EL MUNDO › EL DEBATE SOBRE LA SALUD RESULTO SER UNA COMPETENCIA ENTRE JUGADORES
› Por David Usborne *
Para cualquiera que mira la política estadounidense como si fuera un deporte competitivo, la cumbre de la reforma de salud en Blair House era los Juegos Olímpicos de Invierno o el Super Bowl (Super Tasón) todo en uno. Fue televisado en vivo, hubo un intervalo (aunque no hubo Janet Jackson o The Who para mantenernos entretenidos) y más de unos cuantas colisiones y choques.
Igual que en el fútbol americano, hubo períodos en los que nada sucedía. Hasta el referí, Barack Obama, parecía un poco aburrido. Pero cuando dos equipos están tan ferozmente comprometidos a aplastar al otro, los televidentes pueden estar seguros de que verán empujones y revolcones y patadas.
El antagonismo estaba en exhibición aun antes de que comenzara. Cuando Obama y Joe Biden caminaron hacia Blair desde la Casa Blanca, los manifestantes gritaban a todo volumen. “Kill the Bill (Maten le ley) decía un cartel flameando en el aire helado de Washington. “La reforma AHORA”, decía otro.
Blair House es un lugar distinguido, usado a menudo por líderes y diplomáticos visitantes. Se esperaba cierto decoro. Después de todo, fue entre estas paredes que Harry Truman persuadió al Congreso después de la Segunda Guerra Mundial a que apoyara el Plan Marshall. Pero los instintos competitivos de los jugadores rápidamente afloraron. Mitch McConnell, líder de la minoría del Senado, pronto estaba protestando porque los demócratas tenían más posesión del micrófono que los republicanos. Obama replicó con humor. “Tenés razón”, dijo. “Hubo un desequlibrio en las primeras declaraciones porque soy el presidente.”
Luego le tocó el turno a John McCain, que fue semirretirado por los votantes en 2008 y no puede evitar sonar algo amargo. Despotricaba sobre cómo él y Obama habían prometido un gobierno abierto y cambio si eran elegidos y luego se quejó porque el plan de reforma de dos mil páginas de la Casa Blanca surgió de un “trato desagradable” a puertas cerradas.
Obama aprovechó el tiro. “No estamos haciendo campaña ahora, la elección ya pasó”, le dijo a su antiguo enemigo. “Podemos debatir sobre un proceso o podemos debatir sobre cómo vamos realmente a ayudar al pueblo estadounidense.” Ese fue un gol de media cancha, por lo menos.
El problema con este evento deportivo es que no había nada en el tablero cuando terminó. Los televidentes se fueron a la cama preocupados porque el deporte de la política en Washington es siempre sobre la batalla y nunca sobre los resultados.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.(Versión para móviles / versión de escritorio)
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