EL MUNDO › EL PEOR ESCANDALO DE CORRUPCION DEL PARTIDO CONSERVADOR ESPAÑOL
Presionado, Luis Bárcenas abandonó un puesto que fue clave en la trama de corrupción del caso Gürtel. Desde el Partido Popular reaccionaron con tibieza, empezando por Rajoy, quien no aclaró si el tesorero seguirá siendo legislador.
› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
Aguantó hasta que pudo Luis Bárcenas, el tesorero del Partido Popular implicado en el escándalo Gürtel. Pero la presión sobre su persona se hizo demasiado fuerte luego de que, a comienzos de la semana, el juez que instruye la causa levantó el secreto del sumario y dejó al descubierto su alto grado de implicación en el mayor escándalo de corrupción que sacude al PP desde su fundación. Gracias a estas revelaciones, Bárcenas decidió ayer darse de baja como militante y abandonar su cargo definitivamente –sólo lo habían suspendido temporalmente–, aunque Mariano Rajoy no explicó si el partido le seguirá pagando el abogado o si también perderá su despacho en la calle Génova, donde se encuentra la sede del PP en Madrid. La crisis es tan seria que Rajoy tuvo que echar mano del anciano Manuel Romay Beccaría, ex ministro de José María Aznar, para ocupar la sacudida tesorería. El PP tampoco dejó en claro si Bárcenas seguirá ocupando su banca en el Senado.
Ayer debió haber sido un día de fiesta para los populares, que celebraban el vigésimo aniversario del congreso de Sevilla de 1990 en el que la derecha dejó atrás las posturas fundamentalistas que la vinculaban con la dictadura franquista y se colocó por primera vez en condiciones de disputarle el poder a los socialistas, que habían llegado al gobierno en 1982 de la mano de Felipe González. Pero el caso Gürtel logró estropearles el pastel y se comió todos los titulares. Hasta la intervención de José María Aznar en Sevilla estuvo impregnada por el escándalo, ya que afirmó ante Rajoy que “los españoles no entenderían que el PP dejase de ser incompatible con la corrupción”. Aznar afirmó que el partido fue “impecable” en lo que a honestidad se refiere, sin darse cuenta de que lo estaba diciendo frente a Arturo Moreno, uno de los implicados en el llamado caso Naseiro, el mayor escándalo afrontado por el PP antes de que estallara el pasado año la trama Gürtel.
Que el escándalo produce traspiés entre los líderes del PP no caben dudas. Y el de Aznar no fue ayer el único. El propio Mariano Rajoy aseguró en una conferencia de prensa que “todas las personas implicadas –unas setenta– se han dado de baja en la militancia”, pero los periodistas comprobaron poco después que Jesús Merino, diputado del partido involucrado en el caso, todavía no lo había hecho. La prensa también le recordó al líder del PP que, a pesar de su discurso contra la corrupción, el Partido Popular tampoco ha suspendido a personajes como Carlos Fabra, presidente de la diputación de Castellón, uno de los dirigentes más sórdidos del PP implicado en varios escándalos, y muy poco ha hecho por limpiar al partido en las islas Baleares, donde el ex gobernador Jaume Matas se encuentra involucrado en otra causa de defraudación millonaria y financiación ilegal y ha tenido que pagar esta semana una fianza de tres millones de euros para no acabar en prisión.
Y como la tormenta Gürtel no deja títere con cabeza, ayer se sumó al show la presidenta de la Comunidad de Madrid, la ultraconservadora Esperanza Aguirre, que tuvo el tupé de afirmar que se siente “muy satisfecha de haber sido la causante de que Gürtel se destapara” sólo porque impidió en 2005 la venta de una parcela que beneficiaba a Correa, uno de los cerebros de la trama ahora en prisión. Desde Izquierda Unida no tardaron en responderle recordándole que Alfonso Bosh, Benjamín Martín Vasco y Alberto López Viejo, los tres diputados regionales del PP madrileño implicados en el caso, aún se sientan en el Parlamento y “votan a dos manos con el PP y ni siquiera se siente un mal rollo con el resto del grupo parlamentario popular”, según afirmó el portavoz de la agrupación Gregorio Gordo.
Una prueba de la tibieza con la que el PP está reaccionando ante el escándalo es la confusa situación en torno del propio Bárcenas. Ayer Rajoy soportó que los periodistas le preguntaran tres veces si iba a seguir pagándole el abogado y el líder del PP no respondió con claridad. También le preguntaron sobre su situación en el Senado, donde Bárcenas ocupa una banca por Cantabria. Desde el grupo popular en la Cámara alta afirman que no tienen capacidad para expulsarlo de su escaño, pero en realidad sí que podrían apartarlo del grupo y hacer que pase a formar parte del llamado Grupo Mixto, donde se encuentran los senadores de partidos pequeños que no tienen número suficiente para tener su propia bancada.
Rajoy tampoco dejó claro ayer qué va a suceder con esta situación, del mismo modo en que evitó pronunciarse acerca de otro implicado famoso en la trama, el presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, al que ni se le pasa por la cabeza renunciar a su puesto, a pesar de haber recibido regalos de los hombres que hoy están en prisión. Esos regalos, que el presidente valenciano recibía como pago por los contratos que su gobierno otorgaba a las empresas involucradas en el escándalo, han sido justificados por Camps como algo habitual entre los políticos, tan habitual que ni siquiera merece un comentario de censura por parte de su jefe político en Madrid.
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