EL MUNDO › EL SENADOR RICARDO MERLO ANALIZA LA SITUACION POLITICA EN ITALIA
Cree que en 2013 la oposición podrá recuperar el rumbo del país, ya que empezó a negociar una estrategia para enfrentar al Cavaliere con una coalición que no incluye a los comunistas. Pero le reconoce méritos al presidente.
› Por María Laura Carpineta
Con la moderación que lo caracteriza, el senador ítalo-argentino Ricardo Merlo intenta mantenerse optimista frente al futuro de Italia. Hace dos años que el gobierno de Silvio Berlusconi congeló todos sus proyectos de ley para los ciudadanos italianos en el mundo, recortó en un 60 por ciento los fondos para el exterior y aprobó leyes cada más represivas contra la inmigración ilegal, todo sin perder ni un ápice de popularidad entre los italianos. Pero Merlo cree que en 2013 la oposición podrá recuperar el rumbo del país. “La política es el arte de lo posible”, dice, repitiendo la frase del estadista alemán Otto von Bismarck.
Ayer el legislador recibió a Página/12 en su departamento de Devoto, antes de partir de vuelta hacia Roma, donde cumple su segundo mandato en el Congreso italiano, el primero como diputado y ahora como senador. En los próximos días tendrá que discutir la nueva ley de inmigración de Berlusconi. No quiere adelantarse, pero no le tiene mucha fe. “Que tengan que sacar otra ley marca el fracaso de las leyes represivas que aprobaron hasta ahora”, sentenció. Sabe que no podrán frenarla, pero se contenta anunciando que finalmente, después de dos años, la oposición empezó a negociar una nueva coalición para enfrentar al Cavaliere en las elecciones de 2013. Incluirá a toda la oposición, menos a los comunistas.
–Hace dos años, usted hizo campaña advirtiendo que Berlusconi le iba a hacer daño a Italia. ¿Cuánto daño le hizo?
–No le está haciendo bien a Italia el gobierno de Berlusconi. Primero, la imagen de Italia en el mundo no es la mejor. Segundo, desde lo económico-social, Italia no mejoró, más bien empeoró: el PBI cayó un cinco por ciento, creció la desocupación, los salarios no alcanzan. Pero hay que reconocer algo que le da una gran legitimidad al gobierno de Berlusconi, mantiene un consenso alto en la población italiana. La primera minoría de los italianos hoy quiere que gobierne Berlusconi.
–¿Por qué cree que Berlusconi logra mantener su popularidad, con esos números negativos y un aluvión de escándalos sexuales?
–Berlusconi es el mejor comunicador que yo conozco de la historia italiana, sobre todo ahora, en la época de las comunicaciones. Es un político que convierte una crisis o un problema en una oportunidad, y eso hay que reconocérselo.
–En medio de este escenario, Berlusconi tiene el campo libre para lanzar una ofensiva contra los inmigrantes ilegales, como prometió.
–No hay un ataque contra la inmigración por parte de Berlusconi; hay que decir las cosas como son. Berlusconi para gobernar necesita de la Liga Norte, son el 10 por ciento del electorado y tienen nada menos que el Ministerio del Interior. Gobernar con ese partido crea un clima de xenofobia político-cultural. La mayoría de los italianos no piensa así, pero el gobierno envía esa imagen al exterior.
–Pero además de la imagen, está impulsando algunas leyes represivas...
–Sí, nosotros votamos siempre en contra. Una es la ley de seguridad, que permite que los intendentes hagan rondas de civiles para controlar la seguridad. Fue aprobada, pero no conozco muchos intendentes que la apliquen. La otra ley migratoria es puramente represiva. El problema es que no se está discutiendo la causa y eso que hay un montón de países cercanos a Italia donde la gente se muere de hambre. Si no se elimina esa causa podrán hacer leyes, levantar muros, militarizar la frontera... pero no van a dejar de venir. Es una cuestión de supervivencia.
–La oposición parece haberse quedado sin voz para denunciar esto...
–Hoy el opositor que tiene las cosas más claras es (Pier Ferdinando) Cassini, el líder de centro. En el Partido Democrático, desde la salida de Prodi, hay una gran ausencia de líderes. Por eso, estamos construyendo una gran fuerza política moderada, de centro, con sectores católicos, progresistas y liberales, en el sentido europeo de la palabra. Me imagino una fuerza con el Partido Democrático, pero sin los sectores más radicalizados de izquierda. Hoy en el Congreso no hay ni un legislador comunista e Italia tuvo el Partido Comunista más fuerte de Europa. Hubo un castigo muy grande en las urnas a los sectores de izquierda más extremos.
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