Unas ocho mil personas colmaron el salón principal de la Universidad Católica Pontificia, dos auditorios contiguos, tres anfiteatros distribuidos por el inmenso campus universitario y los pasillos en los que se habían instalado gigantes pantallas televisivas que retransmitían las palabras de uno de los más, sino el más, prestigiado pensador que atesoran los luchadores contra el modelo neoliberal en el mundo. Pausado, reflexivo, sin ademanes grandilocuentes, Noam Chomsky concluyó su disertación diciendo que quienes se preocupan por el futuro de la humanidad tienen caminos diferentes a los que siguieron los autores del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. “El futuro de la humanidad está en movimientos como el del Foro Social Mundial”, afirmó con su tono tranquilo, pero contundente al momento de formular sus juicios de valor.
La bandera de “la seguridad interior es un cinismo que justifica el terrorismo de estado en algunos países”, dijo. A la hora de definir en cuáles no dudó en señalar que esto sucedía en Colombia. Por supuesto que el mayor de los cinismos lo reservó para los brutales bombardeos norteamericanos a Afganistán. Medida que más que una represalia, es para Chomsky uno de los hechos sobresalientes de lo que definió como “nueva guerra”. En este punto recordó que las debilidades de esta cruzada parte de las indefiniciones de origen. “Nunca se definió qué es el terror”, dijo en relación a la conocida frase de George W. Bush de “están con nosotros o con los terroristas”. Aquí Chomsky recordó que una de las definiciones de manual de la palabra terror fue reproducida en el New York Times y englobaba en este concepto a “todas las prácticas violentas para imponer posiciones políticas, económicas o religiosas”. Por cierto que es una caracterización cuando menos laxa. Por eso, dijo que de acuerdo a este concepto, “la política exterior norteamericana podría ser definida como terrorista”.
Una mirada mercantilista no podría explicar las motivaciones de la multitud que venciendo todas las dificultades técnicas siguió ayer con atención religiosa las opiniones del intelectual norteamericano Noam Chomsky. Si algo identifica a los participantes del Foro Social Mundial es su búsqueda incansable de opiniones y definiciones que los ayuden a entender un mundo cada vez más complejo, injusto, violento y desigual.
La presentación de Chomsky era uno de los temas excluyentes de las charlas de los participantes en el Foro. Su charla fue el inicio del seminario “Un mundo sin guerras es posible”. Bajo este título se englobarán las discusiones sobre las posibles alternativas de paz para Palestina, Colombia, Países Vascos y Chiapas. La exposición de Chomsky se demoraba por las dificultades que tenía la traducción simultánea y la transmisión televisiva. Los principales paneles del Foro, así como las intervenciones más destacadas, son transmitidas en directo por una cadena estadual de televisión abierta. Mientras los organizadores se paseaban nerviosamente a su alrededor, Chomsky esperaba pacientemente en su silla. En ese contexto su frágil figura se destacaba más aún.
A la mesa central desde la que habló el reconocido lingüista, se sentaron, el secretario ejecutivo de Clacso, el sociólogo argentino Atilio Borón; el vicegobernador de Rio Grande do Sul, Miguel Rossetto, el gobernador Olivo Dutra, el sociólogo brasilero Emir Sader y el titular de la Central Unica de Trabajadores, Joáo Felicio.
Chomsky se explayó sobre una de sus principales obsesiones: la nueva guerra. En su extensa y documentada alocución buscó relacionar este concepto con los de globalización y libre comercio. Al final de cuentas la guerra sigue respetando todavía los conceptos de Claude Von Clausewitz y sigue siendo la continuidad de la política por otros medios. En este caso, para Chomsky los Estados Unidos encubren su reales intenciones políticas: la dominación hegemónica. Por eso no dudó en sostener que “esta nuevaguerra es la justificación de nuevas guerras”. Los escenarios posibles para esas futuras guerras se desprenden de los cuatro proyectos de paz que se quieren elaborar y que figuran en el temario: Palestina, Colombia, Chiapas y el País Vasco. Para Chomsky quienes impulsan esta “nueva guerra contra el terror están vinculados a las guerras contrarrevolucionarias que se libraron en América Central”.
Otro de los errores de base que Chomsky opinó se esconden detrás de la reacción norteamericana, es la no explicitación de cual la definición que permite definir a algunas personas como terroristas y a otras no. Como quien reflexiona en voz alta admitió que no había encontrado relación entre “la nueva guerra” y la palabra globalización.
También se explayó sobre la relación entre términos como ALCA y terrorismo. Volvió sobre algunas ideas que había formulado anteayer en su conferencia de prensa pública. Remarcó el hecho de que las pautas sobre las que se estructurará el tratado de libre comercio está fuera de la agenda pública de discusiones. En este punto resaltó que aquí se esconde una de las debilidades de la democracia ya que “el Senado norteamericano puede discutir del tema pero el público no puede decidir”.
Destacó que en la década del 90 cuando las políticas neoliberales se conforman como dogma universal los Estados Unidos viven un momento conocido como “milagro económico”. Precisamente “este milagro coincide con el crecimiento de la desigualdad y la globalización”, sostuvo. Igualmente para Chomsky este auge, aunque fenomenal .no logró superar el crecimiento de la economía de posguerra, cuando el Estado tenía una fuerte intervención en la actividad económica.. Incluso recordó que luego de la primera guerra mundial las mercancías circulaban con mayor libertad de la que cuentan en la actualidad.
Para el final Chomsky volvió sobre sus definiciones predilectas. Estigmatizó al modelo globalizador diciendo que “no respeta las leyes del mercado”. Entre ellas citó a las de “precio único y salario único”. Recordó que en su país, se aumentó el presupuesto militar antes de los atentados del 11 de setiembre y por motivos que nada tienen que ver con el terrorismo. Explayándose sobre la utilización de esas partidas, dedicó un espacio para criticar la iniciativa de “militarizar el espacio”. No dudó en definir esa iniciativa como “una guerra entre los que tienen y los que no tienen”. Precisó que para defender sus intereses estratégicos, los Estados Unidos “deben controlar el espacio así como en la antigüedad los países necesitaban construir ejércitos para conquistar mercados y expandirse”. No dudó en que su país pudiera apelar a la utilización de armas masivas de destrucción.
Para finalizar dedicó un generoso espacio para criticar a la prensa por no revelar las consecuencias que el ALCA traerá para la población de los países que lo firmen. Señaló que “el ALCA perjudicó a la población de todos los países que participaron” del mismo. Graficó sus efectos diciendo que “si las colonias americanas hubieran suscripto un acuerdo como éste, hoy estarían exportando peces y no productos elaborados”.
No podían faltar unas líneas para los hombres que suelen reunirse en Davos y que en estos momentos deliberan en Nueva York. Afirmó que “son profundamente anticapitalistas”. Para fundamentarlo citó que desde el Foro Económico Mundial se impulsan precios monopólicos y políticas proteccionistas. También señaló que a mayor “concentración de la riqueza, mayor caída de las expectativas en la democracia”. Finalizó su disertación con el mismo tono con el que había empezado. Los participantes explotaron en un aplauso y desde los parlantes John Lennon invitaba a “imaginar un mundo sin fronteras”. Por qué no, si un día también finalizó la esclavitud, hubiera dicho Chomsky.