EL MUNDO › TRAS RESCATAR A NETANYAHU EN LA ONU, OBAMA EXIGE CONCESIONES DEL GOBIERNO ISRAELI
Luego de respaldar al gobierno de Netanyahu en los debates desarrollados en la ONU, donde logró moderar la condena al accionar israelí y evitar la adopción de sanciones concretas, Washington busca ahora una salida a la crisis.
› Por Sergio Rotbart
Desde Tel Aviv
Tras el escándalo internacional generado a raíz del sangriento asalto de un comando marítimo israelí a la flotilla que intentaba llevar asistencia humanitaria a Gaza, el gobierno de Tel Aviv debe responder a la demanda norteamericana de reconsiderar el bloqueo a la Franja palestina sitiada y crear una comisión investigadora independiente sobre el operativo militar llevado a cabo en aguas internacionales. Luego de haber respaldado al gobierno de Benjamin Netanyahu en los debates desarrollados en la ONU, donde logró moderar la condena al accionar israelí y evitar la adopción de sanciones concretas, Washington busca ahora una salida a la crisis en la que están sumidas las relaciones entre Israel y Turquía, cuyo gobierno apoyó la organización del convoy de barcos que pretendieron romper el cierre marítimo de Gaza. Como resultado de la mediación de la administración de Barack Obama, las autoridades israelíes liberaron a todos los participantes de la flotilla, quienes fueron detenidos, interrogados y luego deportados a sus respectivos países. Esta decisión primó ante la postura de algunos parlamentarios y funcionarios que exigieron juzgar a aquellos tripulantes que “atacaron brutalmente” a los soldados que participaron del asalto perpetrado en mar abierto (versión que contrasta de manera notoria con el saldo final del operativo de abordaje: nueve muertos y decenas de heridos entre los pasajeros del barco turco Marmara, frente a algunos pocos soldados heridos de parte de la fuerza asaltante).
Si bien el premier israelí aún no ha respondido al requerimiento norteamericano más significativo, los medios locales aseguran que Netanyhau considera la adopción de medidas “aliviantes” al bloqueo impuesto a la Franja de Gaza en junio de 2006, como represalia a la captura del soldado Gilad Shalit por parte de un grupo vinculado con el movimiento Hamas. Se trataría sólo de abrir parcialmente el bloqueo marítimo al ingreso de mercaderías, en cuyo control participarían fuerzas internacionales, pero no de facilitar la apertura de los pasos fronterizos terrestres. En un discurso que pronunció tras su anticipado regreso al país a raíz de los ecos que despertó la intercepción de la flotilla de protesta, el titular del gobierno de derecha aseguró que el bloqueo marítimo estaba destinado a evitar el levantamiento de “un puerto iraní en Gaza”. Netanyahu agregó que por vía marítima es posible contrabandear cantidades enormes de armas, mucho más que a través de los túneles construidos en la zona de Rafah, en el límite de la franja palestina con Egipto. Además, alertó que Irán intenta equipar al Hamas con cohetes que podrán atacar a Tel Aviv.
En cuanto al otro reclamo proveniente de Washington, Netanyahu estaría dispuesto a promover una investigación del operativo de asalto restringida a dos cuestiones: la acusación en torno de la ilegalidad del accionar militar en aguas internacionales y el argumento de acuerdo con el cual Israel actuó mediante el ejercicio indiscriminado de la fuerza. Pero, por otro lado, el líder israelí se niega rotundamente a revisar el proceso de toma de decisiones que dio lugar a la postura adoptada por el “gabinete reducido” de frenar a cualquier precio la llegada de la flotilla a las costas de Gaza. En su opinión, se debe evitar a toda costa colocar al ejército en una situación tal que, ante cada misión operativa, las soldados y oficiales deberán recurrir de antemano a los servicios de abogados defensores.
Previamente a la actual complicación con el gobierno turco, el primer ministro de Israel creía que había vencido a Barack Obama en la contienda en pos de la conquista de la opinión pública de los Estados Unidos, logrando así repeler las presiones dirigidas a frenar la construcción de nuevos asentamientos judíos en Jerusalén oriental. En ese escenario, la exigencia del presidente demócrata fue interpretada como una amenaza innecesaria a la estabilidad de la coalición gubernamental israelí. Al comprobar que tal modalidad retórica no era eficiente para conseguir el reclutamiento israelí al “proceso de paz” con la dirigencia oficial palestina, la administración Obama cambió su táctica, reemplazando el tono admonitorio por el respaldo condescendiente. Desde entonces abundaron las declaraciones de apoyo incondicional y los gestos de amistad, incluida la reciente visita de Rahm Emanuel, el jefe de gabinete de la Casa Blanca.
Pero, en realidad, la imagen victoriosa que transmitía Netanyahu a raíz del “giro” de la potencia tutora resultó ser temporaria y carente de un fundamento sólido.
Así, por ejemplo, se vio obligado a pedir la ayuda de Obama con el objeto de frenar las presiones contra Israel en el tema del armamentismo nuclear que cristalizaron en la conferencia internacional de revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares realizada en Nueva York la semana pasada. El foro de la ONU se pronunció a favor del desarme nuclear del Medio Oriente, y exigió el sometimiento de las plantas atómicas israelíes a las inspecciones de los organismos internacionales. Si bien aclaró su objeción con respecto al punto que concierne a Israel, el presidente norteamericano votó a favor de la resolución.
Por otro lado, las fuentes locales especulan si, a cambio del “compromiso irrevocable con la seguridad de Israel” que mantiene el gobierno de Obama, cuyos representantes califican como más sustancial que el de las administraciones anteriores, Netanyahu le garantizó que no atacará a Irán o, acaso, que sus intenciones declaradas a favor de una solución con los palestinos basada en la fórmula “dos Estados para dos pueblos” son realmente serias.
El titular de los servicios de Inteligencia de Israel (el ignominiosamente célebre Mosad), Meir Dagan, sostuvo días atrás en el marco de un informe que presentó ante la Knesset (el Parlamento israelí), que los Estadios Unidos no perseverarán mucho tiempo en su paciencia ante Israel, que gradualmente se está convirtiendo a ojos de sus dirigentes en una carga, en vez de un bien estratégico. Lo curioso es que Dagan es el responsable del escándalo desatado a raíz del asesinato del dirigente del Hamas Mahmud al Mabhuh, perpetrado meses atrás en un hotel de Dubai. La “ejecución extrajudicial” le valió a Israel las protestas (y en algunos casos la expulsión de representantes israelíes) elevadas por Australia, Gran Bretaña y otros países europeos, dado que para tal fin el Mosad envió a agentes que portaban pasaportes de ciudadanos de esos estados.
En la actual crisis en torno del asalto a la flotilla de protesta contra el bloqueo de Gaza los norteamericanos debieron, una vez más, intentar reparar los daños provocados por la prepotencia militar israelí en el escenario diplomático internacional. Obama rescató a Netanyhau y éste sabe que la deuda no se paga con “alivios” parciales del cierre marítimo del enclave palestino, sobre todo teniendo en cuenta que del otro lado de la balanza mediadora no hay un pueblo sin estado ni ejército regular, sino otro aliado estratégico de Washington (Turquía) que aspira a acrecentar su influencia política en el Medio Oriente.
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