EL MUNDO › LAS ENCUESTADORAS SE EQUIVOCARON AL PRONOSTICAR UN FINAL REñIDO ENTRE LOS CANDIDATOS OFICIALISTA Y VERDE
El candidato del Partido de la U obtuvo el 46,5 por ciento de los votos, en una de las elecciones más esperadas y atípicas. Antanas Mockus apenas logró el 21,5 por ciento en los comicios. Las alianzas serán fundamentales en la segunda vuelta.
› Por Katalina Vásquez Guzmán
Desde Bogotá
Las plegarias de Yuri Galindo fueron escuchadas. Apoyándose en una columna, deja caer el peso de su cuerpo, acomoda un bebé gordo entre sus brazos y, cerrando los ojos, suspira. Está sudando. Llegó corriendo y rogando por depositar su voto antes de las cuatro de la tarde, cuando cierran las votaciones. Ahora, ya que su pequeño Samuel está bien pegadito al pecho, saca una mano de la cobija y se bendice. La señal de la cruz de la frente a la quijada para que Juan Manuel Santos gane las elecciones. Ayer, Dios se acordó de Santos y sus seguidores.
El candidato del Partido de la U obtuvo el 46,5 por ciento de los votos en una de las elecciones más esperadas y atípicas en este país. Rompiendo los pronósticos, Antanas Mockus apenas logró el 21,5 por ciento en los comicios. Sin embargo, le alcanzó para llegar a una segunda vuelta. Santos agradeció el triunfo al primer mandatario y su mentor, al tiempo que llamó a la unidad nacional.
El 20 de junio se sabrá definitivamente quién gana las elecciones presidenciales. Aunque, como quedó demostrado ayer, nada está dicho. Se suponía que el conteo sería reñido, voto a voto, punto a punto, porque los sondeos de opinión mostraban a Mockus con 34 de cada cien votos, y al candidato de Uribe con 36. A las cinco de la tarde, el desconcierto era total.
La Registraduría entregó boletines informando cada avance, donde un mapa de Colombia mostraba, por provincias, el color del candidato con más alta votación. Del Caribe hasta el Amazonas, y desde la frontera con Venezuela hasta el Océano Pacífico, el naranja de Santos coloreaba el mapa. Sólo en el Putumayo, en la frontera con Ecuador, se dejaba ver el verde del filósofo Antanas.
“Me parece que tiene experiencia y carácter”, es la razón que menciona Yuri para entregar su voto al ex ministro de Defensa. Está en Corferias, Bogotá, el puesto de votación más importante del país. Reponiéndose del cansancio, le cuenta a Página/12 que está convencida de que sólo con alguien que continúe las políticas de Alvaro Uribe Vélez el país estará a salvo. En el Centro de Convenciones no lo creen así. Los partidos de Mockus, en la noche, alegan que no quieren más mafiosos en el poder. Cambian la cara de funeral que cargan a la tarde cuando la Registraduría confirma que la maquinaria tradicional le gana a la propuesta independiente de Mockus y la llamada “ola verde” que fue fenómeno político en estas elecciones. En la noche, en el Centro de Convenciones muestran la “energía verde”. “Abajo mafiosos”, “más educación, menos corrupción”, “la conciencia vale más que un guarito, un tamal”, gritan centenares. Temprano, se divulgan noticias sobre supuestos fraudes cometidos por partidarios de Santos que repartieron tamales calientes, bebidas y publicidad frente a puestos de votación.
En la casa Dann Carlton, los santistas festejan. Concierto de vallenato, más comida y bebida. Policías por decenas rodean todas las entradas e impiden el acceso. “Nadie más entra. Retírese”, les explican seriotes a los que se agolpan. Periodistas que consiguieron ingresar relatan vía redes sociales que los asesores dicen: “Si Mockus es inteligente, declina su aspiración”. Cuentan que están atentos al discurso de Mockus en vivo en pantallas de TV. Lo abuchean, lo detestan. Cuando, en el Centro de Convenciones, el candidato verde menciona “al doctor Juan Manuel”, unos cuantos también chiflan. “Malito, ese señor es muuuuuy malito”, grita y ríe una joven emocionada. “Recordemos el respeto”, pide el profesor, quien, al llegar al escenario, soltó sus conocidas lágrimas. “Es sensible”, repite un coro.
Mockus contiene la emoción y pide el micrófono. Intenta que el país lo escuche y le crea que “la corrupción y la violencia no son un destino para Colombia”. Adentro lo aplauden. En la calle, la realidad dice más cosas. En la fría capital, bocinas de autos suenan y corrillos de gente aplauden por el triunfo de Santos, envuelto en los más oscuros escándalos de la política colombiana reciente. Cuando fue ministro de Defensa ocurrieron las ejecuciones extrajudiciales, un grupo de parlamentarios de su Partido de la U es investigado por hacer pactos con paramilitares, y las escuchas ilegales del organismo de inteligencia lo mantienen dando explicaciones. Los partidarios de Mockus se entristecen. “¿Acaso la gente es tonta? ¿Qué le pasa a este país?”, se preguntan los verdes, escuchando el discurso del candidato a las ocho menos veinte. Se ve animado, dice que sí se pudo, y anima el grito colectivo: “Este es un parcial, falta el final”, como en la universidad.
Los demás candidatos aceptan su derrota. Pero para el uribista Germán Vargas Lleras es una ganancia llegar al tercer lugar. Fue la otra sorpresa. Ni en la mesa 295 de Corferias esperaban sumarle tantos votos. Mientras una rubia de Inglaterra, de la Misión Electoral (MOE) de la OEA, no les quitaba el ojo, los jurados separaban los votos. “De la U, verde, de la u, de la u, de la u”, decían al desdoblarlos. “El de Vargas Lleras quedó gordito, quién lo diría”, dicen y sonríen. Al final fueron casi un millón y medio de votos para este uribista que se separó del gobierno central cuando no quiso apoyar la segunda reelección.
La oposición, en cambio, se rajó. Del tercer lugar en las encuestas pasó al cuarto. Gustavo Petro sacó el 9 por ciento de los votos, y al final de la noche dejó claro que no hará alianzas con Santos. En Twitter afirmó: “Pueden decirle a Santos que no estaré con él. Mi lucha es contra las mafias y por la justicia social”.
Las alianzas son fundamentales para la segunda ronda de votaciones. En las de ayer, Santos casi alcanza el 50 por ciento exigido para coronarse presidente. Pero llegó al 46. Por eso se mostró confiado cuando salió a saludar a sus seguidores en el salón del exclusivo hotel. “¡Que viva Colombiaaaaaa!”, fue su primer grito. Por Santos votaron más de 6 millones de personas.
Uno de sus principales detractores, el columnista Daniel Samper, le dice públicamente: “Diga lo que quiera. En todo caso me parece más digno perder con Mockus que ganar con Santos”.
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