Sáb 10.04.2010

EL MUNDO  › EL PRESIDENTE DE KIRGUISTáN CAYó POR PROMOVER A FAMILIARES

Lo derrocaron por sus prácticas de nepotismo

› Por Shaun Walker *

Desde Moscú

Los habitantes de Bichkek inundaron ayer la plaza principal de la ciudad para recordar a las docenas de personas que murieron el miércoles en los enfrentamientos entre los manifestantes opositores y las fuerzas de seguridad. Pero la pena del luto estuvo teñida por la ira que provocó el derrocamiento del presidente Kurmanbek Bakiyeh, quien antes de escaparse autorizó el uso de balas de fuego contra los manifestantes.

Mientras tanto, en el frente externo, el gobierno interino intentó traer calma a sus aliados. A los rusos les permitió el ingreso de 150 paracaidistas. Según Moscú, son un refuerzo para garantizar la seguridad de su base militar y su embajada. A los estadounidenses, en tanto, les aseguraron que no tocarán su base militar, uno de los rumores que comenzaron a circular a partir del apoyo contundente del Kremlin al levantamiento popular de esta semana.

Bakiyeh huyó al sur del país, su principal bastión político. Ayer la líder del gobierno interino, Roza Otunbayeva, le ofreció un salvoconducto al presidente derrocado para salir de Kirguistán, pero Bakiyeh lo rechazó y adelantó que no renunciará a la presidencia. Desde la clandestinidad acusó al nuevo gobierno interino de haber causado las más de 70 muertes el miércoles pasado y propuso crear una mesa de negociación para evitar nuevos enfrentamientos.

Desde el palacio presidencial no hubo respuesta. En cambio, anunciaron que hoy organizarán una asamblea popular en Djalal Abad, un pueblo del sur del país, con amplia mayoría de simpatizantes del antiguo gobierno. Primero escucharán a los partidarios de Bakiyeh y después hablarán las nuevas autoridades. La idea es llegar a un acuerdo para evitar más sangre. Sin embargo, el humor en las calles de la capital sugería ayer que la mayoría de la población no quería negociar nada, rechazaban el autoritarismo, nepotismo y la corrupción que marcó al gobierno derrocado. Más que nada, sostenían los analistas ayer, fue su decisión de catapultar a su hijo y sus hermanos a posiciones estratégicas dentro del gobierno, lo que le valió la condena generalizada de la sociedad.

El nuevo procurador general del país anunció ayer que su oficina estaba preparando un caso contra Maxim Bakiyeh, el hijo del presidente derrocado y el hombre más odiado del territorio. A los 32 años, muchos sospechaban, se estaba preparando para suceder a su padre. Hasta esta semana dirigía una agencia gubernamental especialmente creada para gestionar los cientos de millones de dólares que ingresaban por los grandes préstamos rusos, la Agencia Central para el Desarrollo de Inversiones e Innovaciones.

Sus detractores bromeaban con que las siglas de la agencia sonaban muy similar a Tsar, un calificativo que adjudicaban al hijo del mandatario. “Aun en el nombre de la agencia estaban claras las ambiciones de los hijos de Bakiyeh”, señaló Daniil Kislov, el editor en jefe de la reconocida página web Fergana.ru. “Lo ayudaron a su padre a usurpar el poder y de paso tomaron el control de varios negocios. Además, sin pudor, daban órdenes para presionar a periodistas, políticos, opositores y hasta a los miembros del Parlamento que no compartían sus posiciones. Muchas de esas personas tuvieron que exiliarse, otras fueron asesinadas”, relató el periodista.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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