Mar 06.04.2010

EL MUNDO  › DESPUéS DE LAS TRES ENTREGAS VOLUNTARIAS DE LAS FARC SE REAVIVA EL DEBATE SOBRE UN INTERCAMBIO DE PRESOS

Crece el pedido de un canje humanitario

Con el apoyo de agencias de cooperación y organizaciones internacionales, ONG colombianas intentan presionar al gobierno de Uribe para que negocie con los rebeldes. La mediadora Piedad Córdoba busca respaldo en Europa.

› Por Katalina Vásquez Guzmán

Desde Medellín

Sin el peso de las cadenas en el cuello, Gustavo Moncayo se siente diferente. Celebrando el regreso a la libertad de su hijo Pablo Emilio, el profesor Moncayo se las quitó del cuerpo después de cargarlas por casi cuatro años, cuando, desesperado por la falta de su hijo secuestrado, las usó sin parar a manera de grito. Entonces, sumando la metáfora a largas caminatas por el país y el continente latinoamericano, el profesor logró que el mundo se enterara de su drama y el de miles de familias colombianas que hoy esperan un intercambio humanitario para conseguir, al fin, la libertad de sus seres queridos. En diálogo con Página/12, el padre del sargento Moncayo hizo su mejor esfuerzo para explicar lo que vive y siente ahora que, tras doce años de separación a causa de un secuestro, se reunió con su hijo.

Sobre un posible intercambio humanitario, el caminante por la paz no se declara desesperanzado, pero lo ve muy “complicado” porque, según dice, falta voluntad. Otros, como la senadora Piedad Córdoba, apuestan toda a esta alternativa. La liberal, que lideró los recientes operativos humanitarios donde lograron de nuevo ser libres los militares Josué Daniel Calvo y Pablo Emilio Moncayo, partió ayer hacia Europa a conseguir el apoyo de esa región para presionar por el canje. En Colombia, el rechazo a una propuesta de diálogo con la guerrilla izquierdista de las FARC es grande y de diversos sectores; para empezar, en ocho años el gobierno de derecha de Alvaro Uribe Vélez no ha cedido ni un paso.

Vestido de luto, ayer Uribe se ocupaba de calificar a los rebeldes de “inhumanos” durante el funeral de otro ex rehén, Julián Ernesto Guevara, cuyos restos mortales regresaron, como los militares liberados, en un helicóptero de Brasil que se internó en cercanías de campamentos guerrilleros para recibirlos de manos de la guerrilla con la coordinación de la Cruz Roja Internacional. Las FARC, según dijo Uribe en el entierro, “sueñan que pueden llegar al Congreso o a la Presidencia y que a través de diálogos de paz puedan obtener indultos por esos delitos atroces, pero eso no puede ser así, ellos deben pagar por cada uno”.

El fin de semana, pruebas científicas determinaron que el cuerpo que Piedad Córdoba trajo de la selva el jueves sí es el de Guevara, policía que resultó rehén mientras defendía la ciudad de Mitú de una toma armada de la guerrilla. Para ella, que los cotejos de ADN coincidieran es señal de la buena voluntad de la guerrilla. La madre del fallecido, Emperatriz de Guevara, le dijo a Córdoba que “su tarea no ha culminado. Su trabajo debe continuar. Nos hace falta traer a los 22 héroes de la patria y a muchos otros civiles que están en cautiverio en la selva”. En la celebración fúnebre expresó su dolor y rechazo por la forma en que murió su hijo. “Fuiste un verdadero héroe, fueron muchas las dificultades que enfrentaste”, le declaró a su hijo muerto.

Frente a los despojos, el rostro lánguido y triste de la anciana Emperatriz le daba la razón al presidente. Sin embargo, el pequeño sector político que insiste en el canje se mantiene firme, incluida ella. Con el apoyo de agencias de cooperación y organizaciones internacionales, ONG locales intentan presionar al gobierno y pellizcar a la sociedad. “Pero sigue siendo muy complicado”, insiste Gustavo Moncayo, ahora que extraña el peso de las cadenas y no sabe qué remera ponerse, pues casi todas llevan el mensaje exigente de la liberación de su hijo, que al fin ocurrió la semana pasada. “Hoy traté de colocarme varias y al fin intenté con otra; es parte de adaptarnos a esta vida nueva”, relata el profesor después de increpar al sector del poder que se niega a apoyar el intercambio. “Es muy fácil agarrar un micrófono y decir una cantidad de mentiras. Entonces el pueblo se va en contra de nosotros. Incluso nos han declarado objetivo militar. Una intervención así nos pone en riesgo”, declaró preocupado a este diario.

El anhelado regreso de su hijo se dio en el marco de tres entregas voluntarias de las FARC que cierran el capítulo de los gestos humanitarios. Hoy, el sargento se encuentra en el Hospital Militar Central en Bogotá. “Le están revisando la piel, los órganos, los oídos, la vista, los dientes, y también le están haciendo exámenes psicológicos y psiquiátricos para ver si hay necesidad de un tratamiento. Doce años son doce años. El viene padeciendo traumas muy grandes”, contó el ahora feliz Moncayo, que cambia de tono al hablar del canje. ¿Por qué? “Ninguno de los candidatos presidenciales le apuesta al proceso de paz a través del intercambio”, dice para explicar el panorama.

Aunque feliz por la libertad del Negro, como conocen a Pablo Emilio en su pueblo, al profesor Moncayo algo le aflige el corazón. “Tristeza, agonía lenta, morir diario, eso es un secuestro para una familia. Si están heridos, si están vivos, si han sido bombardeados, no se sabe”, dice por aquellos que siguen encadenados. Con su hijo ahora espera “ir cerrando esas heridas. Esperamos poder estar con él aunque sea una semana antes de que se reintegre a la vida militar”, cuenta, sin querer, retratando otra paradoja de la guerra colombiana que, con más de cuarenta años, no ve cercano su fin mientras la opción armada se sobrepone a la salida negociada.

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