EL MUNDO › EN MEDIO DE UNA INTIFADA PALESTINA, EE.UU. SUSPENDE EL VIAJE DEL DELEGADO PARA MEDIO ORIENTE
La crisis entre Israel y Estados Unidos, su principal aliado, por el anuncio de nuevas edificaciones para colonos israelíes en Jerusalén del Este, es una de las peores de la historia. Ayer Obama y Clinton bajaron el tono de la disputa, pero Tel Aviv sigue firme con su postura.
› Por Donald Macintyre *
Desde Jerusalén
Catorce policías y por lo menos 40 palestinos resultaron heridos ayer en choques entre los manifestantes que tiraban piedras y las fuerzas de seguridad armadas israelíes en Jerusalén Este, afirmó el vocero de la policía Micky Rosenfeld. La violencia, la más grande en la ciudad desde hace meses, erupcionó después que Hamas llamó a un “día de ira”. Sucedió cuando el enviado presidencial de Estados Unidos, George Mitchell, postergó su planeada visita a la ciudad.
Con una creciente tensión ante el anuncio –condenado por Estados Unidos, Naciones Unidas y la Unión Europea– de planes para expandir los asentamientos de Jerusalén Este, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, dio pasos para calmar la crisis diplomática con Israel mientras decía que había “intensas conversaciones” sobre los pasos de confianza necesarios para reabrir las conversaciones indirectas con los palestinos.
Los actos se desarrollaban en varias localidades y campos de refugiados del enclave palestino, como Jabaliya, Beit Lahiya, Jan Yunés y Rafah. En la ciudad de Gaza, los manifestantes marcharon hacia el Parlamento palestino, bombardeado por la aviación israelí durante la guerra de Gaza a inicios de 2009. Cientos de palestinos se enfrentaron a gases lacrimógenos y balas de goma de la policía israelí en una serie de distritos en Jerusalén Este, el sector ocupado por Israel después de la Guerra de los Seis Días de 1967, que los palestinos quieren como capital de su futuro Estado.
La policía dijo que 60 palestinos fueron arrestados en disturbios que habían sido alentados por el llamado de Hamas a un “día de ira”, que llegó como protesta por la inauguración de la sinagoga de la Hurva en el barrio judío de la Ciudad Vieja que, decían, ponía en peligro a la mezquita Al Aqsa a 400 metros de distancia. La sinagoga de la Hurva (ruina en hebreo) es uno de los lugares de culto de los judíos desde antes de la creación del Estado de Israel en 1948, y fue reconstruida por completo, 62 años después de haber sido destruida por Jordania en la primera guerra árabe-israelí.
También el Fatah, el partido del presidente palestino Mahmud Abbas, que controla Cisjordania, denuncia la construcción de la sinagoga. Un dirigente del Fatah, Hatem Abdel Qader, ve en ella “el preludio a la violencia, al extremismo y al fanatismo religioso”’ por parte tanto de “los extremistas judíos como de miembros del gobierno israelí”.
Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, sostiene que la reconstrucción de la sinagoga es un preludio a la construcción del “tercer templo” del judaísmo, previa destrucción de la mezquita de Al Aqsa en la Explanada de las Mezquitas, que los judíos llaman Monte del Templo y lo consideran como el lugar más sagrado de su religión.
Clinton usó un lenguaje más suave que el que utilizó el viernes, cuando describió como “insultante” el momento del anuncio de planes para construir 1600 nuevas viviendas en un asentamiento ultra-ortodoxo durante la visita del vicepresidente Joe Biden a la región la semana pasada.
Enfatizando el “absoluto compromiso” de Washington hacia la seguridad de Israel y el “fuerte e indestructible lazo” entre los dos países, dijo ayer: “Compartimos valores comunes y un compromiso con el futuro democrático del mundo, y ambos estamos comprometidos a una solución de dos estados (para Israel y los Palestinos). Pero eso no quiere decir que vamos a estar de acuerdo. No estamos de acuerdo con ninguno de nuestros socios internacionales en todo”.
La secretaria de Estado dijo que mientras Estados Unidos había expresado su “asombro y desilusión” ahora era el momento de seguir hacia adelante. Añadió: “Creo que veremos lo que nos deparan los próximos días y esperamos que el senador Mitchell vuelva a la región y comience las conversaciones indirectas”. Clinton declinó decir cuándo viajaría Mitchell. El lunes, el Departamento de Estado había indicado que Washington todavía estaba esperando una respuesta a una serie de demandas de Estados Unidos a Israel –que se cree firmemente que incluyen el descarte del plan para la expansión del asentamiento ultraortodoxo de Ramat Shlomo que generó la crisis. Clinton añadió: “Estamos trabajando en consultas activas con los israelíes sobre los pasos que creemos que demostrarían que tienen el compromiso necesario para el proceso”.
Pese a las crecientes tensiones y a que la crisis entre Israel y Estados Unidos, su principal aliado, es una de las peores de la historia, el canciller israelí, Avigdor Lieberman, dijo ayer que las exigencias de cancelar el proyecto en Jerusalén Este –que viola la ley internacional– son “irracionales”.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, defendió ayer “42 años” de construcciones ininterrumpidas en Jerusalén Este y dijo que los planes no afectan “para nada” a los palestinos, mientras que su canciller insistió en que el Estado judío no tiene ninguna intención de dar marcha atrás. Netanyahu dijo, además, que ya ha demostrado “con palabras y hechos” su compromiso con la paz, en respuesta a unas declaraciones efectuadas poco antes por la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton. “El gobierno de Israel probó durante el último año su compromiso con la paz, tanto en palabras como en hechos”, señaló en un comunicado de su oficina recogido por el diario Haaretz. Horas antes, Clinton había asegurado en una reunión con su colega irlandés, Michael Martin, que Israel “debe demostrar su compromiso” con el proceso de paz en Medio Oriente.
Los diplomáticos estadounidenses también estaban en contacto con funcionarios de una Autoridad Palestina liderada moderadamente en Ramalá sobre las últimas 36 horas para instarlos a desalentar protestas violentas en Jerusalén. La policía israelí hizo regresar a ómnibuses con árabes israelíes que viajaban hacia Jerusalén ayer a la mañana. La policía israelí también mantuvo ayer la prohibición de acceso a la Explanada de las Mezquitas a los musulmanes de menos de 50 años, así como a todos los visitantes no musulmanes.
Con 3000 policías desplegados ayer por la ciudad, la fuerza recibió la orden de permanecer en alerta máxima en la Ciudad Vieja y en otros lados a lo largo de Jerusalén hasta el viernes. El comisionado de policía de Israel, Dud Cohen, dijo después de revistar la Ciudad Vieja que había desafíos especiales para controlar lo que los judíos conocen como el Monte del Templo y los árabes como Haram al Sharif, lugar de tanto la mezquita como el Muro Occidental, sagrado para los judíos para mantener la libertad de culto en ambas.
Saeb Erekat, el jefe negociador palestino, comparó el manejo político de Israel sobre Jerusalén como “echar nafta al fuego”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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