de la ONU) apoyaran firmemente el programa Hambre Cero, que impulsará en Brasil no bien asuma. El Banco Mundial y el BID anunciaron que se disponen a desviar para el programa los recursos destinados a financiar programas sociales en Brasil –que ascienden a unos 10.500 millones de dólares– y, en el futuro, negociarán una posible ampliación de esos créditos. “Con ese proyecto, Brasil hace algo totalmente nuevo en el mundo”, afirmó el director de Operaciones de la FAO, Andrew MacMillan, en declaraciones que publicó ayer el diario brasileño Gazeta Mercantil.
El punto más importante planteado por Lula a Bush fue el económico. Resaltó la necesidad de que la economía brasileña siguiera recibiendo capitales del exterior. “Creo que el gobierno estadounidense puede hacer mucho para que no se cierren las líneas de crédito para Brasil, en este momento tan difícil de la economía nacional y mundial”, dijo Lula. Después hizo alusión a los subsidios agrícolas de Washington, especialmente los que benefician a los exportadores de zumo de naranja, algodón y soja. “Como sindicalista, negocié durante 20 años bajo un régimen autoritario y me considero un buen negociador. Nos sentaremos a la mesa con los estadounidenses y seremos duros, pero cuando alcancemos un acuerdo lo cumpliremos lealmente”, aseguró luego de su reunión con Zoellick.
También se refirió, en el tema del comercio, a la cuestión del ALCA. Explicó que su prioridad será el Mercosur, “no sólo a nivel económico y comercial, sino político y cultural”, y que las negociaciones por el ALCA se producirán en ese marco. “Estoy preparado para negociar”, explicó, “pero el presidente Bush debe comprender que seremos tan duros en la defensa de nuestros productos como los estadounidenses lo son en defensa de los suyos”.
Por su parte, Bush llevó a Lula a los terrenos de la política internacional. Específicamente, cómo podía ser de otra manera, a la guerra contra el terrorismo. “Nunca más debe ocurrir un 11 de septiembre. Nosotros estamos contra todo terrorismo, pero creemos que Naciones Unidasdebe ser la base de ese combate, y creemos también que la ignorancia y la miseria están en el origen de la violencia”, explicó el presidente electo de Brasil. También dijo Lula que en su opinión el Consejo de Seguridad de la ONU debía reformarse con urgencia para darle mayor representatividad. “Entre los cinco miembros permanentes debe haber alguna representación de América del Sur y de Africa”, declaró a su salida de la Casa Blanca.
Después, quedó tiempo para que Lula respondiera todo tipo de preguntas, algunas con olor a trampa para líder de izquierda. Un periodista le pidió explicaciones sobre el Foro de San Pablo, que se fundó en 1990 a instancias de su Partido de los Trabajadores (PT), y la inclusión en ese mecanismo de varios partidos comunistas. “Es un orgullo que el PT participe de este foro. Gracias a él, América latina en su mayoría logró comprender que podían llegar al poder más rápido con elecciones que a través de la lucha armada. Y ésa fue una contribución de nuestro partido”, respondió. Y cuando se lo desafió con otra pregunta sobre por qué el PT tiene relaciones con el Partido Comunista de China, respondió irónicamente que él de China no sabía nada, hasta que Estados Unidos lo nombró país más favorecido para sus relaciones comerciales.
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