EL MUNDO › DEL EX CANDIDATO PRESIDENCIAL DEL PAN, DIEGO FERNáNDEZ DE CEVALLOS
En medio de especulaciones sobre los autores de la captura del político, que van desde el narcotráfico hasta algún grupo guerrillero, la sociedad percibe aún más la descomposición social que ha caracterizado al gobierno de Calderón.
› Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, D. F.
El secuestro de Diego Fernández de Cevallos, el último candidato del PAN que perdió una elección presidencial, sacudió a todo México. La sociedad general reforzó su percepción sobre la descomposición social que ha caracterizado a la administración de Felipe Calderón, y la clase política revivió el sacudimiento de 1994: el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional el mismo día que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte; los asesinatos del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, y del secretario general de ese mismo partido, Francisco Ruiz Massieu, y la renuncia del secretario de Gobernación, Jorge Carpizo.
En medio de especulaciones sobre los autores del secuestro, que van desde el narcotráfico hasta alguno de los varios grupos guerrilleros que existen en el país (ver nota aparte), la desaparición de Fernández de Cevallos la noche del viernes pasado a las puertas de su casa de campo en el estado de Querétaro, arrojó señales ominosas para todos. Para el común de la gente significa el desamparo total: si alguien con el poder político y económico del controvertido panista tampoco está a salvo de la violencia, ¿qué puede esperar cualquier persona? Pero lo peor es el contraste en la reacción de las autoridades, que se han volcado a la localización de uno de los suyos, mientras ignora o minimiza los crímenes que asfixian a la sociedad desde el primer día de la administración de Calderón, cuando le declaró la guerra al crimen organizado y que ha costado la vida a casi 4 mil personas este año y a cerca de 30 mil desde fines de 2000. El interés personal de Calderón en la suerte de Fernández de Cevallos (“más allá de convergencias y divergencias, ha sido cercano a mi esposa y a mí”) contrasta con su postura ante el asesinato de decenas de miles de personas en poco más de tres años, a las que ha llamado “daños colaterales” y asegurando que los inocentes muertos “son los menos”.
Con todo, las implicaciones políticas de la desaparición de Fernández de Cevallos no impidieron que iniciara una gira por España y Estados Unidos; solamente retrasó hora y media su salida el sábado en lo que daba instrucciones a su gabinete de seguridad nacional para coordinar la búsqueda del ex candidato presidencial, ex diputado y ex senador panista. Ya en Madrid, cayó en contradicciones: tras asegurar que ha girado instrucciones al procurador, al secretario de Seguridad Pública y al secretario de Gobernación para que le informen “minuto a minuto” de los avances de la investigación, comentó que no tiene más información que la que los medios ya han difundido.
Para la clase política, algunos analistas ven también un doble mensaje. Uno de ellos es la posibilidad de reeditar aquel convulsionado 1994, cuando el PRI ganó su última elección presidencial, en la que Diego Fernández de Cevallos perdió ante Ernesto Zedillo, el último presidente priista. La desaparición del panista coincide con el asesinato de un candidato a alcalde en el estado de Tamaulipas, hace una semana, y las advertencias desde todos los partidos políticos sobre la violencia criminal que amenaza la viabilidad de los procesos electorales locales de este año, que para muchos perfilará el rumbo de las elecciones presidenciales de 2012, en las que el PRI apunta para recuperar la Presidencia.
El otro es todavía más claro: nadie está a salvo en México, ni siquiera quienes tienen el cobijo del poder. El propio Felipe Calderón pareció dar acuso de recibido desde Madrid al reconocer ayer que México está reproduciendo la escalada de violencia que vivió Colombia en las décadas de los 80 y 90, cuando el narcotráfico asesinó a miles de personas, incluyendo a un candidato presidencial.
El secuestro del controvertido abogado y político movilizó a todas las fuerzas de seguridad públicas del país, que lo buscan en los estados de México, Hidalgo, Guanajuato y Querétaro. El gobierno federal tardó siete horas en intervenir en el caso, luego de que la Procuraduría de Justicia de Querétaro recibió la primera denuncia, la mañana del sábado pasado.
De nuevo, la descoordinación federal provocó oleadas de rumores sobre la suerte del panista. Incluso, el ex presidente nacional del PAN, Manuel Espino, lo dio por muerto en su cuenta de Twitter, citando a familiares y amigos de Fernández de Cevallos.
Lo único cierto es que nadie sabe qué pasó ni quién lo secuestró, si vive o si murió. Según las autoridades, hasta el momento nadie ha reivindicado el secuestro ni se ha comunicado con la familia del ex candidato presidencial y ex legislador para solicitar un rescate.
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