La crisis económica no es el único problema de Grecia. Ayer una bomba escondida dentro de un paquete explotó en el Ministerio de Orden Público y mató al jefe de seguridad de esa cartera. En el momento del estallido, el ministro, Michalis Chrysohoidis, estaba en su oficina, a apenas unos metros. Salió ileso y, no bien se supo lo que había ocurrido, se paró en la puerta del edificio para prometer justicia frente a un enjambre de cámaras y micrófonos. “Un padre de dos hijos murió hoy (por ayer). No frenaremos nuestra lucha por proteger y servir al ciudadano griego. Los responsables serán llevados ante la Justicia”, aseguró Chrysohoidis.

George Vassilakis tenía 52 años y era el jefe de seguridad de Chrysohoidis. Cuando un paquete sospechoso llegó para el ministro, él lo llevó a su escritorio en el séptimo piso, lo inspeccionó y finalmente lo abrió. Desde ese momento todo fue conmoción. La explosión destruyó ventanas en todo el ministerio, que se encuentra cerca del centro de Atenas. El ruido del estallido retumbó en el centro de la ciudad y se llegó a escuchar a varios kilómetros de distancia.

No es la primera vez que el gobierno y los dirigentes griegos sufren atentados, pero sí la primera vez que sucede en el corazón de la seguridad interior, la cartera de la que depende la Policía Nacional y la que hace dos años lidera los esfuerzos para terminar con los ataques de las llamadas milicias de izquierda. Al cierre de esta edición ningún grupo se había adjudicado la autoría del atentado; sin embargo, los medios locales e internacionales daban por sentado que se trató de otro ataque de las milicias de izquierda, más precisamente, el grupo que se hace llamar Lucha Revolucionaria.

Lucha Revolucionaria se hizo conocido a finales de 2008, cuando el país parecía estar al borde de la crisis social. La muerte de un joven de 16 años a manos de la policía durante una protesta había provocado indignación y bronca generalizada en todo el territorio. Fueron semanas de marchas y represión, hasta que de a poco la situación se fue aplacando. Excepto por la aparición de nuevas milicias juveniles de izquierda y el resurgimiento de otros grupos que parecían inactivos.

La última vez que esas milicias habían ganado los titulares griegos y del resto del mundo fue en enero pasado, cuando una bomba estalló al lado del Parlamento. No hubo víctimas, pero sirvió para que el gobierno recrudeciera su discurso y su política antiterrorista. Chrysohoidis había asumido su cargo como ministro en octubre de 2009 y su principal promesa era terminar con los grupos armados de izquierda. Sabía de lo que hablaba, en 2002, ocupando el mismo cargo en el ministerio, había conseguido el desmantelamiento de la guerrilla 17 de Noviembre, el grupo armado más activo por entonces.

Tres meses después de la explosión de la bomba en las afueras del Parlamento, Chrysohoidis anunció la primera “victoria” contra las milicias. La policía había detenido a seis presuntos miembros de Lucha Revolucionaria, entre ellos a su supuesto líder máximo. Todos siguen presos, a la espera de un juicio.